No me fijé bien y pensé que era una mala hierba pero al arrancarla del suelo comprobé que se trataba de una plántula de almendro.
Estaba cerca de un almendro joven que tengo en la parte norte del jardín. Una de sus almendras debió caer el otoño pasado al suelo y al quedar enterrada la humedad del acolchado en otoño e invierno hizo que haya brotado.
Al sacarla vi que todavía tenía prendidas las dos mitades de la cáscara externa y tras observarla un rato mi idea inicial fue tirarla.
Pero me quedé con aquel almendrito enano en la palma de mi mano y me hizo gracia verlo tan tieso, tan chiquitín ero tan vigoroso y que hubiera crecido allí en medio, en un mar de acolchado a su alrededor. Pequeño pero agarrado a la vida con fuerza!!
Vi que tenía una fuerte raíz pivotante que se había desarrollado bastante verticalmente y que la parte aérea de la planta estaba creciendo con vigor. Aún conservaba la semilla de cuyos nutrientes imagino que seguía abasteciéndose así que me dije que el pobre se estaba agarrando tan bien a la vida que merecía una oportunidad... ajajjaja En fin, eso, que no sé si prosperará y ni tan siquiera sé dónde lo cultivaré en caso de que llegue a hacerse grande.
De momento lo he puesto en un contenedor suficientemente alto para que cupiera sin doblarle la raíz pivotante y tuviera espacio suficiente para que la raíz creciera hacia abajo todavía un poco más antes de trasplantarlo a otro tiesto de mayor tamaño.
Rellené con un poco de una mezcla de sustrato que me sobró el otro día cuando plantamos bulbos de azucenas (Turba, compost casero de mi compostadora, hojas de roble a medio compostar y un poco de harina de pescado).
Regadito y a la sombra lo tendré unos días hasta que vea que ha vuelto a arraigar en el contenedor... Quizás algún día se convierta en otro precioso almendro y se habrá salido con la suya con sus grandes ganas de vivir.