El otro día, en el artículo "Fertilizar o abonar nuestros rosales. Nociones generales" hablábamos en general de esta cuestión tan importante para la salud de nuestras plantas.
Quizás es
preferible centrarse hoy en los abonos orgánicos o naturales comparando sus características con los abonos químicos y dejar para siguientes
artículos el tratamiento de las distintas formas de aplicación de estos abonos
y el ver con más detenimiento y de forma individual y concreta algunos de estos
fertilizantes como la harina de huesos, el extracto de algas, la harina de
pescado, etc… Son muchas los productos, formas de aplicación, momentos, etc y
probablemente se haría demasiado extenso este artículo.
Aclaremos términos.
Se produce entre nosotros, los aficionados a la
jardinería, una gran confusión en este tema de los fertilizantes. El
mercado nos ofrece infinidad de productos que pueden ser espolvoreados,
agregados, pulverizados, regados…productos en una gran diversidad de formatos,
polvo, pellets, gránulos, líquidos… se nos habla de acondicionadores del suelo,
de mantillos, de enmiendas, de nutrientes. Todos ellos son fertilizantes?
Cuando
hablamos de fertilizantes estamos
refiriéndonos a un material que agregamos al medio próximo dónde crece una
plata, que le afectará directamente
proporcionándole nutrientes específicos. Nos referimos a productos que garantizan
la presencia de los porcentajes de los nutrientes de los que informan en su
etiqueta (NPK).
Hay que aclarar pues que, aunque estos abonos
orgánicos sobre los que tratamos en este artículo aportan indudablemente
materia orgánica al suelo, no hay que confundirlos con lo que entendemos como “enmiendas
del suelo”. El compost, el estiércol bien curado, las hojas trituradas, los
recortes del césped, la madera de las podas pasadas por la trituradora…serían
ejemplos de enmiendas. El aporte de ellos sería en cantidades muy superiores a
las que hacemos de los compuestos orgánicos que estamos tratando hoy.
Las enmiendas. Cuando lo que agregamos al suelo
son materiales que mezclados con él favorecen indirectamente el crecimiento de la planta mediante la mejora de la
estructura del suelo, su textura, la retención de agua, la actividad microbiana,
no estamos hablando exactamente de fertilizantes aunque en su composición,
indudablemente, tengan nutrientes.
Los acolchados, mulching, coberturas del suelo…pueden
ser materiales orgánicos o inorgánicos que se colocan sobre la superficie del
suelo que ayudan en la lucha contra las malas hierbas, favorecen la
conservación de la humedad del suelo y, a la larga, en algunos casos, añaden
materia orgánica a medida que se descomponen en este suelo (compost, mantillo,
estiércol, etc.)
Para ser rigurosos
(aunque por comodidad y costumbre no lo somos) deberíamos tener claro que las plantas fabrican sus propios alimentos
que son los azúcares e hidratos de carbono mediante la utilización del
agua, el dióxido de carbono. En cambio seguimos diciendo que aportamos “alimentos”
a las plantas. Al aportar fertilizantes al suelo, estamos añadiendo productos
para complementar los que en el suelo suele haber de modo natural y que las
plantas utiliarán para fabricar su propio alimento.
Dicho esto,
como generalmente hablamos de forma coloquial y tendemos a ser seres de
costumbre, seguiremos usando la misma expresión pero es bueno tener claras las
cosas. Verdad? J
Los abonos
orgánicos o naturales son sustancias que aplicadas al suelo, modifican su
estructura e incrementan su fertilidad
aportando los nutrientes que las plantas precisan. Los hay tanto de origen
vegetal como animal. Y su aportación de alimentos de los rosales no es
inmediata si no que precisa de la intervención de microorganismos del suelo que
son los que los “elaboran” poniendo a disposición del rosal los nutrientes
presentes en ellos. Su actuación es por ello de liberación lenta, no inmediata.
Los abonos químicos por el contrario están fabricados
por el hombre y se trata de formulaciones o compuestos que proporcionan (generalmente)
de una manera inmediata alimento a
los rosales y también en mayor proporción en macronutrientes que los abonos
orgánicos.
Los rosales distinguen
entre los unos y los otros?
Está claro que no. A un rosal le da igual que el
nutriente que precisa esté puesto en el suelo en forma de abono orgánico o
químico. Pero claro, esto siendo verdad, no es una verdad completa. Veamos el
asunto con algo más de detalle.
