Pon un perro en tu vida!!

Parece un eslogan, verdad? Lo es. Yo lo suscribo!! Nuestras relaciones con estos preciosos animales son tan importantes que no me importa que este artículo sea largo. Espero que a vosotros tampoco. Hoy no quiero hablar de jardinería, hoy quiero hablar de ellos, nuestros compañeros, los perros.
Qué gran cosa me hubiera perdido si Golfi e Iker no hubieran formado parte de mi vida!!

Las hojas de los rosales en invierno: ¿Defoliar? ¿No defoliar? ¿Cuándo?

A las puertas del invierno. Los rosales son teóricamente arbustos caducifolios. Digo teóricamente porque el comportamiento que las hojas de los rosales tienen, depende en buena parte del clima dónde se cultivan
En climas suaves, los rosales incluso no llegan a estar en período de dormancia nunca y aunque disminuida siempre tienen algo de actividad vegetativa y conservan la mayoría de sus hojas a lo largo de todo el año.

Por el contrario, en climas fríos como el que tiene mi jardín, los rosales tienen sus hojas ya muy castigadas por las heladas. En un alto porcentaje se han caído o tienen un color muy amarillento/aranjado que hace prever que en breve caerán en buena parte. 
Al final del invierno, de no intervenir el jardinero, los rosales aún conservan buena parte de sus hojas, en un estado lamentable, eso sí. El engrosamiento de las yemas a partir de febrero provocará la caída definitiva de muchas de las hojas que aún permanecen prendidas de sus peciolos y el rosal empezará su actividad vegetativa conservando parte de la vegetación de la temporada anterior.
En otros climas más fríos aún los rosales quedan totalmente desnudos de hojas.
A estas alturas del año en casi todos los jardines los rosales lucen ya hojas viejas, muy dañadas, a veces incluso con insectos en estado larvario en su envés...
  

Qué hacemos con estas hojas? Buena pregunta!! No tengo una respuesta única. Me explico.
Teóricamente conviene eliminarlas porque en estas hojas viejas y muchas enfermas, se conservan esporas y larvas cuya conservación no tiene beneficio alguno para el rosal. Muy al contrario, su permanencia en el rosal permite que sigan estando en ellas esporas e insectos en estado larvarios que una vez vuelvan a subir las temperaturas en primavera, favorecerán el desarrollo de enfermedades y plagas al inicio de la estación.


Luego está claro que si no matizamos, la respuesta es sí, sin duda, conviene eliminarlas!
Bien, esto lo tenemos claro. Ahora vienen dos preguntas?:
La primera es: Hay que eliminar las hojas de todos los rosales? 
Si hemos dicho que defoliar los rosales en invierno contribuye a eliminar buena parte de las plagas hivernantes y de esporas, parece lógico que eliminemos las hojas de todos los rosales. Es cierto, sí, y realizarlo en un arbusto de un metro de altura no es nada ni difícil ni una labor que tardemos en llevarla a cabo más allá de media hora (con limpieza del suelo incluido).


Pero.... y defoliar un rosal trepador adulto? jejejeje La cosa ya no parece tarea tan fácil y rápida. Verdad?
Hasta ahora, y hablo de que éste es el cuarto invierno que cuido de mi jardín, he realizado escrupulosamente esta tarea cada año. Todos y cada uno de mis rosales han sido desnudados de sus hojas manualmente y de forma meticulosa. Ya el año pasado cuando empecé a afrontar la labor me plantee si la siguiente temporada (ésta de este año) podría seguir llevando a cabo este trabajo.
Hasta ahora, los rosales no son todavía enormes. Incluso el trepador más grande que tengo, un jovencísimo Rosa 'Eden Rose 85' (O R. 'Pierre de Ronsard') no ha llegado ni con mucho a alcanzar la envergadura que tendrá en breve. Así está el "pequeñuelo" listo para comenzar su tercer año. En dos o tres años, reconozco que dudo mucho que pueda defoliarlo. Ni subiéndome a una escalera (con el peligro que para mí supone esto porque tengo vértigo) podré alcanzar algunas de sus ramas.

Este año me armaré de paciencia. Comenzaré un sábado o domingo bien temprano y me pondré como meta del día exclusivamente eliminar sus hojas. Pero con las trazas que lleva, el crecimiento que tendrá esta primavera, hará imposible que pueda volver a realizar este trabajo.
Esta siguiente imagen corresponde a un Rosa 'Eden Rose 85' que yo cultivaba en mi anterior jardín y que tenía tan solo cuatro años. No sé vosotros, yo lo veo y me siento incapaz de dejarlo desnudo ajajjaja.
Bien, asumido que en ocasiones, ciertos rosales alcanzan un tamaño que para muchos jardineros (entre los que me encuentro) les resulta imposible afrontar su defoliación, sentí curiosidad por buscar alguna información que me diera ideas de algún sistema para eliminar estas hojas que no fuera el hacerlo de forma manual.
Comentaré lo que he encontrado porque lo he leído en bastantes páginas y algunas de ellas creo que tienen garantías en cuanto a la seriedad de la información que suelen ofrecer.Parece ser que rociar a conciencia (el haz y el envés) el rosal con una mezcla de polisulfuro de calcio mezclado con aceite de invierno en un día soleado (esto importante) provocará que las hojas se "quemen" facilitando que la mayoría caigan por sí solas.
Aclaro que yo no lo he probado aunque también digo que en el momento que encuentre dónde puedo hacerme con este producto voy a intentar comprobar qué resultados da el sistema.
Aun sin saber si el azufre que contiene el polisulfuro de calcio reacciona igual que el azufre micronizado cuando se mezcla con aceite de invierno, sospecho que debe ser efectivo para el fin que buscamos dado que precisamente siempre se advierte  de que no se mezclen nunca el azufre y el aceite de invierno, incluso se acoseja que se dejen transcurrir al menos 30 días desde la aplicación de tratamientos a base de azufre antes de la aplicación del aceite. Y ello mucho menos en días soleados por el peligro de que las hojas se quemen.
Por tanto, parece bastante probable que precisamente, como buscamos eso, que se quemen y caigan, voy a probarlo en alguno de mis rosales y cuando lo haga os hablaré de cómo me ha funcionado. No creo que la defoliación que produzca haga ningún daño al rosal ahora que están prácticamente sin actividad vegetativa.
Si no logro comprar polisulfuro de calcio antes de que llegue el momento de la poda, tendré que hacerlo manualmente como he hecho hasta ahora pero intentaré el asunto. 
Desde luego si el método es efectivo e inocuo, me parece una forma rápida y fácil para lograr deshacernos de esas hojas viejas del rosal evitando así (al menos en parte) enfermedades y plagas en la siguiente estación.
Para quién lo desconozca diremos que este producto concentrado se utiliza para el control de plagas hibernantes de cochinilla, áfidos, ácaros y de forma preventiva para controlar el oídio. Se usa en pulverizaciones mezclado con agua y diría que está aceptado en agricultura ecológica cuando se trata de un formulado al 18,5 % y es utilizado sobre frutales de hoja caduca y parrales de vid.
Para los curiosos, aquí tenéis un vínculo del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente en el que se ofrece información detallada sobre este producto.
Bien ahora vendría la segunda pregunta: Cuándo eliminamos estas hojas viejas de los rosales? Antes o después de la poda?
Aunque solamente sea por razones de economía de tiempo parece lógico pensar que es más práctico eliminarlas inmediatamente tras la poda dado que el tamaño de la planta se reduce y por tanto la cantidad de hojas a eliminar también será menos.
Por qué entonces convendría hacerlo antes de la poda si nos llevará más trabajo? Os daré las dos razones que yo encuentro para hacerlo así.
A mí me resulta más fácil podar con los arbustos completamente desnudos. Veo mejor su estructura y accedo más fácilmente a las ramas que deseo podar

