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Abono orgánico (estiércol y humus de lombriz) como acolchado de los rosales de cara al invierno

Ya estamos a mitad de diciembre. Hace ya días que están cayendo heladas y aunque éstas no son excesivamente profundas en mi zona, el frío y las pocas horas de luz en los días cada vez más cortos del otoño, diríase que cantan una nana para que los rosales comiencen a dormir hasta que las temperaturas vuelvan a aumentar.
Pero como algunos bebés con dificultades para dormir, este año algunos de mis rosales les cuesta conciliar el sueño y no acaban de parar su actividad vegetativa. Quizás porque el otoño aunque muy lluvioso no ha sido nada frío.

Es curioso porque precisamente son los que trasladé al inicio del verano desde el otro jardín en el que los cultivaba. Y mira que sufrieron los pobres en el proceso!! 
Están en el jardín trasero, una franja de terreno que recorre la fachada norte de la casa y que en invierno, cuando sopla el viento, las corrientes de aire lo recorren sin piedad. Pero ellos han decidido no tener una temporada tan corta y quieren robarle al invierno lo que no pudieron desarrollar recién trasplantados.
Alguno de ellos como, Blue for You incluso tienen ahora capullos en el extremo de sus ramas que entre el frío, la lluvia y el hecho de que el sol calienta poco y cada día durante menos tiempo, no llegan a abrirse y se está formando moho sobre alguno de ellos. Es un problema conocido como apelotonamiento o encapsulado de capullos (también como “balling”) los pétalos externos se ablandan y con los rayos del sol de las horas más cálidas de algunos días forman una especie de coraza que impide que el capullo llegue a desplegarse.

Tener esos capullos encapsulados cuyo interior poco a poco va pudriéndose y formando moho por encima no me apetece nada. Creo que son un foco de enfermedades y que no les hace ningún bien a los rosales, así que los he eliminado todos.

Los demás trasplantados están incluso con bonitas hojas pero ya me fijé la semana pasada cuando hice la segunda aplicación de aceite mineral de la temporada (La primera la hice a primeros de noviembre) que aunque A. Shropshire Lad parece en perfectas condiciones a primera vista, fijándome con detenimiento vi que muchas de sus hojas estaban agujereadas por alguna plaga y en el reverso de alguna de ellas tenía unas coloraciones que no eran fáciles de distinguir bien  pero que no me gustaron demasiado así que he decidido desfoliar este rosal.

Así evitaré peligros permitiendo que las plagas se escondan en unas hojas ya algo deterioradas por las inclemencias del tiempo. Para los demás esperaré algo más, a que estén completamente parados y probablemente al iniciarse enero, cuando les tocará una aplicación de azufre ya habrán perdido una buena proporción de su follaje y el que no, lo eliminaré  manualmente antes del aplicarles este fungicida.


Salvo estos dos casos, para el resto de rosales, lo que me interesa en este momento de la temporada es proporcionarles una buena capa de abono orgánico, en este caso, estiércol bien fermentado más unos buenos puñados de humus de lombriz.
Servirán a la vez de acolchando aportando materia orgánica al suelo, mejorando su estructura y nutriéndolo. Como sabéis ésta ha sido la primera temporada en mi jardín, espero el próximo año tener la oportunidad de compostar y si es así, probablemente este acolchado lo haga la próxima temporada con compost.

