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Cómo trasplantar un árbol o arbusto grande y consolidado con zanja y poda de raíces

Hace unos días, en un Grupo de Facebook, una amiga me pidió consejo sobre el trasplante de un precioso Corylus avellana 'Contorta' al que le tiene un especial cariño y no desea dejar en el jardín que hasta ahora cultivaba y dónde crece hace muchos, muchos años! Como es lógico prefiere intentar llevárselo al nuevo jardín. La forma de efectuar el trasplante de un ejemplar consolidado como es éste requiere de mucho cuidado, de previsión, de tiempo para realizarlo y de ganas de currar jajajaja Pero merece la pena intentarlo.

Pensé que hasta ahora no habíamos tratado este asunto de los trasplantes en el blog y que podría ser interesante escribir un artículo sobre el mismo. A ello vamos!!
En ocasiones nos vemos obligados a realizar el trasplante de un arbusto o incluso un pequeño árbol a una nueva ubicación en el jardín.
Sea porque ha crecido más de lo que pensábamos y el espacio inicialmente asignado resulta ya demasiado reducido; sea porque las plantaciones cercanas están creciendo demasiado densas junto a él; incluso puede darse el caso de que, han pasado los años y su crecimiento está estorbando el paso de un camino o de un acceso. O simplemente porque, por razones estéticas, no nos gusta allí dónde crece. La cuestión es que nos vemos en la tesitura de cambiar la ubicación del arbusto o arbolito.
El sistema para hacer este trasplante y el momento del año para realizarlo dependerá de tipo de planta y sobretodo de su tamaño.
En todo caso, y usemos el sistema que usemos y lo hagamos en la temporada del año que lo hagamos, debemos recordar que el éxito depende en buena manera de que en todo momento la hidratación no se descuide.
Tanto antes de empezar a extraer la planta de su lugar, como una vez replantada en su nuevo sitio y sobretodo durante el primer año tras su trasplante, el arbusto no debe sufrir en ningún momento carencia de agua. Solo manteniendo los riegos precisos podremos paliar el estrés que siempre supone un trasplante.
Si se trata de especies de hoja perenne es preferible afrontar estos trabajos al inicio de la primavera. En caso de que estemos trasplantando un arbusto o árbol caducifolia el otoño es la estación más conveniente para hacerlo.
Indudablemente tenemos la opción de trasladar el ejemplar a raíz desnuda si es caducifolio y su tamaño es pequeño. Pero si lo que pretendemos es mover de lugar de plantación es un ejemplar perennifolio, el sistema de raíz desnuda no nos resulta válido. Sí o sí, habrá que trasladarlo con las raíces acompañadas del suelo correspondiente.
Muchos de nosotros hemos plantado muchas veces rosales a raíz desnuda, pues el caso de un arbusto o árbol es el mismo: un ejemplar extraído del suelo dónde crecía sin la tierra.
Veamos los dos casos que suelen producirse a la hora de trasplantar:

Primer caso: ARBUSTO DE PEQUEÑO TAMAÑO  y QUE O LLEVA MUCHO TIEMPO CRECIENDO EN UN LUGAR.

El caso menos problemático es este, el de un ejemplar que lleva poco tiempo creciendo en ese lugar y, al no haber tenido tiempo de desarrollar un cepellón de raíces demasiado grande, su traslado no será tan complicados y además siempre será más fácil su arraigo.
Iremos recortando todo alrededor del cepellón con una pala de punta recta haciendo que penetre verticalmente en el suelo. Con esto habremos recortado todas las raíces que sobresalen del cepellón hacia el suelo. Generalmente, si el arbusto es pequeño, simplemente con dos palas clavadas verticalmente y que ejerzan cierta presión la una frente a la otra, será suficiente para sostener el cepellón y extraerlo del suelo.

Pero si el tamaño es ya algo mayor o por la dureza del suelo vemos que esto se hace difícil, convendría una vez recortado el cepellón, eliminar el suelo que lo rodea formando una pequeña zanja a su alrededor. De esta manera tendríamos el espacio necesario para maniobrar mejor con las palas.
Es de vital importancia que el cepellón se mantenga todo lo unido que se pueda e impedir sobretodo que se rompa. La ruptura de las raíces pondría en juego las posibilidades de que arraigue de nuevo una vez plantado en su nueva ubicación incluso puede ocasionar la muerte del arbusto.

Segundo caso: ARBUSTO O ÁRBOL DE GRAN DESARROLLO CONSOLIDADO Y QUE LLEVA CRECIENDO EN EL LUGAR MUCHO TIEMPO.