Pero además, le veo otra ventaja y es que yo suelo hacer tres aplicaciones de aceite de invierno para combatir plagas hibernantes y esporas. Comienzo en noviembre/ diciembre y voy aplicando cada mes hasta que podo. Hace unos días he realizado la segunda aplicación del aceite de invierno y lo he hecho con los rosales todavía con bastantes hojas. Me gustaría que la tercera aplicación fuera ya con los rosales desnudos y ello porque indudablemente me permitirá empapar a conciencia todos los tallos y yemas latentes si no tengo hojas que me estorben.
Pero se me ocurre otra razón más y es el ahorro económico. Cada vez que hago una aplicación de aceite de invierno más oxicloruro de cobre a todos los arbustos y pequeños arbolitos de mi jardín me supone llenar al menos 5/6 mochilas de 12 litros. Haced las cuentas y veréis que no sale barato precisamente.
Impregnar bien por ejemplo un rambler con las hojas todavía en las ramas indudablemente se lleva mucha más cantidad de mezcla que hacerlo sobre un rosal desnudo.
Vemos por tanto que aunque teóricamente convendría eliminar  las hojas de todos los rosales, no siempre dispondremos del tiempo, de la energía e incluso por dificultad de acceder a algunas partes del rosal, podremos realizar este trabajo.
De otra parte, el hacerlo antes o después de la poda parece bastante indiferente estando como están los rosales sin actividad. Si la permanencia de las hojas no os dificulta la tarea que tendremos que realizar allá por febrero (en climas fríos con heladas) podría realizarse perfectamente después. Así nos ahorraríamos eliminar hojas de ramas que se van a cortar en febrero.
En caso contrario, como es mi caso, y como me supone una tarea en la que no voy a tardar ni un día ni dos, me lo tomo con calma y en este mes que me queda hasta la próxima aplicación de aceite de invierno con oxicloruro de cobre, iré poco a poco eliminando las hojas de todos los rosales que pueda. Haciéndolo así la tarea no será tan laboriosa y cansada.
Digamos por último que si la eliminación de las hojas viejas es un asunto de higiene muy importante, no lo es menos la escrupulosa limpieza del suelo tras realizar este trabajo.

Una vez defoliado el rosal hay que barrer bien todo el terreno que rodea la base para evitar precisamente que la permanencia de hojas infectadas de esporas y larvas permanezcan en él y contribuyan a contagiar la planta en primavera.
Ya lo hemos comentado varias veces pero lo repetimos aquí, las hojas de los rosales, precisamente porque tardan bastante en compostarse, porque tienen aguijones que pueden dañarnos a la hora de manipular el compost con las manos, pero sobre todo porque son un foco de infección, no deben incorporarse a la pila del compost si no que es preferible quemarlas si disponéis de un lugar y espacio para ello en el jardín o embolsarlas y tirarlas a la basura.
Aquí lo dejo...por cierto, como van las compras navideñas? Decidido el menú de Nochebuena? Disfrutando ya de la compañía de algunos de vuestros queridos familiares? En breve yo iré a por mi madre y estará aquí conmigo un tiempo, lo cual, para mí es una gran alegría el poder estar junto a ella al menos un tiempecito.
Un saludo, queridos lectores.


Bebedero para pájaros de cemento

A veces, de los errores, salen cosas que no están del todo mal. Me explico. Este verano intenté hacer algunos recipientes para el jardín construidos con algo que se conoce como hypertufa pero no tuve mucho éxito y lo cierto es que no persistí en el intento. Tendré que volver a intentarlo cuando pase el frío fuerte.

La cuestión es que me había llevado al jardín secreto todos los bártulos. La carretilla, pala, saco de cemento, arena, turba, vermiculita y tenía ya todo lo que precisaba para hacer estos recipientes. Hice uno que quedó precioso pero mi impaciencia dio al traste con la prueba. Se rompió!! Si es que a veces no tengo espera. A ver si me hago mayor y me atempero un poco ajjajajaj (más mayor quiero decir! ;))

No era cuestión de devolver todas las cosas a su sitio sin haber logrado nada, eso me hubiera frustrado mucho, así que me dio por intentar hacer un bebedero de cemento.
No quería un cemento liso y pulido que tuviera una apariencia artificial en el jardín. Pretendía un cemento con aspecto rugoso, áspero, con oquedades dónde con el tiempo se acumulara la tierra, la humedad, incluso alguna semilla y que pudiera "envejecer" con mayor facilidad.

Como en realidad no tenía muchas esperanzas de que me quedara bonito no hice fotografías de todo el proceso. Pido disculpas!1 
Pero os explico más o menos el proceso:
1.- Su realización fue muy simple y sencilla. Usé como molde un gran barreño de los que se suelen tener en los lavaderos. Bastante profundo.
2.- A continuación recorté en forma de corazón un trozo de esponja floral (material que suele ser verde, una especie de espuma densa que se usa para hacer arreglos florales y que se puede encontrar en los chinos).
3.- Pero quería que este corazón tuviera en su base una especie de hueco para que cupiera más agua y que pudiera usarse como bañera si los pájaros decidían darse un baño. A la vez, pensé que depositando pequeños guijarros en él embelleciera el recipiente y serviría para formar una especie de rampa que animara a los pájaros a meterse en el agua sin peligro de ahogarse. 
De modo que recorté un trozo bastante informe también de esponja floral para colocarlo debajo del corazón.