Veíamos en
el artículo anterior sobre fertilizantes que los rosales precisan
principalmente de tres macronutrientes, nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K).
Las proporciones que un abono contiene de estos elementos están indicadas en
las etiquetas de los envases y están indicados siempre en el mismo orden.
Lo ideal es
proporcionar a los rosales un fertilizante equilibrado, que contenga al menos
estos tres macronutrientes y a ser posible algo de los nutrientes secundarios (Calcio,
magnesio y azufre). Si tiene además algún micronutriente (o elementos traza)
como boro, zinc, hierro, etc Miel sobre hojuelas!! Evidentemente no todas las
plantas precisan de las mismas proporciones de cada uno de estos elementos. En
concreto para los rosales parece ser que una mezcla equilibrada sería tendría el siguiente porcentaje de macronutrientes NPK 6-12-6.
Es decir, 6% de nitrógeno, 12 % de fósforo y 6 % de potasio. Es decir, una proporción entre PNK de 1:2:1
La aportación de todos este alimento
necesario para que nuestros rosales crezcan felices podemos hacerlo usando un
tipo u otro de fertilizantes, orgánicos o
químicos. Cada uno tiene sus ventajas y también sus inconvenientes.
A nosotros, como jardineros, nos corresponde valorar
los pros y los contras del uso de ellos y en última instancia decidirnos por
usar un tipo u otro. J
El uso de
fertilizantes orgánicos sale con ventaja si lo comparamos con los fertilizantes
químicos en varios aspectos. Pero para ser justos también deberíamos mencionar
algunos aspectos en los que pudiera tener algún inconveniente o desventaja. De
esto queremos tratar en este post de hoy.
Modo de actuación:
liberación lenta o rápida.
Si tienen
una ventaja clara los fertilizantes orgánicos con relación a los químicos es precisamente
su modo de actuación. Los abonos
orgánicos se liberan lentamente durante
un período largo de tiempo, permaneciendo en él más tiempo que los abonos
químicos. Pero hay que decir que su
efectividad dependen de la actividad previa de los organismos presentes en el
suelo que son los que “rompen” las moléculas de estos abonos liberando los nutrientes
que contienen y solo entonces, tras la actividad de gusanos, bacterias y
microorganismos del suelo, se presentan disponibles para que el rosal los use
en su alimentación.
Aportar los
abonos en cualquier momento no es eficaz. El
suelo debe estar atemperado y húmedo para que los microorganismos actúen sobre
estos materiales y hagan su trabajo sobre ellos de modo que pongan a
disposición del rosal los nutrientes cuando la planta los precisa. Es por tanto
importante hacer las aportaciones de los
abonos orgánicos al inicio de la temporada, en el momento de la poda o muy poco
después.
Serán mucho
más eficaces si sobre ellos ponemos una
capa generosa de mantillo o compost, incluso de estiércol bien maduro si no
disponemos de compost. Esta capa es el material
idóneo para crear bajo ella las condiciones de humedad y calidez adecuadas para
facilitar la labor de insectos y microorganismos del suelo.
En todo
caso, tengamos en cuenta que cuánto más altas sean las temperaturas más se
acelerará la conversión de estos materiales en nutrientes disponibles para los
rosales.
Es cierto
que para algún jardinero con tendencia a lo “práctico” puede que los abonos
orgánicos le parezcan de difícil control comparándolos con los químicos. Y en
cierta medida tendrá razón. Los
fertilizantes típicos de las bolitas azules sabemos que proporcionarán de modo
casi instantáneo los macronutrientes necesarios a nuestros rosales. Son
cómodos, la mezcla viene hecha sin que tengamos que preocuparnos en pesar ni en
mezclar. Abrimos la bolsa, tomamos un buen puñado y esparcimos por el suelo
bien regado previamente. En cuestión de muy poco tiempo los nutrientes estarán
a disposición de los rosales.
Por el contrario aquellos que usamos abonos orgánicos debemos ser
conscientes de que entre la aplicación
de las sustancias y el momento en que los nutrientes están disponibles para los
rosales debe pasar un tiempo. Y
este tiempo dependerá de variables que son más difíciles de medir de forma
exacta o cuando menos son menos controlables. Como dijimos arriba, el suelo
debe estar húmedo, atemperado y las temperaturas externas no deben ser
demasiado bajas. De lo contrario, los abonos orgánicos no serán “activados” ya
que los microorganismos que los ponen a disposición de las plantas no actuarán
en estas condiciones.