Hoy quería centrarme en este segundo caso de trasplante que suele conllevar mucho más trabajo, más difícil y en el que hay más riesgo de fracaso.
Es el caso de un arbusto o árbol completamente establecido y que lleva mucho tiempo creciendo en su ubicación en el jardín. Hemos hecho obras y ya no tiene disponible el espacio que en principio le habíamos asignado o con el tamaño que está adquiriendo ya molesta para el paso de un camino... 
Entramos en la dinámica de poda/mayor crecimiento/ mayor necesidades de poda. Es lo habitual. Hay que tener en cuenta que la poda no sirve para reducir el tamaño de un ejemplar. Todo lo contrario, cuanto más podamos, más fomentamos el crecimiento. Las plantas tienen el tamaño que tienen cuando son adultas y pretender reducirlo a base de podas es un error. Además, esta constante mutilación de la planta no es nada que beneficie.
En fin, la cuestión es que te ves en la situación de que tienes en el jardín un ejemplar de buen tamaño y que lleva ya muchos años creciendo en esa ubicación y nos vemos e la necesidad de cambiarlo de lugar.
El stress del trasplante. La importancia de las raíces.
En este caso su sistema radicular se habrá desarrollado en un perímetro muy superior al caso de los arbustos que tratábamos anteriormente.
Este tipo de trasplante conlleva mucho más riesgo dado que para su traslado a otra zona del jardín nos vemos obligados a dañar buena parte de las pequeñas raicillas a través de las que el ejemplar toma el agua y los nutrientes del suelo.
Recordemos lo que decíamos en un artículo en que se trataba de la importancia de las raíces: Las raíces de un árbol o arbusto son de dos tipos.
Imagen de http://www.e-junior.net/articulo/2380/germinacion-y-crecimiento-de-las-plantas
De una parte están las raíces principales. Son leñosas, gruesas, rígidas y cuya función principal es el anclaje de la planta al suelo pero también servir de conexión entre la infinidad de pequeñas y finas raíces. 
Estas raíces principales se ramifican dando lugar a raíces secundarias o laterales y en éstas, a su vez, en sus extremos se formarán las raíces más finas.
Estas raíces más finas solo están cubiertas por la epidermis radicular o rizodermis y de ellas brotan los pelos radicales.
Los pelos radicales (también llamados pelos absorbentes) aumentan la superficie que la raíz tiene para absorber nutrientes y agua del suelo. Apenas viven unos días, no tardan en secarse y desprenderse y son sustituídos por otros nuevos que se crean próximos al ápice
Teniendo en cuenta esta estructura de las raíces podremos valorar mejor los peligros del trasplante. Se entiende así mejor la necesidad de llevar sumo cuidado cuando trasplantamos un árbol o arbusto de lugar. 
Si en esta operación de trasplante rompemos demasiada cantidad de pelos radicales o dañamos los extremos de las raíces más finas eliminando la fina capa que las cubre (rizodermis) las raíces perderán su capacidad de absorción al menos por unos días, en tanto no vuelvan a desarrollarse más pelos radicales
Es lo que todos los jardineros hemos comprobado casi cada vez que plantamos o trasplantamos una planta, el conocido shock del trasplante.

De ahí también que sea necesario cuando efectuamos un trasplante o incluso cuando plantamos una planta por primera vez, efectuar una poda de parte del largo de sus ramas e incluso de sus hojas si está en actividad vegetativa o es un ejemplar perennifolio. Con ello las raíces, dañadas en la operación de trasplante, deberán abastecer a una menor masa vegetativa. De lo contrario, un sistema radicular dañado será difícil que pueda seguir abasteciendo a la parte aérea del arbusto trasplantado.
Observemos qué está pasando debajo de tierra cuando trasplantamos un arbusto de poco desarrollo y comparémoslo con lo que ocurre cuando movemos de lugar un arbusto bien consolidado y con un aparato radicular completamente crecido:

Vemos en el primer caso que aunque con la pala cortemos un círculo alrededor del cepellón, estamos en efecto eliminando parte de estas raicillas tan importantes. Pero el daño que estamos efectuando a la planta no es comparable con el que ocasionamos en un ejemplar consolidado.
Realización de una zanja en el perímetro del cepellón que queremos trasladar de ubicación
Para minimizar los daños del trasplante en este caso, se aconseja que cuando pretendemos trasplantar un ejemplar que lleva mucho tiempo creciendo en un lugar lo hagamos con un sistema algo más lento pero que nos garantizará en mayor grado el éxito del mismo.
Se trata de practicar una zanja lo suficientemente ancha como para trabajar con comodidad alrededor de todo el perímetro del ejemplar (la zanja no debería ser mucho menor de 15/25 cm y de una profundidad de al menos 30/40 cm)
El tamaño de este cepellón que dejaremos estará en función del tamaño del arbusto y también, no cabe duda, de nuestras posibilidades.
Relleno de la zanja con sustrato mullido y con mucha materia orgánica.
Por eso es importante que durante el otoño del primer año hagamos la zanja y la rellenemos con una mezcla de sustratos muy mullida, muy esponjosa, que mantenga bien la humedad y que se componga de mucha cantidad de materia orgánica
Con esta mezcla estaremos animando al desarrollo de pequeñas raicillas que se desarrollaran desde el arbusto y se adentrarán en la mezcla. Estas raicillas que serán las que permitan a la planta seguir tomando el agua y los nutrientes del suelo dónde lo ubiquemos, minimizarán los daños ocasionados por el estrés que es inevitable.
Se aconseja precisamente no realizar el trasplante hasta el año siguiente. Durante estos meses habrá tiempo del desarrollo que mencionamos.
Tenemos una tendencia a creer que pasadas las altas temperaturas del verano, las plantas no precisan riego alguno y aunque eso puede ser cierto en algunos jardines del norte de nuestro País dónde las lluvias otoñales son copiosas, en otras zonas geográficas hay que estar muy al tanto de este tema y regar en profundidad de vez en cuando incluso en invierno, especialmente cuando se preveen heladas.
En este caso, una vez hemos realizado la poda de las raíces y hemos practicado la zanja, es imprescindible que el sustrato que usaremos para rellenar así como el propio cepellón estén en todo momento con suficiente humedad. 
Una buena capa de acolchado en forma de corteza triturada o cualquier otro material nos resultará muy práctica evitando evaporaciones innecesarias y preservando las raíces del arbusto de las bajas temperaturas del invierno y del calor del verano.
En general el otoño es un buen momento para realizar la poda de las raíces. Si no podemos esperar de ninguna forma (o somos tan impacientes que no queremos hacerlo jejeje) podemos intentar llevar a cabo el trasplante la primavera siguiente. Al menos le habremos dado a la planta la oportunidad de desarrollar finas raíces en estos pocos meses. 