4.- Forré con una bolsa de basura el barreño cuadrado (para luego,  una vez seco, poder extraer fácilmente el bebedero).
5.- Hice la mezcla de cemento (una palada de cemento, dos de arena, una de grava y algo de agua). Usé arena bastante gruesas para darle mucha textura a la mezcla.
6.- Deposité una buena capa (5 cm) en el fondo del barreño. Puse en el centro el trozo de espuma floral que luego sería el "hueco" bajo el corazón. Agregué más cemento al barreño hasta llegar a la altura que quería el corazón.
7.- Puse sobre el trozo de espuma floral de abajo, el corazón y rellené todo a su alrededor con cemento.
8.- Como la mezcla tenía grava algunos pequeños guijarros aparecieron arriba pero yo quería que algunos de ellos se vieran limpios, así que, antes de que la mezcla secara introduje algunos guijarros en la superficie del cemento.
9.- Procuré que la parte superior del bebedero no resultara lisa si no que tuviera pequeños desniveles. Incluso con un cuchillo practiqué alguna grieta.
10.- Esperé una semana (esta vez quería asegurarme  ajjajaja y que no se me rompiera) y tirando de la bolsa de plástico con la que forré el barreño saqué el bebedero. Pesa como un muerto!! Lo puse boca abajo para que se secara bien por la zona que había estado en contacto con el plástico y lo dejé unos cuantos días antes de manipularlo.
En fin, a falta del recipiente de hipertufa que era mi verdadero proyecto (y que no desisto de lograr jajajaj), hice este bebedero que creo que no quedó del todo mal.
Lo he tenido medio abandonado allí dónde lo hice, en le jardín secreto echando constantemente agua en él para que el cemento se lavara bien. No es cosa de dar de beber agua tóxica a los pájaros. Verdad? :)
Pero el otro día decidí ya buscarle un buen lugar para usarlo para el propósito para el que lo construí. 
Brrrr qué aspecto tiene ahora el jardín! El normal en esta época, claro. Es casi casi invierno!!! Pero qué hermoso está el suelo en diciembre... el acolchado se cubre con las hojas de los olmos y da un aspecto tan precioso! Cuanta belleza hay siempre en el jardín...no importa el momento, siempre hay hermosura en él.

Cerca de un banco de piedra que tengo en el margen del camino que recorre el seto norte creo que quedó bien. Tiene la sombra de la encina, lo que impedirá que el agua se evapore demasiado deprisa y que, en verano, se mantenga más o menos fresca. Además, las ramas de la encima que no es muy alta, servirá para que los pájaros huyan hacia ellas en el caso de que venga algún depredador.
Pero además, este seto tiene instalado riego por goteo así que he aprovechado y he ubicado el bebedero por debajo del nivel de una tubería de modo que uno de los goteros, cuando esté en funcionamiento el riego, dejará caer agua sobre el bebedero. Así, si me olvido de llenarlo, el propio riego lo hará por mí. Con limpiarlo bien con la manguera a presión una vez cada pocos días, los pájaros de mi jardín tendrán otro espacio dónde darse un refrescante baño en los calurosos días de verano y dónde tomar un trago de agua. 

Con el tiempo se integrará mejor cuando vaya envejeciendo. Se verá menos artificial. Eso pienso. Ya veremos. Os gusta cómo ha quedado? A mí no me disgusta. Quizás demasiado pequeño. No?

NOTA. Quizás alguno de vosotros quiera saber qué hay que tener en cuenta a la hora de ubicar y construir un bebedero para los pájaros del jardín. Aquí tenéis un enlace a un artículo que habla de esto.

Cómo trasplantar un árbol o arbusto grande y consolidado con zanja y poda de raíces

Hace unos días, en un Grupo de Facebook, una amiga me pidió consejo sobre el trasplante de un precioso Corylus avellana 'Contorta' al que le tiene un especial cariño y no desea dejar en el jardín que hasta ahora cultivaba y dónde crece hace muchos, muchos años! Como es lógico prefiere intentar llevárselo al nuevo jardín. La forma de efectuar el trasplante de un ejemplar consolidado como es éste requiere de mucho cuidado, de previsión, de tiempo para realizarlo y de ganas de currar jajajaja Pero merece la pena intentarlo.

Pensé que hasta ahora no habíamos tratado este asunto de los trasplantes en el blog y que podría ser interesante escribir un artículo sobre el mismo. A ello vamos!!
En ocasiones nos vemos obligados a realizar el trasplante de un arbusto o incluso un pequeño árbol a una nueva ubicación en el jardín.
Sea porque ha crecido más de lo que pensábamos y el espacio inicialmente asignado resulta ya demasiado reducido; sea porque las plantaciones cercanas están creciendo demasiado densas junto a él; incluso puede darse el caso de que, han pasado los años y su crecimiento está estorbando el paso de un camino o de un acceso. O simplemente porque, por razones estéticas, no nos gusta allí dónde crece. La cuestión es que nos vemos en la tesitura de cambiar la ubicación del arbusto o arbolito.
El sistema para hacer este trasplante y el momento del año para realizarlo dependerá de tipo de planta y sobretodo de su tamaño.
En todo caso, y usemos el sistema que usemos y lo hagamos en la temporada del año que lo hagamos, debemos recordar que el éxito depende en buena manera de que en todo momento la hidratación no se descuide.
Tanto antes de empezar a extraer la planta de su lugar, como una vez replantada en su nuevo sitio y sobretodo durante el primer año tras su trasplante, el arbusto no debe sufrir en ningún momento carencia de agua. Solo manteniendo los riegos precisos podremos paliar el estrés que siempre supone un trasplante.
Si se trata de especies de hoja perenne es preferible afrontar estos trabajos al inicio de la primavera. En caso de que estemos trasplantando un arbusto o árbol caducifolia el otoño es la estación más conveniente para hacerlo.
Indudablemente tenemos la opción de trasladar el ejemplar a raíz desnuda si es caducifolio y su tamaño es pequeño. Pero si lo que pretendemos es mover de lugar de plantación es un ejemplar perennifolio, el sistema de raíz desnuda no nos resulta válido. Sí o sí, habrá que trasladarlo con las raíces acompañadas del suelo correspondiente.
Muchos de nosotros hemos plantado muchas veces rosales a raíz desnuda, pues el caso de un arbusto o árbol es el mismo: un ejemplar extraído del suelo dónde crecía sin la tierra.
Veamos los dos casos que suelen producirse a la hora de trasplantar:

Primer caso: ARBUSTO DE PEQUEÑO TAMAÑO  y QUE O LLEVA MUCHO TIEMPO CRECIENDO EN UN LUGAR.

El caso menos problemático es este, el de un ejemplar que lleva poco tiempo creciendo en ese lugar y, al no haber tenido tiempo de desarrollar un cepellón de raíces demasiado grande, su traslado no será tan complicados y además siempre será más fácil su arraigo.
Iremos recortando todo alrededor del cepellón con una pala de punta recta haciendo que penetre verticalmente en el suelo. Con esto habremos recortado todas las raíces que sobresalen del cepellón hacia el suelo. Generalmente, si el arbusto es pequeño, simplemente con dos palas clavadas verticalmente y que ejerzan cierta presión la una frente a la otra, será suficiente para sostener el cepellón y extraerlo del suelo.