Ya sabemos que el acolchado podemos realizarlo con distintos materiales, a poder ser orgánicos. También podemos hacerlo con hojas, madera triturada pequeñita, etc. A mí me gusta hacerlo en el resto de arbustos y árboles con estiércol mezclado con hojas caídas del otoño pero en los rosales prefiero no poner hojas y que esta capa esté lo más limpia posible de hojas o cualquier material que tenga peligro de provocar enfermedades posteriormente.
Además de los nutrientes que aportan al suelo proporcionan esponjosidad, humus, capacidad para retener humedad y lo protegen de las heladas del invierno, del viento y de la erosión.
El otoño o el inicio del invierno es el momento más adecuado para incorporar este manjar para nuestros rosales. Ahora con el frío, el estiércol no es problemático, no quema las raíces y como la actividad vegetativa va a cesar en breve, el nitrógeno que precisa para terminar de madurar no será perjudicial que lo tome del sustrato ya que ahora los rosales, en parada, no lo precisarán.
Para que el estiércol pueda ser aprovechado por las plantas es preciso que se mineralice y se humidifique. En el proceso intervienen desde microorganismos (Bacterias, hongos, etc.) hasta macroorganismos (Lombrices, insectos…) En todo este proceso se utiliza grandes cantidades de nitrógeno por parte de las bacterias y éste nitrógeno inicialmente se le resta a las plantas aunque posteriormente, tras meses de estar el estiércol en tierra, el nitrógeno es revertido al sustrato. De ahí que sea en el momento en que las plantas no precisan este nitrógeno cuando es mejor la incorporación de estos abonos orgánicos.
No es aconsejable abonar con estiércol en verano o al menos no en cantidad abundante ni tocando las raíces del rosal mezclado con el sustrato que las rodea. El calor del verano activa y favorece a fermentación del estiércol recalentando el sustrato que rodea la base de los rosales y si éste está mezclado con la tierra puede llegar incluso a producir quemaduras en las raíces.
A propósito de este problema quisiera comentar algo sobre el desarrollo anómalo esta primavera pasada. Este año por causas que no vienen al caso me vi obligada a retrasar en exceso la plantación de los rosales a raíz desnuda y cuando los puse en tierra ya eran mediados de febrero. Cuando hice la plantación mezcle el suelo del jardín con una buena proporción de estiércol en el hoyo de plantación. Tendría que haber tenido en cuenta que era febrero y que apenas en unas semanas los rosales comenzarían a brotar. Tiempo insuficiente para que los nutrientes del estiércol estuvieran disponibles para los rosales cuándo éstos los precisaran. Pero además, de otra parte, no tuve en cuenta la competencia por el nitrógeno que se produciría cuando a los rosales les tocara empezar su actividad.
La cosa es que bastante de ellos tardaron una barbaridad en echar a andar como es debido. Estaban lentos, sin brío… En estos años he plantado ya muchos rosales y nunca se han pasado la primavera con un crecimiento tan reducido, lo habitual es que hayan crecido vigorosamente. Es verdad que este es otro jardín, otro suelo… pero algo me hace pensar que puede que el estiércol que aporté en la plantación no estaba lo maduro que dijeron en el vivero dónde lo adquirí. Tenía que madurar todavía un poco más y al hacerlo durante el tiempo en que a los rosales les tocaba comenzar a crecer en primavera, el nitrógeno que precisaba el estiércol para madurar e ir descomponiéndose se lo restaba a los rosales, de ahí que no arrancaran hasta el verano. 
Lo que sí tengo seguro es que es peligroso aportar estiércol en un momento avanzado de la temporada.  
Como podéis ver he limpiado en profundidad el rosal eliminando todas las hojas. En mi clima aún no corresponde podarlo así que lo he dejado así, limpito. He eliminado cualquier hoja o resto que hubiera caído al sustrato durante el proceso de limpieza para evitar que las plagas o posibles hongos pudieran permanecer en el suelo.

Al hacerlo me he dado cuenta que de la base del rosal salía un brote bastante fuerte sin hojas aún que me permitiera saber si era o no un chupón. A pesar de que muchos entendidos aseguran que no hay que cubrir el injerto y que el suelo alrededor debe quedar a su atura, yo siempre planto mis rosales de modo que el injerto quede un par o tres centímetros enterrado. No sé si lo haría en otros climas pero sí en el mío dónde hay buenas heladas, creo que se protege el punto de injerto de frío.

Así que con sumo cuidado he retirado el sustrato alrededor del injerto para comprobar desde dónde brotaba. He podido comprobar que el brote no se trata de una rama incipiente del propio rosal y no del patrón o portainjerto y que la próxima primavera se desarrollará ya que de haberse tratado de un  chupón este brote hubiera partido del nivel por debajo del nudo del injerto.

Con el mismo cuidado lo he vuelvo a cubrir para que no se quebrara, dejando una piedra por debajo de él que me haga recordar que está ahí y al limpiar la zona que rodea el rosal no la rompa en un descuido.

