A veces disfrutamos de lujos de los que no somos conscientes.
Al terminar mi jornada laboral tomo un autobús para regresar a casa. Es tanto tiempo ya el que llevo haciéndolo que conozco a todos los conductores. Siempre procuro sentarme en uno de los asientos delanteros porque es desde dónde se puede disfrutar más de las impresionantes vistas.
El recorrido no puede ser más bonito!! Pasamos por El Escorial y cruzamos por delante de la fachada del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Qué lujo pasar por delante mismo de tanta Historia!! La de nuestro País :)
Qué árboles tan magníficos tiene esta localidad!! Lleno de castaños de un tamaño tan imponente... Van cambiando sus colores a lo largo del año y para mi es un placer asistir a sus cambios. En poco salimos de la localidad y tomamos la carretera que nos llevará al Puerto de la Cruz Verde mientras recorremos unos kilómetros con árboles que pareciera que de tantos, no pueden caber más. Encinas, robles, enebros, castaños, melojares a rebosar... jaras, retamas, majuelos, fresnos, zarzamoras. Es la Sierra de Guadarrama.
Me encanta este recorrido con curvas y paisajes que me emocionan. En nada nos encontramos subiendo al Puerto superando tres o cuatro curvas imposibles de tan cerradas que nos encaraman a 1256 metros de altitud!! Y en cuanto estamos arriba se divisa a la izquierda Madrid a lo lejos con su típico perfil de edificaciones por todos conocidos ya. A los pies de la carretera serpenteante el valle lleno de pinos, enebros y encinas y entre ellos las retamas, las jaras y las lavandas. Cada día igual pero cada día es distinto. Me sé casi de memoria cada kilómetro de la carretera, cada rincón... Desde cada una de ellas se disfruta de unas vistas distintas. A cual más bella!!
Me conozco todo el recorrido y sé lo que hay a la vuelta de cada una de sus curvas, son tantas veces las que las he recorrido que me he aprendido rincones que para mí los quisiera en mi jardín de tan hermosos!! Tan lleno de árboles todo, muchos caducifolios que dejan su desnudez a la vista en invierno y cuyas ramas acogen la nieve dando al conjunto un aspecto de postal de Navidad y que ahora, exhiben lujuriosas sus hojas recién estrenadas luciendo traje nuevo e inmaculado.
No hace falta que solicite parada. El conductor para porque sabe que yo me bajo aquí. Es lo que tiene vivir en pueblos pequeños dónde los conductores del autobús te conocen. Dónde al carnicero sabe la pieza de carne que te gusta y cómo la quieres cortada; dónde no importa haberte olvidado el monedero porque con la mayor naturalidad te dicen "Nada, nada, mañana me lo pagas" Normal la frase sí, pero ya en casi ningún sitio la gente tiene la confianza para pronunciarla :) Qué lujo!!
Hoy lo pensé al bajar del autobús. La parada está apenas a unos metros de mi casa y en un par de minutos estoy ya en la puerta.
Quizás por eso siempre recorro este breve camino despacito, deleitándome mientras contemplo el paisaje que hay a mi derecha. Toda mi calle es así, a un lado están las parcelas y al otro no hay más que campo y más campo. Una explanada en la cima de la loma dónde yo tengo mi jardín, un espacio enorme con pocos árboles y matorrales y al fondo estribaciones de la Sierra de Guadarrama y poco más allá, la tierras ya de Ávila en la lejanía del horizonte.
Este paisaje a lo largo del año va transformándose con las estaciones. El mismo espacio en enero es tan distinto de ahora!! Estas vistas son tan cambiantes como lo es mi jardín.
Hoy estaba así de precioso. Pletórico de Jaras y Lavandula Stoechas!! Por la otra parte del jardín, por la parte baja tengo las vistas de los picos de la Almenara y de Almojón. Una panorámica preciosa también pero por este lado es totalmente diferente aunque no menos hermosa. Qué preciosidad de vistas tengo delante de mi jardín. Verdad?
Hoy olía tan bien. Días y días lloviendo vuelve la vegetación crujiente. Las flores silvestres bordeando el asfalto ocupan el sitio de las aceras. Las amapolas, malvas, margaritas blancas y diminutas florecillas amarillas salpican como un cuadro pintado por un niño los pies de la valla metálica a través de la que veo este precioso espacio que comparto con vosotros. Qué lujo!! Andar despacio por el medio de la calle, sin temor a ser atropellada. Sin humos, sin ruidos, sin tráfico...Solo se oye la danza de los árboles y el agua de la lluvia caer, los pájaros que trajinan para ponerse a cubierto. A veces el gallo de mi vecino se hace presente y el ladrido de algunos perros a los que, en solidaridad (debe ser) se añade el hosco ladrido del mío.
En ocasiones juego un poco y según me acerco a mi casa atenúo mis pisadas para que Iker no me escuche, a ver si lo sorprendo con mi llegada. Pero no hay manera. Él sabe mucho antes de que llegue que voy a llegar y ahí está siempre con el hocico entre los barrotes, al otro lado de la pequeña puerta de metal que da entrada a mi jardín. Ahí está esperándome, expectante....jajajja Qué barbaridad la alegría que muestra al verme!! Procuro acordarme por las mañanas de llevarme en el bolsillo una de sus galletillas de premio y si el paraguas, el bolso, la chaqueta y las llaves como hoy, me lo permiten, localizo la galleta en el bolsillo y le hago rabiar un poco haciéndole esperar el premio....jejejej Qué lujo!! ;)
Me encanta tu crónica de la llegada a casa, Iker debe saber tus horarios y estar entusiasmado y expectante desde mucho antes.. ellos son así!!! Yo tengo dos perras que me hacen un gran show de bienvenida aunque haga solo media hora que me he marchado!!!!
ResponderEliminarPreciosísimo está el campo con tantas jaras y lavandas ¡y qué bien lo debiste pasar!
ResponderEliminarComo dice María, lo que comentas sobre Iker es genial.
Un besito.
Hermoso paisaje tenés..un recorrido que es imposible dejar de ver..a mí me pasa igual cada vez que voy para mi casa veo esas montañas verdes tan despejadas..es hermoso poder tener esas vistas. Saludos
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