Pero si el tamaño es ya algo mayor o por la dureza del suelo vemos que esto se hace difícil, convendría una vez recortado el cepellón, eliminar el suelo que lo rodea formando una pequeña zanja a su alrededor. De esta manera tendríamos el espacio necesario para maniobrar mejor con las palas.
Es de vital importancia que el cepellón se mantenga todo lo unido que se pueda e impedir sobretodo que se rompa. La ruptura de las raíces pondría en juego las posibilidades de que arraigue de nuevo una vez plantado en su nueva ubicación incluso puede ocasionar la muerte del arbusto.

Segundo caso: ARBUSTO O ÁRBOL DE GRAN DESARROLLO CONSOLIDADO Y QUE LLEVA CRECIENDO EN EL LUGAR MUCHO TIEMPO.

Hoy quería centrarme en este segundo caso de trasplante que suele conllevar mucho más trabajo, más difícil y en el que hay más riesgo de fracaso.
Es el caso de un arbusto o árbol completamente establecido y que lleva mucho tiempo creciendo en su ubicación en el jardín. Hemos hecho obras y ya no tiene disponible el espacio que en principio le habíamos asignado o con el tamaño que está adquiriendo ya molesta para el paso de un camino... 
Entramos en la dinámica de poda/mayor crecimiento/ mayor necesidades de poda. Es lo habitual. Hay que tener en cuenta que la poda no sirve para reducir el tamaño de un ejemplar. Todo lo contrario, cuanto más podamos, más fomentamos el crecimiento. Las plantas tienen el tamaño que tienen cuando son adultas y pretender reducirlo a base de podas es un error. Además, esta constante mutilación de la planta no es nada que beneficie.
En fin, la cuestión es que te ves en la situación de que tienes en el jardín un ejemplar de buen tamaño y que lleva ya muchos años creciendo en esa ubicación y nos vemos e la necesidad de cambiarlo de lugar.
El stress del trasplante. La importancia de las raíces.
En este caso su sistema radicular se habrá desarrollado en un perímetro muy superior al caso de los arbustos que tratábamos anteriormente.
Este tipo de trasplante conlleva mucho más riesgo dado que para su traslado a otra zona del jardín nos vemos obligados a dañar buena parte de las pequeñas raicillas a través de las que el ejemplar toma el agua y los nutrientes del suelo.
Recordemos lo que decíamos en un artículo en que se trataba de la importancia de las raíces: Las raíces de un árbol o arbusto son de dos tipos.
Imagen de http://www.e-junior.net/articulo/2380/germinacion-y-crecimiento-de-las-plantas
De una parte están las raíces principales. Son leñosas, gruesas, rígidas y cuya función principal es el anclaje de la planta al suelo pero también servir de conexión entre la infinidad de pequeñas y finas raíces. 
Estas raíces principales se ramifican dando lugar a raíces secundarias o laterales y en éstas, a su vez, en sus extremos se formarán las raíces más finas.
Estas raíces más finas solo están cubiertas por la epidermis radicular o rizodermis y de ellas brotan los pelos radicales.
Los pelos radicales (también llamados pelos absorbentes) aumentan la superficie que la raíz tiene para absorber nutrientes y agua del suelo. Apenas viven unos días, no tardan en secarse y desprenderse y son sustituídos por otros nuevos que se crean próximos al ápice
Teniendo en cuenta esta estructura de las raíces podremos valorar mejor los peligros del trasplante. Se entiende así mejor la necesidad de llevar sumo cuidado cuando trasplantamos un árbol o arbusto de lugar. 
Si en esta operación de trasplante rompemos demasiada cantidad de pelos radicales o dañamos los extremos de las raíces más finas eliminando la fina capa que las cubre (rizodermis) las raíces perderán su capacidad de absorción al menos por unos días, en tanto no vuelvan a desarrollarse más pelos radicales
Es lo que todos los jardineros hemos comprobado casi cada vez que plantamos o trasplantamos una planta, el conocido shock del trasplante.

De ahí también que sea necesario cuando efectuamos un trasplante o incluso cuando plantamos una planta por primera vez, efectuar una poda de parte del largo de sus ramas e incluso de sus hojas si está en actividad vegetativa o es un ejemplar perennifolio. Con ello las raíces, dañadas en la operación de trasplante, deberán abastecer a una menor masa vegetativa. De lo contrario, un sistema radicular dañado será difícil que pueda seguir abasteciendo a la parte aérea del arbusto trasplantado.
Observemos qué está pasando debajo de tierra cuando trasplantamos un arbusto de poco desarrollo y comparémoslo con lo que ocurre cuando movemos de lugar un arbusto bien consolidado y con un aparato radicular completamente crecido:

Vemos en el primer caso que aunque con la pala cortemos un círculo alrededor del cepellón, estamos en efecto eliminando parte de estas raicillas tan importantes. Pero el daño que estamos efectuando a la planta no es comparable con el que ocasionamos en un ejemplar consolidado.
Realización de una zanja en el perímetro del cepellón que queremos trasladar de ubicación
Para minimizar los daños del trasplante en este caso, se aconseja que cuando pretendemos trasplantar un ejemplar que lleva mucho tiempo creciendo en un lugar lo hagamos con un sistema algo más lento pero que nos garantizará en mayor grado el éxito del mismo.
Se trata de practicar una zanja lo suficientemente ancha como para trabajar con comodidad alrededor de todo el perímetro del ejemplar (la zanja no debería ser mucho menor de 15/25 cm y de una profundidad de al menos 30/40 cm)
El tamaño de este cepellón que dejaremos estará en función del tamaño del arbusto y también, no cabe duda, de nuestras posibilidades.
Relleno de la zanja con sustrato mullido y con mucha materia orgánica.
Por eso es importante que durante el otoño del primer año hagamos la zanja y la rellenemos con una mezcla de sustratos muy mullida, muy esponjosa, que mantenga bien la humedad y que se componga de mucha cantidad de materia orgánica
Con esta mezcla estaremos animando al desarrollo de pequeñas raicillas que se desarrollaran desde el arbusto y se adentrarán en la mezcla. Estas raicillas que serán las que permitan a la planta seguir tomando el agua y los nutrientes del suelo dónde lo ubiquemos, minimizarán los daños ocasionados por el estrés que es inevitable.
Se aconseja precisamente no realizar el trasplante hasta el año siguiente. Durante estos meses habrá tiempo del desarrollo que mencionamos.
Tenemos una tendencia a creer que pasadas las altas temperaturas del verano, las plantas no precisan riego alguno y aunque eso puede ser cierto en algunos jardines del norte de nuestro País dónde las lluvias otoñales son copiosas, en otras zonas geográficas hay que estar muy al tanto de este tema y regar en profundidad de vez en cuando incluso en invierno, especialmente cuando se preveen heladas.
En este caso, una vez hemos realizado la poda de las raíces y hemos practicado la zanja, es imprescindible que el sustrato que usaremos para rellenar así como el propio cepellón estén en todo momento con suficiente humedad. 
Una buena capa de acolchado en forma de corteza triturada o cualquier otro material nos resultará muy práctica evitando evaporaciones innecesarias y preservando las raíces del arbusto de las bajas temperaturas del invierno y del calor del verano.
En general el otoño es un buen momento para realizar la poda de las raíces. Si no podemos esperar de ninguna forma (o somos tan impacientes que no queremos hacerlo jejeje) podemos intentar llevar a cabo el trasplante la primavera siguiente. Al menos le habremos dado a la planta la oportunidad de desarrollar finas raíces en estos pocos meses. 

