Las violetas, Viola odorata es una vivaz rizomatosa magnífica para cubrir suelos algo umbríos. Existen muchísimas variedades y todas podemos utilizarlas como tapizantes en cualquier zona del jardín que no esté demasiado soleada.
Incluso crece a la sombra de árboles y arbustos y allí dónde muchas plantas no podrían prosperar. Yo las tengo en el jardín trasero, en el lateral norte, en el que reciben algo de sol tempranero y quizás, en pleno verano, algo del sol de la tarde.
Las matas de violetas de mi jardín han resistido perfectamente las heladas del invierno y aunque ahora mismo tienen alguna hojita seca están llenándose de flores y parece que han empezado a retomar la actividad con fuerza.
Florecen a partir de ahora, del final del invierno y permanecen en flor hasta que llegan los calores. Creo que todos conocemos el agradable aroma de sus flores. De hecho se utilizan en perfumería y en repostería precisamente por su aroma. Se mantienen perfectamente en forma durante el verano conservando sus bonitas hojas en condiciones más que aceptables y aunque cesa su floración el verde de sus acorazonadas hojas aporta sensación de frescura a la parte baja de los arbustos cerca de dónde crecen.
Aunque prefieren los terrenos con abundante materia orgánica y que tengan cierto grado de humedad no les favorece que el suelo esté encharcado. En el invierno, durante las heladas no conviene que se mojen demasiado. No las he regado en todo el invierno y creo que eso evita podredumbres de las hojas. Eso sí, en verano hay que prestar algo de atención a la hidratación y no dejarlas secar en exceso.
Una limpieza de hojas secas de vez en cuando y con los dedos, simplemente, ir retirando las flores marchitas las anima a permanecer floridas más tiempo.
Me parece una planta encantadora1! Tan chiquita (no levanta más allá de 15/20 cm) con sus hojas ligeramente pilosas en forma de corazón forman matitas compactas que se autoreproducen con facilidad.
En abril del año pasado puse en tierra algunas macetitas de las pequeñas (de las de 9 cm) y en este año todas han formado unas buenas matas y se han extendido bastante. Me gustaría bordear parte del camino del jardín trasero con estas violetas y esta tarde en un momento me he decidido a dividir estas matas de manera que de cada planta he sacado tres.
El proceso es muy sencillo. Estas plantas tienen una gran capacidad para extenderse mediante sus estolones (tallos rastreros) que brotan en los bordes de las matas. Estos tallos rastreros producen raíces en cuanto tocan la tierra permitiendo así formar plantas que pueden ser autónomas si las separamos de la planta madre.
Haciendo presión con la pala sacaremos con total facilidad el cepellón.
Una vez fuera, también valiéndonos del filo de la pala podremos dividir la mata en tantas partes como queramos siempre que contengan partes de hojas y por supuesto raíces.
Este es el momento para hacer una buena limpieza de las violas si lo precisan, retirando hojitas o tallos secos o partes dañadas de la planta.
A continuación sencillamente practicamos unos hoyos dónde tenemos pensado plantar las distintas partes en que las hemos dividido incorporando un puñadito de humus de lombriz en el fondo y, una vez situada dentro la planta, cubriremos con sustrato la base de la planta poniendo especial cuidado en dejar tapadas todas las raíces. Presionamos suavemente el suelo alrededor de la planta y terminamos con un buen riego.
Esta parte he querido plantarla en la base de un helecho para que crezca bajo sus frondas.
Et voilà!! Ya tenemos tres dónde teníamos una :) En unos meses estas plantitas que ahora son de un tamaño chiquito habrán formado una buena mata con sus preciosas flores pequeñas y deliciosamente perfumadas.
Por cierto, a ver si busco una receta para hacer violetas escarchadas. Si me animo a intentar hacerlas compartiré con vosotros el proceso. :)