Pero ya digo, lo ideal es hacer la zanja en otoño y que la planta no tenga que producir su desarrollo aéreo durante los meses de actividad vegetativa si no que tenga un tiempo para dedicarse exclusivamente a reponer su sistema radicular.
En todo caso, creo que para ejemplares con un cepellón realmente grande o que lleven muchos años creciendo en un lugar, es imprescindible que transcurra este año que os comento. 

Pero a los impacientes (como yo) les animaría a que, antes de proceder a la extracción definitiva de la planta, comprobasen que se han desarrollado suficientes raíces fibrosas en la zona de la zanja excavada y si no es así, resistieran la tentación de seguir procediendo con el traslado.
Esta fotografía muestra las maravillosas nuevas raíces surgidas hacia fuera del cepellón tras haber hecho una zanja meses antes. Como puede comprobarse el riesgo de trasplante en esta situación es mucho menor. Verdad?
http://www.ruppertnurseries.com/root-prune-root-prune-question/



El trasplante:
El tiempo que transcurra entre la poda de las raíces y el trasplante final dependerá del tamaño de la planta. Del tipo de arbusto del que se trate y de las necesidades del jardinero.
En general pensemos que cuanto más grande es una planta, más tiempo precisará para que se desarrollen esas finas y pequeñas raicillas que estamos pretendiendo y también más tiempo deberá transcurrir hasta que vuelva a asentarse en su lugar definitivo.
Este trabajo no es nada fácil. Necesitaremos ayuda de un amigo y precisaremos en ocasiones para mover el ejemplar el uso de carretillas y de otros inventos ya que el peso que puede llegar a tener el cepellón no es nada desdeñable.
Trasplantar un ejemplar consolidado y de buen tamaño sin el desarrollo de estas raíces pequeñas, supone haberle eliminado precisamente una gran de su sistema radicular, en concreto las raíces "alimenticias" de la planta y tal cual ubicarla en su nuevo lugar sin contar con los elementos que necesitará para seguir nutriéndose e hidratándose. 
Por el contrario dejar pasar unos meses entre el momento en que practiquemos la zanja y la rellenos y el momento en que efectuemos el traslado de lugar, supondrá llevarse ya un ejemplar con nuevas raicillas desarrolladas y por tanto con más posibilidades de arraigar en su nuevo lugar de plantación. Estas raicillas serán las que se desarrollen rellenando la zanja que previamente habremos cavado el año anterior y servirán al arbusto para, tan pronto esté en su lugar definitivo, contar con las herramientas precisas para tomar el agua y los nutrientes del suelo.
Siempre os digo que en jardinería la previsión y la planificación es de suma importancia. Es verdad que se pueden hacer las cosas con precipitación, tomar una decisión y llevarla a cabo de forma inmediata pero indudablemente esta forma de actuar tiene menos posibilidades de éxito.

Quisiera aclarar algo de perogrullo y es que a la hora de extraer el nuevo cepellón deberemos cavar una nueva zanja en un perímetro que abarque la zona que rellenamos de sustrato mullido y dónde se supone que se habrán desarrollado gran cantidad de raíces fibrosas.
Cuanto más separada del tallo principal esté esta zanja última, menos pequeñas y nuevas raíces estropearemos. Tengamos en cuenta que precisamente estamos usando este método para intentar llevarnos la planta con la mayor cantidad de esas raíces por tanto tengamos sumo cuidado a la hora de la extracción.
El cepellón que nos "llevaremos" con la planta será  por tanto de mayor diámetro que el que inicialmente habremos recortado.