Pero ya digo, lo ideal es hacer la zanja en otoño y que la planta no tenga que producir su desarrollo aéreo durante los meses de actividad vegetativa si no que tenga un tiempo para dedicarse exclusivamente a reponer su sistema radicular.
En todo caso, creo que para ejemplares con un cepellón realmente grande o que lleven muchos años creciendo en un lugar, es imprescindible que transcurra este año que os comento. 

Pero a los impacientes (como yo) les animaría a que, antes de proceder a la extracción definitiva de la planta, comprobasen que se han desarrollado suficientes raíces fibrosas en la zona de la zanja excavada y si no es así, resistieran la tentación de seguir procediendo con el traslado.
Esta fotografía muestra las maravillosas nuevas raíces surgidas hacia fuera del cepellón tras haber hecho una zanja meses antes. Como puede comprobarse el riesgo de trasplante en esta situación es mucho menor. Verdad?
http://www.ruppertnurseries.com/root-prune-root-prune-question/



El trasplante:
El tiempo que transcurra entre la poda de las raíces y el trasplante final dependerá del tamaño de la planta. Del tipo de arbusto del que se trate y de las necesidades del jardinero.
En general pensemos que cuanto más grande es una planta, más tiempo precisará para que se desarrollen esas finas y pequeñas raicillas que estamos pretendiendo y también más tiempo deberá transcurrir hasta que vuelva a asentarse en su lugar definitivo.
Este trabajo no es nada fácil. Necesitaremos ayuda de un amigo y precisaremos en ocasiones para mover el ejemplar el uso de carretillas y de otros inventos ya que el peso que puede llegar a tener el cepellón no es nada desdeñable.
Trasplantar un ejemplar consolidado y de buen tamaño sin el desarrollo de estas raíces pequeñas, supone haberle eliminado precisamente una gran de su sistema radicular, en concreto las raíces "alimenticias" de la planta y tal cual ubicarla en su nuevo lugar sin contar con los elementos que necesitará para seguir nutriéndose e hidratándose. 
Por el contrario dejar pasar unos meses entre el momento en que practiquemos la zanja y la rellenos y el momento en que efectuemos el traslado de lugar, supondrá llevarse ya un ejemplar con nuevas raicillas desarrolladas y por tanto con más posibilidades de arraigar en su nuevo lugar de plantación. Estas raicillas serán las que se desarrollen rellenando la zanja que previamente habremos cavado el año anterior y servirán al arbusto para, tan pronto esté en su lugar definitivo, contar con las herramientas precisas para tomar el agua y los nutrientes del suelo.
Siempre os digo que en jardinería la previsión y la planificación es de suma importancia. Es verdad que se pueden hacer las cosas con precipitación, tomar una decisión y llevarla a cabo de forma inmediata pero indudablemente esta forma de actuar tiene menos posibilidades de éxito.

Quisiera aclarar algo de perogrullo y es que a la hora de extraer el nuevo cepellón deberemos cavar una nueva zanja en un perímetro que abarque la zona que rellenamos de sustrato mullido y dónde se supone que se habrán desarrollado gran cantidad de raíces fibrosas.
Cuanto más separada del tallo principal esté esta zanja última, menos pequeñas y nuevas raíces estropearemos. Tengamos en cuenta que precisamente estamos usando este método para intentar llevarnos la planta con la mayor cantidad de esas raíces por tanto tengamos sumo cuidado a la hora de la extracción.
El cepellón que nos "llevaremos" con la planta será  por tanto de mayor diámetro que el que inicialmente habremos recortado.

Este aspecto hay que tenerlo en cuenta y sopesar las necesidades del ejemplar según su tamaño y las posibilidades reales que nosotros personalmente tendremos en el momento de inicial de podar las raíces ya que repercutirá en el tamaño y peso del pan de tierra que tendremos que mover de un lugar a otro del jardín.
También es posible, dependiendo de la planta, practicar el corte de raíces en primavera y realizar su traslado el otoño siguiente pero en este caso la planta dañada en sus raíces deberá soportar los rigores del verano lo que convierte al riego en este caso en especial un elemento absolutamente imprescindible si queremos que la planta supere el estrés (en todos los casos siempre que se trasplanta hay que cuidar del riego).
El traslado del ejemplar extraído del hoyo de plantación
Para efectuar el traslado hay varios sistemas que nos pueden ayudar y facilitar el trabajo.
Este trabajo es difícil realizarlo un jardinero solo. Casi que creo que es imprescindible que alguien nos ayude. Así pues, convendría que mientras uno de los jardineros, ayudándose de la pala inclina el cepellón antes de extraerlo, el otro, aunque sea con dificultad, intente meter la mitad de una arpillera de tamaño suficiente para envolver todo el cepellón final. Luego, inclinando el pan de tierra en dirección contraria, uno de los jardineros tirará de la arpillera hasta tener cubierto todo el cepellón.
Una vez metida la arpillera es imprescindible cubrir con ella el cepellón por la parte superior. Para ello, conviene que la aspillera (o el material que usemos para tal fin) sea de tamaño generoso. Mediante alambre, clavos, cuerdas, o del modo que se nos ocurra es aconsejable que quede bien sujeta.
Envuelto así el cepellón puede intentar sacarse del hoyo de plantación. Es importante que sepamos que nunca debemos tirar del tronco si no ejercer la fuerza desde el cepellón hacia arriba. Lo contrario es arriesgado y puede ocasionar la ruptura de la base de la planta.
Una vez fuera del agujero podríamos ubicarlo sobre un trozo de malla de alambre flexible colocada ya a nivel del suelo. Con esta malla forraremos por fuera la arpillera formando una especie de "jaula" y lograremos que el conjunto esté suficientemente consolidado para que aguante el traslado de lugar sin que se rompa ni se dañe el pan de tierra.
En ocasiones el tamaño de estos cepellones es tan grande y pesa tanto que no es nada fácil eliminar estos materiales de los que nos valemos para su traslado.
El viaje hasta el lugar definitivo no es tampoco fácil. El peso y la envergadura de la planta es a veces tan grande que es bastante complicado trasladarlo a través del jardín.
Si queréis ver en detalle un el "paseo" que tubo que hacer una de mis catalpas desde la entrada a su lugar de plantación podéis pinchar en el enlace. Comprobaréis que era tanto lo que pesaba que nos vimos obligados a poner el árbol sobre unas puertas sobre las que lo hacíamos desplazarse. En fin, toda una odisea!!