He aprovechado la ocasión para rehacer el alcorque, agrandarlo un poco y nivelarlo. Tengo por costumbre hacer alcorques alrededor de todos los arbustos y árboles. Facilitan el riego, incluso si el acolchado es de hojas parece que es más fácil que a pesar del viento, las hojas se retengan mejor dentro del alcorque que sobre una superficie plana.
Hoy me sentía con ganas de trabajar de modo  que aproveché para poner un par de tutores al rosal. Veo que se ha desarrollado mucho esta temporada y que la inclinación de alguno de sus brotes más fuertes hacen presagiar que se descompense cuando estas ramas se carguen de más vegetación y de las rosas y peligre la estabilidad del arbusto. Así que he clavado unos tutores y he atado con bridas a ellos alguna de las ramas con cuidado de no apretar tanto con ellas que estrangulara el crecimiento.

Antes de poner esta capa de acolchado es muy importe regar en profundidad.

A continuación un par de paladas generosas del abono orgánico que durante estos meses de invierno terminará de descomponerse y que cuando llegue febrero, el momento en que comenzará de nuevo la actividad vegetativa de los rosales y por tanto el comienzo también de las necesidades nutritivas, tendrá en el sustrato que los rodea el alimento proporcionado por este estiércol

El estiércol es un abono lento, precisa un tiempo para biodegradarse y  sus nutrientes no se incorporan al suelo de forma inmediata como otro tipo de abono sino que lo hacen poco a poco según va degradándose por la actuación de los microorganismos del suelo. Durante los meses de invierno la lluvia, la humedad y algún esporádico riego, favorecerán que este estiércol vaya liberando sus nutrientes y que éstos estén dispuestos en el sustrato cuando el rosal los precise al iniciarse de nuevo la actividad irá diluyendo los  disposición.
Antes de extender el estiércol alrededor de la base del rosa he añadido cuatro o cinco puñados muy abundantes de humus de lombriz (lo que me daban las dos manos juntas formando un cuenco).

El humus de lombriz son los excrementos de las lombrices. Se trates de uno de los mejores abonos orgánicos que podemos aportar a nuestras plantas. La cantidad de bacterias existentes en un gramo de humus es extraordinaria de ahí la efectividad que tiene este abono a la hora de mejorar las propiedades biológicas del suelo.

En esta fotografía puede verse el tono distinto del humus de lombriz antes de mezclarlo un poquito con el estiércol. Tras todo el proceso haremos un nuevo riego no tan abundante como el que hicimos antes de abonar.
Con este abonado que es acolchado a la vez, los rosales estarán resguardados y nutridos cuando llegue su momento al inicio de la temporada. Hasta entonces resta todavía bastante trabajo para los que amamos las rosas: aplicación de azufre el mes que viene (el año pasado tuve algo de oídio y no quiero arriesgar esta próxima temporada); tras la poda que seguramente haré en febrero efectuaré la última aplicación del aceite insecticida (preventivo de distintas plagas) y ya a partir de mediados de febrero, las aplicaciones preventivas de fungicida antiofídico. Paso a paso iré explicando todos estos trabajos según los realice.
Seguiré esperando que mis niños se duerman del todo y que lo hagan en óptimas condiciones tras este cuidado que hoy les he dado.

Seto en la divisoria norte del jardín. Diseño, preparación del terreno y plantación.