Pero sí, es
cierto, si de lo que se trata es de un
aporte rápido y concentrado de macronutrientes, sin duda los abonos orgánicos
cumplirían mejor esta función. J
La
experiencia de los jardineros que llevan años usando los fertilizantes
naturales indica que un buen momento
para su aplicación sería tras la poda.
Aprovechado
este trabajo, con el suelo alrededor de los rosales retirado el acolchado y limpio
de hojas y restos del trabajo de poda sería un momento estupendo agegar este
tipo de abonos en su primera aplicación de la temporada (siempre que no se
trate de rosales recién plantados y que aún no dieron su primera floración) Un
riego en profundidad antes de su aplicación y una vez distribuido alrededor del
arbusto los abonos requeriría un trabajo muy somero de la tierra que facilitará
que se incorporen con mayor rapidez al suelo. Con un segundo riego y la
colocación de la capa de compost encima como acolchado terminaríamos el trabajo
de abonado.
Dosis de nutrientes en
proporciones altas o bajas.
Los abonos orgánicos actúan lentamente, poniendo a
disposición de los rosales los
nutrientes en dosis bajas. Siendo por tanto bastante difícil quemar por sobredosis
con ellos las raíces.
Pero de otra
parte cuentan con otra ventaja adicional y es que no se filtran tan rápidamente hacia la parte inferior de suelo como les
ocurre a los químicos permaneciendo a disposición de las raíces durante más
tiempo.
La
lixiviación puede ser un problema grave cuando usamos fertilizantes químicos,
dejando la zona de raíces sin nutrientes en el mejor de los casos y acumulando
sales en las zonas profundas del suelo en el peor. No hace falta mencionar
también el peligro de contaminación de aguas subterráneas cuando esto ocurre.
Un suelo sano es la
primera condición para el cultivo de rosales sanos.
No podemos
pretender lograr tener un suelo rico, suelto, aireado, permeable, con
estructura adecuada, con una buena retención de humedad y a la vez que drene correctamente
evitando encharcamientos, con abundante presencia de lombrices y
microorganismos que ayudan a aportar nutrientes a nuestras rosas si sólo
aportamos abonos químicos.
Una
estructura de suelo saludable y un pH correcto es tan importante como la
aplicación de fertilizantes a la hora de prevenir deficiencias nutricionales y
a la larga de enfermedades y plagas en las rosas.
El uso de fertilizantes orgánicos
mejora la estructura del suelo cosa que no hacen los químicos. Los gusanos y microorganisos
beneficiosos precisan de algún tipo de material orgánico para nutrirse y mantenerse
sanos y para ello es necesario hacer aportaciones constantes de enmiendas y de abonos
orgánicos (o químicos, si es que estamos dispuestos a usarlos).
Los abonos orgánicos no solo nutren
los rosales, también nutren el suelo, lo mejoran, aportan materia orgánica y
modifican su estructura. Y ello porque en sí mismos constituyen materia orgánica. Sustancias
absolutamente necesarias para que el suelo permanezca vivo, lleno de
microorganismos que facilitarán que los rosales puedan disponer de los
nutrientes presentes en el suelo muchas veces pero en condiciones que no les
permiten absorberlos.
El medio
ideal para el cultivo de los rosales es
un suelo cuidado, enriquecido y con las enmiendas necesarias. Se trata de un
suelo esponjoso, que precisa menos riego porque retiene mejor la humedad; dónde
las raíces crecen con facilidad porque es un suelo sin compactaciones. Es un
suelo desmenuzable, relativamente oscuro en color, olor a tierra, lleno de
microorganismos y lombrices de tierra, un suelo con muchos nutrientes y un pH
entre 6,5 y 7,5. Jejeje Este sería el paraíso para crecer casi cualquier
planta, no solo los rosales J
Añadir
abonos naturales y enmiendas como compost o estiércol bien maduro regularmente
hace que nuestro suelo presente una textura esponjosa, con espacios entre sus
partículas suficientes para albergar aire y agua de fácil acceso para las
raíces.