Debemos saber si la arpillera que estamos usando es sintética o natural sin tratamiento alguno. Si es este el caso, aunque quedara algún trozo de ella bajo tierra el tiempo se encargaría de ir deteriorándola y llegaría a "compostarse" de forma natural sin ocasionar daño alguno a la planta. De todos modos es mejor intentar eliminarla en su totalidad si no resulta posible.
Lo que sí hay que quitar del todo es la malla metálica y clavos, cuerdas o cualquier material del que nos hayamos valido para sujetar y envolver bien el cepellón.
Os muestro qué tamaño (y peso) puede llegar a tener un cepellón de un árbol cuando estamos trasplantándolo (en este caso desde el vivero a mi jardín. Creció en el suelo y meses antes de traerlo a mi jardín hicieron la zanja)

La plantación en el lugar definitivo

Y por último, previamente al día que tenemos decidido realizar el trasplante, deberíamos tener ya listo el hoyo de plantación como es lógico. De no ser así estaríamos exponiendo el cepellón a unas condiciones en las que puede resecarse y que las raicillas se dañen.
Por supuesto, antes de llegar a meter el arbusto en este hoyo tendremos que regar copiosamente la zona para que sea recibido por un suelo bien húmedo (no encharcado) y en paralelo nos aseguremos de que este hoyo tienen un perfecto drenaje.
Durante al menos el siguiente año una vez plantado definitivamente el arbusto continuaremos cuidando escrupulosamente de su hidratación. En tanto el arbusto no reponga del todo su sistema radicular, estará mermado en su capacidad de abastecer a la planta del agua y de los nutrientes que precisa. Que el suelo que le rodea esté húmedo es una forma de ayudar a su posterior y definitivo arraigo.

Cómo conservar las plantas hasta el momento de la plantación

Hoy quería mostraros como conservo las plantas vivaces y un arbusto que me llegaron en el último pedido hasta que encuentre el momento de la plantación.

No siempre pueden ponerse en tierra tan pronto compramos las plantas o llegan con una empresa de transporte. Las razones pueden ser muy diversas

  • Estamos atareados y no disponemos del tiempo de hacer la plantación.
  • No tenemos decidida la ubicación en el jardín que le asignaremos.
  • No disponemos de sustratos adecuados para el hoyo de plantación o el relleno del contenedor.
  • Las condiciones climatológicas nos impiden que las podamos plantar.
  • Las condiciones del suelo no son las adecuadas para efectuar el plantado.
En fin, a todos nos ha pasado. Tenemos las plantas en casa y por un factor u otro no podemos plantarlas. Cómo las conservamos? qué hacemos con ellas? Bueno, si la situación no supera los dos o tres días, no hay problema. Aguantan perfectamente en un lugar protegido siempre que recién lleguen a casa reciban un poco de agua y estén estos días a la espera con el sustrato húmedo.
Tampoco suele haber problema cuando estamos hablando de grandes arbustos que compramos en contenedores de buen tamaño. Vienen con un cepellón desarrollado, metidas en contenedores que permiten que sus raíces permanezcan hasta la plantación con la humedad necesaria.
El problema se da cuando se trata de diminutos contenedores, habitualmente forman parte de pedidos online y suelen ser vivaces. Se trata de ejemplares muy pequeños, con un sistema radicular poco desarrollado y el poco sustrato que rodea sus raíces no tiene capacidad de conservar la humedad ni la temperatura adecuada por mucho tiempo.
Aclaremos que igualmente pasa cuando compramos pequeños planteles de hortalizas que luego cultivaremos en los bancales del huerto.
Si las dejamos en un rincón del jardín es fácil que las bajas temperaturas nocturnas lleguen a dañar sus raíces. Pensemos en la ínfima cantidad de tierra que hay alrededor de ellas. La helada es fácil que penetre hasta el centro del cepellón porque apenas son unos pocos centímetros de tierra los que hay.
Y además, las riegas y es tan poco el sustrato que rápidamente se secan. Eso si durante un día no le da al sol por calentar bien y cuando llegamos la planta está lánguida y el sustrato reseco.
Unas plantas en estas condiciones están sufriendo y cada día que pasa sin plantar su deterioro va en aumento.
Esta es la situación que se me está dando a mí. De las que vinieron en el último pedido la mayoría eran vivaces salvo tres arbustos. Dos de ellos los planté al día siguiente puesto que tenía decidido su lugar en el jardín. En cambio las vivaces y uno de los arbustos quería pensarme muy bien las cosas a la hora de decidir en qué sitio crecerán.
Son vivaces la mayoría que llegan a tener buena envergadura y que no crecen bien en cualquier lugar así que sabiendo que podrían pasar bastantes días, incluso semanas, hasta que encontrara un lugar adecuado para ellas, desde que llegaron las conservé de la manera que suelo hacerlo. 
No se precisa más que un contenedor amplio. Puede valer una jardinera o simplemente una caja de poliespan.
Eso sí, es necesario practicarle los correspondientes agujeros de drenaje. De lo contrario las raíces podrían pudrirse en un sustrato encharcado.

Un poco de sustrato en la base de la caja. A continuación se colocan las plantas extraídas de sus contenedores y rellenamos con sustrato ligero y mullido. 

Si quisiera advertir del cuidado que debemos tener con las etiquetas. Es fácil que al sacarlas del contenedor las etiquetas caigan sobre la mesa o el suelo en el que estemos trabajando y se mezclen así que evitemos este problema llevando cuidado para que luego no tengamos problemas de identificación.