Este aspecto hay que tenerlo en cuenta y sopesar las necesidades del ejemplar según su tamaño y las posibilidades reales que nosotros personalmente tendremos en el momento de inicial de podar las raíces ya que repercutirá en el tamaño y peso del pan de tierra que tendremos que mover de un lugar a otro del jardín.
También es posible, dependiendo de la planta, practicar el corte de raíces en primavera y realizar su traslado el otoño siguiente pero en este caso la planta dañada en sus raíces deberá soportar los rigores del verano lo que convierte al riego en este caso en especial un elemento absolutamente imprescindible si queremos que la planta supere el estrés (en todos los casos siempre que se trasplanta hay que cuidar del riego).
El traslado del ejemplar extraído del hoyo de plantación
Para efectuar el traslado hay varios sistemas que nos pueden ayudar y facilitar el trabajo.
Este trabajo es difícil realizarlo un jardinero solo. Casi que creo que es imprescindible que alguien nos ayude. Así pues, convendría que mientras uno de los jardineros, ayudándose de la pala inclina el cepellón antes de extraerlo, el otro, aunque sea con dificultad, intente meter la mitad de una arpillera de tamaño suficiente para envolver todo el cepellón final. Luego, inclinando el pan de tierra en dirección contraria, uno de los jardineros tirará de la arpillera hasta tener cubierto todo el cepellón.
Una vez metida la arpillera es imprescindible cubrir con ella el cepellón por la parte superior. Para ello, conviene que la aspillera (o el material que usemos para tal fin) sea de tamaño generoso. Mediante alambre, clavos, cuerdas, o del modo que se nos ocurra es aconsejable que quede bien sujeta.
Envuelto así el cepellón puede intentar sacarse del hoyo de plantación. Es importante que sepamos que nunca debemos tirar del tronco si no ejercer la fuerza desde el cepellón hacia arriba. Lo contrario es arriesgado y puede ocasionar la ruptura de la base de la planta.
Una vez fuera del agujero podríamos ubicarlo sobre un trozo de malla de alambre flexible colocada ya a nivel del suelo. Con esta malla forraremos por fuera la arpillera formando una especie de "jaula" y lograremos que el conjunto esté suficientemente consolidado para que aguante el traslado de lugar sin que se rompa ni se dañe el pan de tierra.
En ocasiones el tamaño de estos cepellones es tan grande y pesa tanto que no es nada fácil eliminar estos materiales de los que nos valemos para su traslado.
El viaje hasta el lugar definitivo no es tampoco fácil. El peso y la envergadura de la planta es a veces tan grande que es bastante complicado trasladarlo a través del jardín.
Si queréis ver en detalle un el "paseo" que tubo que hacer una de mis catalpas desde la entrada a su lugar de plantación podéis pinchar en el enlace. Comprobaréis que era tanto lo que pesaba que nos vimos obligados a poner el árbol sobre unas puertas sobre las que lo hacíamos desplazarse. En fin, toda una odisea!!

Debemos saber si la arpillera que estamos usando es sintética o natural sin tratamiento alguno. Si es este el caso, aunque quedara algún trozo de ella bajo tierra el tiempo se encargaría de ir deteriorándola y llegaría a "compostarse" de forma natural sin ocasionar daño alguno a la planta. De todos modos es mejor intentar eliminarla en su totalidad si no resulta posible.
Lo que sí hay que quitar del todo es la malla metálica y clavos, cuerdas o cualquier material del que nos hayamos valido para sujetar y envolver bien el cepellón.
Os muestro qué tamaño (y peso) puede llegar a tener un cepellón de un árbol cuando estamos trasplantándolo (en este caso desde el vivero a mi jardín. Creció en el suelo y meses antes de traerlo a mi jardín hicieron la zanja)

La plantación en el lugar definitivo

Y por último, previamente al día que tenemos decidido realizar el trasplante, deberíamos tener ya listo el hoyo de plantación como es lógico. De no ser así estaríamos exponiendo el cepellón a unas condiciones en las que puede resecarse y que las raicillas se dañen.
Por supuesto, antes de llegar a meter el arbusto en este hoyo tendremos que regar copiosamente la zona para que sea recibido por un suelo bien húmedo (no encharcado) y en paralelo nos aseguremos de que este hoyo tienen un perfecto drenaje.
Durante al menos el siguiente año una vez plantado definitivamente el arbusto continuaremos cuidando escrupulosamente de su hidratación. En tanto el arbusto no reponga del todo su sistema radicular, estará mermado en su capacidad de abastecer a la planta del agua y de los nutrientes que precisa. Que el suelo que le rodea esté húmedo es una forma de ayudar a su posterior y definitivo arraigo.

Tras la protección del jardín frente al frío, nuevas plantas (nuevas ilusiones)

Estamos a las puertas de lo más riguroso del invierno. Como cada año, en el mes de noviembre preparamos el jardín para que afronte los rigores de la estación lo mejor posible. 