Comencé hace varios meses esta zona del jardín. Se trata de un espacio alargado, orientado al sur y que forma parte de la divisoria entre la parcela contigua y mi jardín.
Antes de venir a vivir aquí en el margen derecho había una caseta de herramientas y una...no sabría como calificarlo. "Construcción"? jajaja Así estaba la zona que he estado trabajando estos días hace un año
En fin, aquí puede verse a lo que me refería con "construcción", uno de esos apaños que a veces se hacen para cubrir un poco herramientas y cubos.  Como puede verse en estas fotografías atractivo tenía poco, pero bueno, imagino que en su día fue útil para quién la necesitó.
El espacio ocupado por la antigua caseta de herramientas resultaba claramente insuficiente para ubicar en él el lavadero que teníamos decidido montar. Una preciosa caseta de madera de unos tres metros y medio de larga. Nos vimos obligados a alargar la plataforma en la que se encontraba asentada la caseta para dar cabida al lavadero que ahora ocupa también el lugar dónde estaba la "construcción".
Puede verse en las fotografías que esta zona presenta una inclinación bastante acusada, lo que dificultaba un poco el ajardinamiento. También condicionaba su planteamiento los árboles con los que contaba la parcela: una mimosa que ha sobrevivido por los pelos ya que la plataforma ha tenido que llegar prácticamente a su tronco; una encina de un tamaño medio, un almendro muy jovencito; pero sobretodo un pino de una gran envergadura. Las sombras que proyectan, como digo, han condicionado el proyecto.
A la hora de hacer las plantaciones en un terreno con una pendiente así se hace dificultoso no solo el poder acceder a las plantas para su poda y cuidado,  si no sobretodo el riego ya que el agua tiende a correr hacia abajo sin llegar a hidratar las raíces de las plantas.
No se me ocurrió mejor idea que tratar de "matar" esa inclinación del terreno formando una especie de "meseta" más horizontal dónde fuera más fácil plantar. Así que no quedaba otra, pico y pala!! Coger tierra de un lado y ponerla en otro.
El límite de este arriate estará transitado por un camino que servirá para unir la zona de la casa y lavadero con la parte baja del jardín.
El camino está retirado de la valla de separación de la parcela contigua en varios metros y por tanto hubiera sido preciso añadir demasiado volumen de tierra para "rellenar" horizontalmente el ancho de todo este arriate.
De momento y mientras van creciendo los rosales y arbustos que he plantado he puesto algún pedrusco para que contenga un poco la tierra añadida y poco a poco, según vea de qué manera se desarrollan iré añadiendo desde el borde del arriate que hay ahora hasta el borde del camino, más piedras formando una especie de rocalla a base de matas bajas tipo lavandas, romeros, salvias con plantaciones de bulbos entre ellas para adelantar el tiempo de interés al final del invierno.

Inicialmente, ante la idea de un ancho continuado del seto, no me gustaba la ubicación de la encina en medio, rodeada de plantaciones pero luego le di la vuelta al tema pensando que podría convertir lo que era un problema en un pretexto para estrechar en ese punto el seto formando alrededor de su tronco un pequeño murete bordeándolo

Estoy satisfecha con la opción que he decido. Creo que es sencilla y coordina con el resto del jardín. Pero además no ha tenido más dificultad de realización que buscar las piedras adecuadas y sobretodo ubicarlas para que asienten perfectamente sin usar cementos u otras mezclas de unión.

La preparación del terreno para este seto, como decía antes, la comencé hace ya un par de meses al menos. Desde entonces he hecho algún cambio
Quería plantar una Fothergilla Major y para ello precisaba una zona sombreada al mediodía. Así que después de pensármelo bien he reubicado el Pittosporum Tobira que me traje de la zona oeste y que llevaba años plantado dónde ahora está el jardín trasero y lo he trasplantado al final del seto.

Nuestro trabajo nos costó traernos hasta aquí un ejemplar tan añoso pero logramos sacarlo con un cepellón enorme que ha garantizado su arraigo. Espero no haberme equivocado al cambiarlo de nuevo de lugar, aunque creo que no, lleva ya un tiempo en lo que creo será su definitivo lugar y no parece haber reaccionado mal. Sí es verdad que he cuidado escrupulosamente su hidratación  e imagino que esto ha ayudado.
También había plantado sin mucho convencimiento en este seto un Elaeagnus "Ebbingei" pero la verdad es que en ningún momento estuve segura del acierto incluso sin tener entonces idea de qué iría alrededor y ahora, que me he decidido por algunos rosales, definitivamente no, no me gustaba la combinación del de este arbusto con su hojas tomentosas y las de los rosales. 
Os pongo un pequeño planito para que os podáis hacer algo más idea de como ha quedado al final.