Yo rellené con algo de mezcla que me sobró de cuando planté los rosales  raíz desnuda (una mezcla de sustrato, compost de hojas bien maduro, turba rubia y algo de vermiculita).
Un riego que humedecerá este sustrato y las plantas pueden pasar así tranquilamente varias semanas hasta que las llevemos a su lugar definitivo.
Agrupadas se protegen de la deshidratación y del frío mucho mejor. El poliespan además es bastante aislante así que las heladas no las dañarán colocadas de esta forma.
Estamos prácticamente en invierno. Las plantas están en parada vegetativa la mayoría así que no tienen demasiadas exigencias. Eso sí, no pueden estar demasiados días con las raíces absolutamente secas ni padecer un frío que congele el cepellón y llegue a tener temperaturas que no tendrían protegidas por el suelo del jardín y los acolchados. Así que pienso que este sistema es fácil, no requiere ningún material especial y tan solo nos llevará unos minutos dejarlas bien protegidas a la espera de que les llegue su momento.
Que paséis un buen lunes!! 

Frío, viento, lluvia...y una mimosa dañada

La noche ha sido terrible. Lluvia que aunque no abundante ha caído sin cesar hasta la mañana, pero sobretodo fuertes ráfagas de viento que zarandeaban los árboles a su antojo.
Esta mañana lo primero que he hecho al levantarme ha sido recorrer el jardín para hacer una revisión de posibles daños. La lluvia puede ocasionar daños cuando es extremadamente fuerte, de hecho ya os mostré los destrozos que provocó la lluvia en mi jardín a primeros de julio, pero es el viento lo que más me sobrecoge. Una rama gruesa de un árbol desgajada por acción del viento puede ocasionar muchos daños en infraestructuras, tejados, vallas... de ahí que siempre me preocupe cuando está soplando con fuerza como anoche.
Nada, no ha habido consecuencias nocturnas graves. Solo esta rama de la mimosa que había en el huerto.
Tenía dos ramas de buen calibre, una ya estaba muerta desde el año pasado y esta segunda que el viento arrancó esta noche. 
Tan pronto pueda cortaré la Acacia dealbata desde abajo sin dejar tocón alguno. Quitar las raíces no podré porque supondría levantar buena parte del suelo del huerto, mover las dos composteras, quitar el bancal más próximo.... y la verdad, no voy a hacerlo ahora.
Las mimosas son árboles poco longevos y yo tengo claro que las mías, que llevan en este jardín más de treinta años, irán muriendo poco a poco no tardando demasiados años. Si soy sincera, son tantos los problemas que me originan que no siento demasiada pena por ellas, la verdad. Una menos que me da problemas!! 

Proyecto de una terracita en zona del jardín con pendiente

No se puede pretender cambiar totalmente el suelo de un jardín pero sí podemos modificarlo en parte. Yo lo hago aportando materia orgánica constantemente sobre el suelo de todos los arriates y más radicalmente llenando los hoyos de plantación con mezclas de sustratos que animen al desarrollo de las raicillas recién plantados los rosales y arbustos (bueno, vivaces también).
Sé que tarde o temprano las raíces deberán adentrarse en el suelo original y que no siempre será grato para ellas porque el hoyo, por muy generosa que sea yo excavándolo, tiene un límite. Una vez ocupen este espacio no les quedará otra que empezar a entrar en un medio más hostil.
He leído que hay jardineros que no están de acuerdo con esta práctica porque argumentan eso, que a la larga, no les quedará más remedio que crecer en el suelo que hay y se limitan por tanto a intentar modificar en lo que pueden el suelo original en general sin modificar en exceso el hoyo de plantación.
Sí, así es, pero creo que no tiene las mismas posibilidades de desarrollo e incluso de supervivencia una plantita con un diminuto cepellón (Que es como las solemos comprar) que tan pronto está en el suelo tiene que animarse a sacar raíces hacia un suelo poco amigable, que un ejemplar con un cepellón ya bien desarrollado que ha tenido el tiempo de una o dos temporadas para ir aclimatándose al jardín y que dispone inicialmente de espacio a su alrededor con un suelo dónde le resulta fácil generar más raíces. Bueno, esto es mi opinión y de momento haciéndolo así me está dando buenos resultados en general.
Digo todo esto porque cada plantación que realizo supone la extracción de una buena cantidad de tierra que, dado que mi jardín tiene un suelo de tan pésima calidad, no resulta aprovechable.
Cuando estás al inicio de la creación del jardín cualquier otro espacio es bueno para ir dejando esa tierra de poca calidad, pero  el problema comienza cuando el jardín ya está formado en sus líneas principales. Qué hacemos con esa tierra? Dónde la dejamos? 
Sacar este material del jardín supone ir llevándolo en sacos a los puntos limpios de nuestra localidad. Ello precisa de tiempo, gasto de gasolina y esfuerzo.
De otra parte, y este es el tema que quería tratar hoy, están las circunstancias concretas de este rincón que deseo crear siendo como es un jardín implantado en una parcela con pendiente. En este caso dos son los problemas con los que tengo que lidiar:
- La inexistencia de suficiente espacio en plano para depositar mesa y alguna silla más por el problema de la pendiente del suelo.
- Ramas demasiado bajas de un enebro que se halla sobre este espacio.
Para mí los desniveles y pendientes permiten jardines mucho más interesantes. Posibilitan la creación de rincones, terrazas, recovecos, caminos... con una belleza que desde mi punto de vista no logra nunca un jardín totalmente plano. Indudablemente tiene más interés un jardín que se tiene que recorrer para llegar a conocerlo entero que uno en el que desde cualquier punto puedes visualizar la totalidad del mismo.
Si bien es verdad que son jardines en los que se tiene que invertir mucho más tiempo, esfuerzo, materiales y dinero para crearlos, el resultado no es comparable.
Pero como todo en la vida, a veces una ventaja también supone unos contras. Crear en este tipo de jardines como el mío, zonas de descanso, terrazas, espacios para ubicar mesas y asientos, no siempre es fácil y supone la inversión de un esfuerzo añadido.
Este es el caso de la zona central del jardín. En él hay un gran enebro que por haber crecido desde el inicio en una gran pendiente, se desarrolló con bastante inclinación hacia la zona baja del jardín.
Tanto es así que la mitad de su copa, la que está orientada al sur, tenía su parte más baja excesivamente cerca del suelo.
Este espacio bajo el enebro creo que puede convertirse en un centro de interés en mi jardín. Bordeado en su parte baja por un arriate de rugosas es un punto del jardín desde el que se divisa buena parte del centro del jardín así como el portón de madera que da acceso al huerto. Me encanta!!
En primavera, cuando el calor es más soportable, muchas veces me traigo los platos aquí y como sobre una pequeña mesita que coloqué con tan sólo un par de sillas. El gran enebro, a modo de enorme parasol, aporta a este punto del jardín una estupenda temperatura al resguardo de los rayos del sol.
Cual es el problema entonces? La pendiente!! Aunque con un ligero nivelado del suelo inicial logré espacio suficiente para la ubicación de esta mesita y sillas que os comento, está claro que no hay el terreno suficiente para colocar una silla más que me gustaría y desde luego, no resulta cómodo transitar alrededor de estos muebles debido a que a muy poca distancia el suelo deja de estar en horizontal para convertirse en un suelo inclinado que es dificultoso de pisar.
Cuando comienzas un jardín, a veces no descubres las posibilidades de algunos espacios desde el comienzo pero a poco que empiezan a desarrollarse las plantaciones y que el jardinero "vive" su jardín, rápidamente se percata de que hay puntos en el jardín que no deben desaprovecharse y que incluso merece la pena invertir algo de esfuerzo en ellos para crear puntos focales o rincones que puede embellecer el jardín y ayudar a un mayor disfrute de él.
Bien, mi intención es ampliar el terreno sobre el que ahora se asienta esta mesa y sillas y crear ahí una especie de pequeña terracita desde dónde disfrutar de la zona central del jardín.

