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Es conveniente limpiar las macetas y contenedores antes de volver a plantar en ellos

Frecuentemente tenemos en el jardín todo tipo de contenedores y macetas que en su momento llegamos a usar y que una vez vacías las acumulamos a la espera de darles una nueva utilidad.
En este mes ya nos volvemos a animar a hacer adquisiciones en los viveros y como es el momento de dividir las matas de vivaces vamos a precisar contenedores para cultivar los nuevos ejemplares.
Lo ideal sería que tras vaciar un contenedor lo limpiáramos pero lo cierto es que no siempre lo hacemos así y los guardamos a veces con restos de sustratos y del uso anterior y habitualmente tienen las marcas de la acumulación de las sales que se disuelven en el agua del riego expulsadas por sustrato y que se depositaron en ellos.
Pensemos que cualquier enfermedad o plaga que pudiera tener la plantación que había en el contenedor anteriormente puede transmitirse a través del recipiente a la planta que cultivemos de nuevo en ellos. Especialmente ocurre esto con materiales que son más porosos como el barro o la terracota.
Incluso pueden llegar a depositarse en su interior o en la base pequeños insectos, huevos, larvas e incluso esporas que se transmitirían a la nueva plantación si no los eliminamos antes del nuevo uso.
Conviene por tanto realizar una limpieza escrupulosa de estos contenedores ya utilizados antes de volver a plantar en ellos y así evitaremos la transmisión de problemas a la nueva plantación.

Este contenedor que muestro presenta restos de verdín porque yo suelo poner las macetas vacías en un pasillo que tengo en la fachada norte del garaje. Ahí no reciben sol ninguno y el agua del tejado llega a salpicar a veces sobre ellos así que la humedad casi constante durante el invierno favorece que aparezca verdín en su superficie.
Os mostraré de qué manera realizo yo la limpieza, seguramente habrá otras maneras incluso mejores y estaré encantada de que me comentéis si conocéis algún sistema más eficaz o rápido para realizar esta limpieza tan necesaria.

Lo primero que hago es hacer un buen enjuagado con el chorro de la manguera a presión sobre el contenedor, por dentro y por fuera. Así elimino la mayor parte de restos de sustratos, hojas o raicillas que pueda tener adheridos a su superficie.

A continuación disuelvo unas gotas de detergente líquido de lavar la vajilla en agua clara y restriego con la mezcla todo el contenedor ayudándome de un cepillo con mango de cerdas duras para poder ejercer sobre ella bastante presión y que me permite arrastrar cualquier resto de suciedad que se haya depositado.
Voy alternando agua de la manguera y aguja jabonosa varias veces hasta que la espuma que se forma al restregar con el cepillo sale de color blanco completamente.

Elimino a conciencia la espuma y por último introduzco el recipiente en agua con un buen chorro de lejía. Si, como en este caso, el contenedor no cabe de manera que esté totalmente cubierto por la disolución espero un par de minutos y lo cambio de posición de modo que quede sumergida la superficie que anteriormente no llegó a cubrirse por el agua con lejía.

Un buen enjuagado final elimina los restos que pudieran quedar de lejía y por último lo dejo secar o simplemente como hoy lo utilizo de manera inmediata.








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