No voy a extenderme aquí en el modo en que realizo estos trabajo de incorporación de una generosa capa de estiércol bien curado cubierto con una gruesa capa de acolchado en forma de corteza triturada. Quienes no hayan leído en su momento las entradas dedicadas a este tema puede pinchar en los enlaces siguientes:
Muchas matas de perennes aunque aún no ha helado están bastante deterioradas por las temperaturas frías y porque los días son ya muy cortos y la merma de horas de luz solar impide que broten. Deshacerse de esta vegetación envejecida elimina la sensación de cierto desaliño que en otro caso se prolongaría durante los meses que vendrán. Pero además, para poder incorporar debajo del acolchado una buena capa de estiércol hay que retirar previamente éste. El hecho de cortarle la "melena" a estas matas facilita enormemente este trabajo y una vez depositado el estiércol en el suelo igualmente resulta más fácil poner de nuevo el acolchado que lo cubrirá.
Estos trabajos son quizás unos de los más duros del año. Son muchos metros de arriates los que en mi jardín hay y realizar todas estas tareas lleva bastantes días. El año pasado creo recordar que pedí seis metros cúbicos de estiércol y este noviembre han sido siete y me he quedado cortar. Generalmente siempre pido un metro más que me gusta dejarlo de reserva para incorporar en las plantaciones y para hacer distintas mezclas de sustratos pero he gastado hasta la última gota de manera que cuando vengan las siguientes plantas tendré que volver a pedir.
Lo cierto es que a la hora de comprar o hacer encargos de tierras, abonos y sustratos hay que ser generoso y es mejor pasarse que quedarse corto. El estiércol y el sustrato de plantación son dos elementos que yo siempre tengo de reserva en buena cantidad porque luego, a lo largo del año siempre se precisan. En el vivero dónde lo adquiero no me cobran portes a partir de tres metros cúbicos así que aprovecho para procurar pedir siempre algo más de las previsiones del gastos que haré. Esta es la teoría pero la verdad es que como cada vez hay más y más plantaciones las cantidades van en aumento y es difícil de calcular y como digo, esta vez me quedé corta.
Se hace necesario retirar antes de nada la capa superior de acolchado que cubre las plantaciones.
Una vez retirada la capa de acolchado y antes de extender el estiércol es el momento en el que aprovecho para hacer reubicaciones de algunas plantaciones. A quién no nos pasa que calculamos mal las distancias? Un rosal que creímos iba a crecer menos y en un par de temporadas se ha quedado algo estrecho entre los arbustos que lo rodean; una vivaz que no le gusta el sitio; una plantación que recibe más sol de la cuenta y hemos comprobado que durante el tórrido verano se achicharra... El jardín está en constante movimiento siempre. Verdad? Pues bien, creo que ahora es buen momento  para cambiar esas plantas de lugar y buscarles una mejor ubicación. No me gusta ni plantar ni trasplantar con heladas fuertes. Prefiero unas temperaturas menos rigurosas. Este invierno, poco habitual en cuanto a su calidez y teniendo todavía temperaturas que son suaves comparativamente a las que "gozaremos" en enero y febrero, las plantas no se resentirán tanto con el traslado. Pero además ahora ya, aunque no estén todavía en parada vegetativa, ya no sufrirán como de haberlo hecho en plena actividad en verano.
Sin duda también es ahora cuando podemos aprovechar para eliminar las plantas muertas.
Lo ideal sería haber dispuesto ya de los rosales a raíz desnuda del año y de las nuevas adquisiciones pero desgraciadamente por las circunstancias personas que he tenido no estaba yo muy por la dedicación que precisa hacer los pedidos así que estas plantaciones tendrán que aplazarse quince o vente días, que serán los que tarden en llegar.
Mientras he hecho estos trabajos de protección y enriquecimiento de la tierra he aprovechado para eliminar de raíz cualquier piedra, raíces secas y malas hierbas que iba viendo; he nivelado zonas de plantación y de caminos que se deterioran al transitar por ellos, con las lluvias y el propio deterioro que produce Iker (mi perro) cuando "cabalga" literalmente por el jardín.
Y una vez hecho todo esto sí, es el momento de hacer un buen riego en profundidad. Pensemos que este otoño en mi zona no ha caído prácticamente ni una gota y que el riego por goteo ya está cerrado así que conviene darle al jardín un buen riego abundante que impregne bien la tierra que rodea todas las plantaciones. Solo después de todo esto hay que extender con mucha generosidad el estiércol y luego, cubriéndolo volver a colocar el acolchado sobre el.
El jardín de esta manera está limpio, ordenado, con la humedad necesaria en la tierra, nutrido y bien protegido del frío...preparado para recibir lo peor del invierno!!
Este año no tenía el ánimo de otros momentos pero como soy tan cochinamente cumplidora he sacado fuerzas de flaqueza y no me he planteado la posibilidad de no hacer las tareas que creía necesarias. Si hacía caso de mi estado de ánimo y aplazaba o no realizaba lo necesario vería el jardín descuidado y eso, a la vez, me haría decaerme más. Así que no sólo por él si no por mí misma, he afrontado como he podido esta vez estos trabajos. Desde el lunes pasado todos estos trabajos están realizados. Pedí quince días de vacaciones para realizarlos así que estoy exhausta y la verdad es que supongo que por los acontecimientos, he estado a punto de no hacer pedido alguno pero luego me he dicho que ni hablar!! Que de eso nada. Que las ilusiones si no se tienen hay que "forzarlas" y me he obligado a mirar qué me gustaría que la próxima temporada crezca en mi jardín.
Y sabéis qué? Que el desánimo me ha durado apenas los primeros momentos. Enseguida, viendo las páginas de viveros que venden a través de Internet la ilusión ha hecho su aparición rápidamente y eso me ha hecho sentir muy bien!! :) Sí, hay que forzar a veces las cosas y sí, a veces tenemos que dejar de escucharnos y no hacer demasiado caso de nuestro cansancio o de nuestro bajo estado de ánimo. En ocasiones si fuera por ganas...no haríamos nada. Yo no habría hecho nada este mes pero sabia que a la larga hacer caso de mi cansancio y de mi falta de ilusión solo prolongaría este estado de ánimo, así que he hecho las cosas que creo que a la larga me ayudarán a recuperarme antes. Qué buena cosa es esto de tener un jardín en el que trabajar. Un espacio que nos necesita y que sabemos que sin nosotros pronto se descuidaría. La responsabilidad de tenerlo bien cuidado redunda, creo, en beneficio propio. El jardín te necesita y tú tienes que estar ahí, al pie del cañón. Verlo bien ayuda a sentirte mejor. A mí me pasa, seguro que a vosotros también os ocurre algo semejante. No es así? ;)
En el jardín nunca se termina pero hay cosas que pueden aplazarse un poco más. Las tardes de esta semana, como ya no tenía obligaciones pendientes que fueran urgentes, he ido viendo todos los rincones del jardín, buscando lugares de plantación. Estaba tan limpito y lindo!! No me ha costado mucho esfuerzo aquí y allá: "ummm...aquí estaría precioso este rosal" o, aquí falta "otoño" y se te ocurre enseguida un precioso arbusto que encienda de rojo ese rincón la próxima temporada. Así que dicho y hecho, desde el lunes me he sorprendido a mí misma de nuevo con ilusión por las nuevas plantaciones. Ayer hice mi pedido de rosales a raíz desnuda y esta mañana he enviado el de vivaces y arbustos. 
Los comparto con vosotros aunque sea a modo de listado. Las imágenes no son de gran calidad ya que corresponden a las del vivero dónde las he solicitado. Cuando estén creciendo en el jardín os comentaré más en detalle.
Calycanthus floridus o árbol de las anémonas. Parece ser que se trata de un arbusto de fácil cultivo, caducifolio y con un precioso otoño.