El aporte
puntual y comedido de los abonos químicos no es que sea radicalmente negativo
pero pretender cultivar de forma saludable los rosales en un suelo sin nutrir orgánicamente
nunca, sin aportarle materia orgánica ni nutrientes para la microfauna… es
bastante complicado!! El uso exclusivo y
constante de este tipo de fertilizantes provoca que a la larga se pierda la materia orgánica y que
decrezcan los organismos vivos tan importantes para construir un suelo de
calidad. En este proceso el suelo va perdiendo su capacidad para retener el
agua y al aplicar estos fertilizantes químicos cada vez más cantidad se
lixiviará filtrándose a través del suelo hacia las capas profundas dónde las
raíces del rosal ya no tendrán acceso a ellos.
Un asunto que no puede
esperar y una responsabilidad de todos: la preservación del medio ambiente.
El proceso
para la fabricación de los fertilizantes químicos depende del uso de energías
no renovables.
Sin embargo
no nos engañemos, las normas legales que en cada país hay para distinguir los
fertilizantes orgánicos de los químicos son a veces complejas por lo que no
siempre se puede estar seguro que cuando adquirimos una mezcla con la etiqueta
de “orgánico” realmente podemos estar seguros de que todos sus componentes son
orgánicos. Aquellos preparados que son ofrecidas como mezcla de abonos
orgánicos con porcentajes NPK superiores a 15 podrían ser sospechosas de
contener en su composición productos que no son orgánicos ya que sabemos que
los fertilizantes naturales rara vez ofrecen porcentajes altos de
macronutrientes.
Un abono es equilibrado si
cuenta con la proporción de nutrientes que los rosales precisan.
En sí mismos
y por separado muchos de los fertilizantes orgánicos a nivel de nutrición no
son equilibrados. Expliquemos esto. Es decir, sus aportaciones de los tres
macronutrientes, Nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (N) son de lo más
variables y a veces descompensadas como constituir de ellos de forma única un
abono completo que sacie las necesidades nutricionales totales de los rosales. De
hecho los preparados orgánicos a la venta son mezcla de varios de estos
materiales precisamente para que “el conjunto” contenga proporciones de los
tres elementos.
En este
sentido, indudablemente, los abonos
orgánicos no presentan la facilidad y rapidez de manipulación que tiene los
productos químicos cuyas mezclan vienen ya preparadas listas para su uso.
A pesar de ello, podemos conformar nosotros
mismos un “abono más equilibrado y específico” sumando la acción de varios
fertilizantes naturales elaborando “recetas” que le den a nuestros rosales lo
que consideramos que precisan en cada momento y logrando preparados bastante
equilibrados que cuenten con todos los nutrientes necesarios.
Y lo que es
una desventaja en principio puede convertirse en lo contrario si pensamos que
en cada momento de la temporada, en los que los rosales van precisando más de
unos macronutrientes (también de nutrientes secundarios y elementos traza) que
de otros, tener la posibilidad de aportar al suelo aquella sustancia que en un
momento dado sabemos que precisará la planta a la larga es un sistema de
abonado mucho más específico y adaptado a las necesidades de nuestros rosales.
En el
siguiente artículo podemos ver qué elemento nutricional aporta en mayor
proporción algunos de estos abonos orgánicos y comprobaremos como con la suma
de varios podemos lograr formulas bastante compensadas.
Un asunto que no carece de
importancia: el económico.
Como todo,
esto también es relativo porque si bien es verdad que los abonos orgánicos son bastante más caros que los químicos
también deberíamos pensar que éstos permanecen mucho más tiempo en el suelo
liberando sus nutrientes y que a la larga nos ahorran problemas de salud si
comparamos con un uso exclusivo de abonos químicos.
Este uso
exclusivo de fertilizantes químicos conlleva una serie de problemas de salud
del suelo y de las plantas cuya resolución pasa por la aplicación de ciertas
técnicas jardineras y aportaciones de otros productos que no son precisamente
gratis o al menos llevan tiempo y trabajo realizarlos. Esto también hay que
valorarlo en favor de los abonos naturales.
En otros países llevan años usando
estos productos y su conocimiento está mucho más extendido que en nuestro país. Sin duda España, desgraciadamente,
no es un país donde el uso de fertilizantes naturales sea generalizado. Ello hace
que al no haber una demanda excesiva tampoco haya una oferta de parte de
viveros y establecimientos del ramo dónde sea fácil su adquisición. Y cuando
están a la venta tienen a veces precios prohibitivos.