No tengo todavía definitivamente decidido como será la terraza.  Por eso el título de este artículo es "proyecto" y no 0realización". Me refiero a que no sé qué materiales usaré para cubrir este suelo. Puede que piedras de buen tamaño incrustadas en el suelo sin cemento para que crezca hierba a su alrededor. O puede que incluso quedara bonito usar ladrillos de barro rojo que aguanten las heladas y colocarlos de igual manera, sobre un lecho de arena.
No quiero usar cemento porque esta zona tiene el problema de las raíces de los olmos. No es la primera vez que me veo obligada a cavar someramente para arrancar las que se desarrollan a buena distancia de estos árboles.
Si uso cemento para colocar el material que constituya la base, esta extracción se dificultaría mucho. Además, prefiero que el material que use, permita el crecimiento de hierba entre él.
Seguramente tendré que hacer un par de muretes de contención en forma de muros secos de piedra. Uno en la zona más alta para contener la última terraza que hay ahí.
Otro más que borde en forma de media luna toda esta terraza que pretendo ir creando. Dejaría, eso sí, un espacio entre este último murete y el arriate de rugosas que la bordearía por abajo. Este pasillo me permitirá acceder a estos rosales y poder realizar los trabajos de limpieza y poda de los mismos.
Por qué hablé al inicio de este artículo de la tierra que iba extrayendo de los hoyos de plantación? Pues porque ese lo que suelo hacer. Aprovecho este material de suelo que extraigo de los hoyos de plantación que de otra forma tendría que llevar a un punto limpio, para nivelar caminos o, como en este caso, ir creando poco a poco el espacio que será una terraza cuando tenga suficiente terreno preparado para su creación.
Aunque el montaje deja bastante que desear me vais a permitir que os muestre en esta siguiente imagen la idea general que tengo. No sé si os gustará. Lo he hecho para hacerme una idea. En esta fotografía podéis ver como ya hay acumulada cierta cantidad de tierra bordeando la zona de la mesa.
Por supuesto tendré muy en cuenta que el suelo finalmente nunca llegue a subir por encima del punto en el que el tronco del enebro brota del suelo. Hacer esto sería poner en peligro el árbol!!

Luego se me ha ocurrido que puede que ubicar ahí una especie de pilón de piedra que contenga el agua que salga de un caño instalado en el murete de piedra que hay bordeando la última terraza de esta zona podría quedar precioso. Qué os parece?
Estar sentada ahí, bajo la sombrita del enebro y con la melodía del agua sonando de fondo puede ser un verdadero placer!!
Ay Dios!! Por qué mi cabecita nunca parará!! Hala, ahora a instalar ahí una fuente, a llevar un punto de luz desde la casita de madera, a comprar la pila...ajajjaja Bueno, en eso consiste crear un jardín!! Un proyecto que jamás tiene fin y que el placer se obtiene recorriendo el camino y no en la meta. No es cierto?
Decidido!! Iré echando ahí el suelo que vaya sacando de otras zonas del jardín y en poco tendré formada ya la pequeña terracita. Por supuesto es cosa de ir apisonando bien la tierra según se vaya depositando para que el conjunto tenga solidez en tanto el murete de contención no esté construido.
Por último quisiera comentar la solución que he adoptado para resolver el segundo "problema", el de las ramas demasiado bajas del enebro.

Lo hablé hace meses con el ayudante que viene a echarme una mano en las labores más duras del jardín. Él se inclinaba por el corte de las ramas bajas pero yo me negué en rotundo.
Como os he comentado muchas veces, la parcela que luego fuera mi jardín estuvo "cuidada" (si es que se puede aplicar este término) por un "profesional" que hizo de leñador en ella, porque de otra forma no puede calificarse, e hizo cosas como estas:
Estas mutilaciones ya no tienen arreglo pero no estoy dispuesta a dañar ni una pizca más mis árboles a poco que me sea posible!!
Estaba claro que si quiero usar este espacio bajo el enebro del modo que estoy comentado precisaba que el extremos de las ramas no cayeran tan próximos al suelo como lo hacían hasta ahora y que las pequeñas ramillas colgantes que bordean el perímetro de la copa levantaran lo suficiente como para poder transitar bajo el enebro con comodidad y a la vez dejaran de tapar la vista que de la zona se obtiene cuando te sientas a esta mesa.
Creo que hemos dado con una solución que de momento me vale. Pensé que las ramas que tendían más hacia abajo era cuestión de "levantarlas" y para ello se me ha ocurrido usar soga bien fuerte.
Anudándolas en su último tercio con un extremos de la soga y tendiendo el otro extremo de la cuerda hacia el tronco principal hemos ido, despacio, poco a poco, mientras la flexibilidad de las ramas nos lo ha permitido, subiéndolas.
Ha sido un trabajo lento y dificultoso por la pendiente del terreno que no permitía disponer de una escalera normal en él. También era preciso ir viendo como iba quedando la copa mirando el árbol desde lejos y desde varios puntos del jardín. No era cosa de subirlas tanto que resultara artificiosa su forma.
Creo que ha quedado bastante bien. Las sogas evidentemente se ven desde "dentro" de la copa cuando estás bajo el árbol pero no se notan en absoluto cuando ves el enebro en su totalidad.
Ahora ha quedado la zona despejada. Ya no te prendes el pelo cuando transitar bajo su copa. 

Pero además, de rebote, al subir las ramas, estas han dejado de tapar como lo hacían hasta ahora, la visión del seto norte desde aquí.
No me importa haber usado este recurso que quizás estéticamente no es el ideal dado que las cuerdas son visibles bajo la copa,  a cambio, no he dañado al árbol ni le he practicado podas que en nada le favorecerían y cuyos cortes hubieran provocado que entrara en peligro de enfermar.
En fin, ya tengo trabajo para que mi cabeza no pare de pensar en las soluciones de los problemas que para esta zona se me ocurra que se me puedan plantear de manera que anticipe formas de hacerlo con menos esfuerzo y gasto.
Buen domingo, queridos jardineros!! :)

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