Aronia x arbutifolia 'Brilliant' es uno de esos arbustos que a todos nos gustan: bonita floración en primavera, llamativa (y sabrosa) fructificación y una coloración encendida en otoño. Parece ser que crece bastante rápido. Ya veremos qué tal se porta aquí conmigo...


Imagen de Pintarest

Imagen de Pintarest

Heliopsis helianthoides 'Summer Sun'

Phlomis cashmeriana

Phlomis russeliana


Cercidiphyllum japonicum, árbol del caramelo, también llamado "katsura"en Japón. Aunque la forma de sus hojas es muy semejante a Cercis siliquastrum no pertenecen al mismo género. El otoño de este arbusto/árbol es magnífico. Verdad? :)


Imagen de Pintarest
Un pequeño surtido de salvias. Me encantan!! S. Guaranitica y S. Verticillata no las he cultivado nunca, estas son las tres variedades que he elegido:

Salvia guaranitica 'Amistad violet'

Salvia guaranitica 'Black and Blue'


Salvia verticillata 'Purple Rain'

Verbascum 'Pink Domino'

Verbascum 'Show Maiden'

Cirsium rivulare 'Atropurpureum' Esta vivaz la intenté el año pasado pero creo que recibió más riego del que precisaba y no superó el verano pero voy a intentarlo de nuevo!!

y 20 Fresas 'Mara des bois' (Remontante) a raíz desnuda. Hasta ahora siempre he comprado plantones de fresales, esta vez voy a probar a raíz desnuda. Creo que irán mejor aún.
No quiero terminar este artículo sin dar las gracias. Son tantos los correos que he recibido dándome ánimos. Son tantas las palabras de apoyo que me han venido de vosotros, mis lectores... que como no agradecer tanto cariño? En mi bandeja de entrada han llegado escritos que me han emocionado. Dándome las gracias a mí...jajajaj soy yo la que os debo todo el agradecimiento a vosotros!! 
En este momento, bastante duro, vuestros mensajes, vuestro apoyo, vuestras palabras me han servido, me están sirviendo de mucho. De verdad!! No sabéis hasta qué punto me han hecho sentir bien...Gracias. Gracias mil!! 
Feliz fin de semana, queridos lectores y amigos :)


Trabajos de otoño: Enriquecer los bancales con una capa de estiércol bajo el mulching (acolchado)

Cómo pasa el tiempo!! Ya la segunda vez que realizo este trabajo. 
El año pasado por esta época, os hablaba de la importancia de esta técnica de jardinería. De sus ventajas y de los beneficios que aporta al suelo del jardín así como del sistema que utilicé y como siempre, con fotos paso a paso, fui mostrando de qué manera lo hice. Claro, la temporada anterior fue la primera. Todos los bancales eran nuevos y hubo que preparar toda la tierra previamente antes de protegerla con el mulch. Este año en cambio ya no parto de cero. Mi jardín comienza a hacerse mayor!! ajjajaja  Es broma, claro!! :)
Dado que en estas dos entradas que os pongo a continuación y que podéis visitar pinchando en el enlace, contienen bastante información sobre esta técnica de jardinería hoy me limitaré a mostraros como he puesto una buena capa de estiércol bajo el acolchado que ya puse el año pasado. Si tenéis interés en leerlos aquí están los vínculos:
¿Os pongo ahora una imagen que me hace temblar las piernas? Un montón de estiércol!! Porque sé lo que supone. Mil paseos de carretilla arriba y abajo recorriendo un jardín en pendiente que no es nada pequeño!! Pero en fin, todo sea por nuestros queridos jardines..