Me gusta como he planteado los volúmenes del terreno pero no estoy nada satisfecha de la elección de las plantaciones y sospecho que el año que viene voy a tener que cambiar alguna de ellasNo sé, puede que incluso incorpore algún arbusto perennifolio sustituyendo algún rosal. De momento el terreno está terminado y las plantaciones hechas, a la espera de nutrir bien ese suelo y de poner el acolchado del invierno para protegerlo (Este será el tema de la próxima entrada).
Conociéndome como me conozco no descarto la idea de que antes de que lleguen las heladas haga algún cambio. Detesto esta sensación de dejar sin terminar, sin arreglar, algo que no te convence como ha quedado. 
No me convence la elección actual porque quizás hay demasiado rosal. Uno de ellos, Perennial Blue, casi no lo había terminado de plantar cuando ya he visto que no me convencía ese lugar. 
También me he visto condicionada por el hecho de que dos de los rosales que he elegido para esta zona no son rosales de demasiada insolación. Agradecen estar protegidos a mediodía y las únicas zonas protegidas del sol a estas horas son las que he elegido. Son Buff Beauty y Ghislaine de Féligonde. Ambos pueden conducirse como trepadores pero me apetecía mucho cultivar estos dos rosales sin estar adosados a ninguna pared o valla. Tengo la idea de permitir que crezcan bastante libremente y como hay espacio de sobras hasta llegar al camino, quiero pensar que sus ramas puedan crecen arqueadas cayendo sobre el margen del camino. Veremos si tengo la destreza suficiente para, mediante la poda, lograr lo que deseo de ellos.
Las coloraciones brillantes otoñales vienen de la mano de la Fothergilla Major y de un Viburnum Plicatum "Shasta". Son dos arbustos hermosísimos. Quizás mi error ha sido ponerlos juntos, demasiada intensidad una al lado del otro. O quizás no... no sé, ya veremos!!

Sí me gusta el lugar que he elegido para el Corylus Maxima Purpurea. Me encantan sus oscuros tonos y la forma y textura de sus hojas. Aún es chiquito pero ya crecerá!! Cuando lo compré lo hice junto con otro de un tamaño similar y probablemente este segundo lo plantaré justo enfrente, al sur.
Y es que estoy pensando crear una especie de "jardín secreto" en la zona que hay tras este Corylus. Con esa idea he plantado en medio un rosal que he cultivado durnate años, Jude the Obscure (en el lugar del diminuto frutal que se ve en la foto anterior). Siempre digo que este rosal, para mí, raya casi la perfección. Robusto, sano, vigoroso... con unas rosas que no pueden ser más hermosas: llenas, grandes, de colores elegantes y románticos. Y si esto pareciera poco, tiene un aroma de los de embriagar!!
Sabemos que la perfección no existe ajajja Le ponemos una pega? Tiene, al menos en mi clima y en mi jardín, una cierta tendencia al "balling" (apelotonamiento o encapsulado de capullos) y una segunda que no lo es tanto o al menos no tan grave, sus tonos se tornan muy pálidos demasiado fácilmente con el sol fuerte de mi clima. 
Por eso he elegido esta ubicación, porque estará a cubierto bajo las ramas del pino durante el mediodía de la incidencia del calor más fuerte. 
Por esta razón y porque el diseño va encaminado a formar un seto a la derecha del camino y que según se vaya andando por él se vea en su final un par de Corylus formando la entrada de ese "jardín secreto que decía antes, y tras de ellos, al fondo, en el medio de los dos corylus que se vea este hermoso rosal. 
Estoy segura que creará un contraste precioso el oscuro de los Corylus con los tonos melocotón del Jude the Obscure.

Si pusiera el otro como pareja, a la derecha según se va desde el lavadero hacia el fondo del jardín, formaría como digo la entrada a este jardín proyectado en mi imaginación y sería un buen fondo la copa de los dos pinos de grandes dimensiones y que aparecerían muchos metros atrás,  por encima del nivel de los corylus.
Me decidí por estos arbustos un día en que estaba sentada bajo el pino pensando que esa zona sería estupenda para formar ese jardín un poco oculto, un poco retirado que decía más arriba... poner ahí un lugar de lectura que permitiera algo de aislamiento y de tranquilidad. Al atardecer tienen una vista preciosa cuando se divisan las luces del pueblo al sur...
En fin, en estas cavilaciones estaba yo cuando vi como los rayos del sol de la tarde, desde el oeste, atravesaban sus hojas produciendo una especie de "encendido" que me cautivó. Al ver como el arbusto, con los rayos del sol a contraluz se iluminaba y se transformaban sus colores...ya no tuve duda de qué tenía que plantar ahí para formar la entrada del jardín secreto ajjaja 
Así es la jardinería, en ocasiones mucha planificación, en otras... un detalle, una luz, un color intenso parece y entonces logras la solución, la idea que estabas buscando..
Por eso siempre digo que los jardines hay que vivirlos, hay que pasearlos, hay que estar en ellos muchos días y muchos meses para lograr tener una idea de cual es el conjunto, de como es tu jardín y en qué quieres convertirlo... El tiempo dirá!!!





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