Os muestro como he ido haciendo este trabajo pero antes quería comentar algo que me parece de suma importancia: El momento del año en que se aplican los acolchados es algo a tener en cuenta.
Pensemos que esta capa protectora lo que hace es preservar las condiciones del suelo. Si la ponemos sobre un suelo helado estaremos "guardando" y preservando las condiciones heladas de ese suelo. Con el acolchado impediremos que el sol caliente el suelo y por tanto las raíces crecerán en un suelo que seguirá helado aún cuando exteriormente esté calentando el sol.
Igualmente si ponemos un acolchado sobre un suelo recalentado y reseco en verano, lo que estamos haciendo es guardar ese calor y sequedad bajo él.
Lo ideal es poner el acolchado al inicio de la primavera (cuando el suelo se ha atemperado ya y ha perdido el frío que le proporciona las heladas del invierno) y en otoño (Cuando el suelo ya ha perdido las altas temperaturas que alcanza en verano).
No he regado antes de hacer este trabajo porque ha llovido mucho estos días de atrás y el suelo tiene humedad suficiente. Regar ahora a riesgo de heladas nocturnas no creo que sea conveniente. Pero sí es cierto que si el suelo está seco conviene antes de acolchar aplicar un buen riego.
Bueno, ahora sí, aquí tenéis un "paso a paso".Por supuesto no es más que la forma que yo tengo que hacerlo, ni la única, ni la mejor imagino. Pero hacerlo por este orden y de esta forma me resulta cómodo y me está dando buenos resultados de momento.
1.- Lo primero ha sido retirar con la escoba metálica toda la capa de acolchado formada por madera troceada hacia un lado fuera del bancal.

Como podéis ver, sí, salen algunas malas hierbas pero no demasiadas. El acolchado mitiga en buena parte este problema. 

2.- Con el escardador he cortado las malas hierbas que he podido. La verdad es que es una herramienta que te permite cortar la mayoría de hierbas si el suelo está bien trabajado y por tanto no está endurecido. De otra forma hay que hacer demasiada fuerza.
Es cierto que cortando algunas de las malas hierbas no se soluciona el problema pero la verdad, "hacerse a mano", hierba a hierba, un jardín tan grande...como que no me veo con fuerzas para afrontar tamaño trabajo!!

3.- A continuación, con la escoba metálica retiro la mayoría de las hierbas ya cortadas. Podría dejar muchas porque se compostarían debajo del acolchado pero algunas otras ya sabéis que vuelven a enraizar. No obstante, alguna siempre se escapa, claro.

Ahora tenemos el suelo limpito de yerbas y listo para protegerse. No lo he labrado porque mi suelo está muy trabajado del año pasado cuando preparé los bancales y no suelo pisotearlo mucho lo cual hace que no esté demasiado compactado.
4.- Es cuestión de traer ahora en la carretilla el estiércol que necesitaremos.

5.- Extiendo sobre el suelo una capa bien generosa.
Cómo me gusta el aspecto del suelo limpio y con esa capa negra del estiércol encima!! El bancal da aspecto aseado, cuidado... :P

6.- Y por último, tendremos que reponer sobre el estiércol la madera troceada que habíamos retirado anteriormente y que hace de mulching o acolchado.


Et voilâ!! El bancal limpito, nutrido y protegido!! Este, claro...no quiero deciros la de metros de bancales que tengo por hacer!! Poco a poco...

Trabajos de otoño. Enriquecer el suelo con estiércol y prepararlo para el invierno con un acolchado

Como decía en la entrada anterior en la que he explicado el diseño de este seto, hace ya algo más de dos meses que comencé a preparar el terreno. 
En un suelo aún sin cubrir por plantas grandes que impidan la llegada de la luz a él y se lo pongan algo más difícil a las malas hierbas, el resultado en un breve espacio de tiempo es este: habían vuelto a brotar por todas partes.
Así que lo primero que he tenido que hacer es eliminar todas las malas hierbas que he podido.
Estos días han coincidido con la caída de las hojas de dos grandes olmos que tengo en la zona y me ha venido de perlas las hojas que han tirado para utilizarlas en el acolchado.
El otoño es un buen momento para plantar los rosales a raíz desnuda y los arbustos. El tiempo aún no es lo frío que será cuando venga el invierno y los arbustos tienen tiempo de enraizar antes de que lleguen las heladas. Tampoco hace ya el calor del verano y las plantas superar mucho mejor el stres del trasplante que cuando se hace con temperaturas más altas.
La mayoría ya los tengo plantados hace bastante pero con esta zona se me ha echado el tiempo encima y aunque hubiera sido preferible plantarlos antes pero la cuestión es que no lo he hecho porque he tenido más trabajos de los que han podido hacer mis brazos :)
Una vez plantados en su lugar he repasado las zonas de alrededor de sus troncos, formando unos buenos alcorques allí dónde no había o rectificando su diámetro y profundidad dónde ha sido preciso.

Me parece fundamental crear alrededor de árboles y arbustos una zona que pueda retener el agua del riego o de la lluvia y así permitir que las raíces se humedezcan en profundidad. Máxime tratándose de un arriate que presenta cierta inclinación.
Hoy era un día soleado, con unas temperaturas suaves y no había indicios de que fuera a caer ninguna helada así que antes de cubrir el suelo con el estiércol y el acolchado, he hecho un riego en profundidad, seguramente ya no será preciso regar más hasta que vuelvan a subir las temperaturas al final del invierno.
El otoño también es un buen momento para nutrir el suelo con aportaciones de materia orgánica como por ejemplo el estiércol. El estiércol ahora no perjudica a las plantas porque no se recaliente al no hacer calor. Una buena capa sobre la base de la planta protegerá sus raíces de las heladas del invierno a la vez que nutrirá el suelo.
Cuando esparzo el estiércol en los alcorques me cercioro de que no se acumule ni llegue a tocar los troncos porque podría llegar a quemarlos.
Me gusta mojar el estiércol una vez extendido en el alcorque. Aquí puede verse como la zona alrededor de los troncos queda libre de él.
He ido trayendo carretillas del abono natural para luego extenderlas sobre todo el terreno creando una capa de unos 2 cm (Quizás algo menos).
Qué bonita se ve la tierra así tan negra. Verdad?  :) 
Encargué unos metros cúbicos de estiércol hace unos días en el vivero de mi localidad. Me gusta la calidad que tiene y el hecho de que siempre te lo venden bastante fermentado. De todos modos si aún siguen compostándose un poco, a estas alturas del año no es tan importante en lo referente al peligro de quemar raíces. De aquí a que llegue la primavera las lombrices y demás organismos del suelo se habrán encargado de nutrir con él las zonas más bajas de las raíces e ir incorporando este abono creando poco a poco un medio mucho más amigable para las plantas que se cultivan en él. 
El estiércol es poco efectivo a la hora de impedir que broten las malas hierbas. Yo creo que incluso las favorece.
Por eso prefiero cubrir todo con una buena capa de acolchado. Todos sabemos lo interesante que es proveer al suelo de una protección frente a los cambios de temperatura. Los efectos beneficios que tiene sobre el suelo al ir incorporándose poco a poco a él si usamos materiales orgánicos como las hojas o trocitos de madera son también muy importes.
Pasado un tiempo, aunque tratándose de hojas tardan bastante pero llegan a compostarse y al final, a formar parte del suelo, nutriéndolo y aportando materia que aumentará su la aireación benefiando a las raíces y formando un suelo con mayor capacidad de retención de agua, evitando evaporaciones y resecamientos innecesarios con el ahorro en agua que ello conlleva. Además tambien protege el suelo de la erosión y a las raíces de la desecación que produce el viento. En fin, que casi todo son ventajas.
En mi jardín no hay todavía suficientes árboles de hoja caduca pero he solucionado el problema proponiendo a la dueña del vivero el barrerlo yo misma si me permitía traerme en sacos las hojas que recogiera. Se trata de una chica muy amable y ha estado encantada con la idea de verse libre de las hojas que llenaban su establecimiento en el que hay una cantidad tremenda de árboles caducifolios.
Cuando los arbustos sean grandes creo que el acolchado quedará más bonito. Ahora la verdad es que casi los ocultan ajjajaj Pero pienso que no me desagradará ver la superficie del suelo cubierta por hojas que cambian de tonalidad por zonas, según voy utilizando para el acolchado las de un tipo de árbol u otro.
Me gusta comenzar los acolchados empezando por colocar las hojas sobre los alcorques. Allí ando con más cuidado que entre plantas. No me gusta que las hojas se amontonen sobre los arbustos al ser ahora tan pequeños ni tampoco que asfixien la base de la planta. Prefiero apartar un poco las hojas de la base de sus tallos para permitirles respirar y que no haya problema de hongos o de putrefacción de las hojas sobre ellos. 
Una vez tengo cubiertas las bases de las plantas ya ha sido cuestión de ir extendido el contenido de los muchísimos sacos con hojas que me he traído.
Para que el acolchado sea efectivo debe ser una capa bastante gruesa, de lo contrario, las malas hierbas se las arreglan para entre hoja y hoja, al menor resquicio de luz que dejamos, salir a través de él. 
De todos modos lo que hoy parece muy grueso, en unas semanas, al ir compostándose baja bastante de nivel y el aspecto con los días cambia bastante.
Y con esta capa de acolchado he dado por finalizado el trabajo de la zona. El suelo ha quedado bien nutrido y protegido con esta estupenda capa protectora. Quizás otros materiales queden más bonitos pero la verdad, las hojas me parecen un estupendo aporte de materia orgánica, no hay que retirarlas luego porque se van incorporando poco a poco al mismo suelo y además...son gratis!! Asunto que no deja de ser importante jajajaj


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