En esto,
como en otros aspecto de la jardinería, imagino que el tiempo, la información
creciente que vamos teniendo los jardineros, nuestra concienciación con
relación al medio ambiente y la necesidad de preservar la naturaleza…hará que
nuestras prácticas vayan cambiando y ello a su vez producirá un cambio en la
oferta que los establecimientos pondrán a nuestra disposición. Soy optimista en
este sentido y creo que en la medida en que la demanda vaya incrementándose,
también habrá más competencia entre los vendedores lo que redundará en
beneficio del precio que deberemos pagar por ellos y la facilidad para su
adquisición.
No obstante
decir que algunas enmiendas y abonos orgánicos, igual que algunas variedades de
plantas que no las encontramos aquí en España, están disponibles en páginas web especializadas y aunque es cierto
que hay que pagar algunos euros en portes, si pedimos cantidades que no nos obligue
a hacer pedidos frecuentes, no sale excesivamente caro.
Incluso
pienso que sería buena idea intentar ponernos de acuerdo varios jardineros para
hacer pedidos conjuntos que abarataran los portes. Yo estoy estaría encantada
de ponerme de acuerdo con algunos de vosotros cuando tenga que hacer un pedido
de alguno de ellos.
Ya no solo
por el bien que hacemos a la naturaleza al reciclar la materia orgánica, si no
por nuestro propio bolsillo, deberíamos concienciarnos
de las bondades de hacer nuestro propio compost.
En el otro
artículo comenté el hecho de que esta temporada pasada he logrado obtener un
metro cúbico muy largo de un maravilloso compost que me ha dado de sobra para
acolchar todos los rosales y aún tengo para algunos bancales de mi pequeño
huerto. Y ya tengo lista la otra compostera en la que probablemente para otoño
tenga una cantidad semejante.
Esta
primavera/verano trataré de reunir los materiales precisos para poder “producir”
dos composteras completas cada año.
Es cuestión
de estar un poco al tanto. Césped de los jardines de vecinos que no lo usan;
serrín de aserraderos si tenemos seguridad de que no son maderas tratadas; los
restos de nuestras propias podas pasadas por la trituradora; los posos del café
que podemos pedir que nos reserven en bares o cafeterías (yo lo hago y no os
imagináis la de bolsas que te dan!!); la adquisición de una bala de paja que
nos pueda cobrar gente que se dedica a cuidar ganado los que vivimos en el
mundo rural y nos resulta fácil dirigirnos a ellos; pedir los restos de la
fruta y verdura estropeada en los puestos de verdulería del mercado; los restos
de nuestra propia huerta cuando la desmontamos al finalizar la estación; el
cartón y papel sin tinta que usamos nosotros o nos den amigos y familiares; la
ceniza de nuestra propia chimenea (o una vez más la de amigos y vecinos. Qué
majos ellos!! :P ); el estiércol que
gustosamente y sin cobrarte a veces nada te permiten coger los lugares de
cuidado de caballos; un paseíto por el bosque con algunas bolsas de jardín en
la mano para recoger hojas secas en otoño además de hacer algo de ejercicio nos
posibilita traernos un buen material para nuestras composteras :P; incluso los jerséis
viejos de pura lana troceados previamente, claro…
En fin, sí,
está claro que hacerse de un modo gratuito con cierta cantidad de algunos
materiales orgánicos para hacer el compost es algo que requiere algo más de
trabajo que ir a una gran superficie y comprar unas bolsas de fertilizante de
bolitas azules. Sin duda!! Pero no
siempre lo más cómodo es lo mejor para el medio ambiente y para la salud de
nuestras plantas.
Dejemos
constancia aquí también de un grave problema que a todos nos afecta: la contaminación de las aguas y del aire
con emisiones de nitratos que a su vez puede perjudicar la vida del hombre y la
de los animales y la del medio acuático. Mucho tiene que ver con el uso masivo
de los fertilizantes químicos!!
No hay duda
de que las emisiones de la atmósfera de nitratos es superior con creces de
parte de los abonos químicos. Para la elaboración de los orgánicos se reciclan
materiales orgánicos y por tanto son mucho menos contaminantes para el medio
ambiente siendo su impacto mucho menor que el de los químicos salvo que se
utilicen en cantidades muy masivas y concentradas.
Los abonos orgánicos por
muy beneficiosos que sean para el suelo no son inocuos.
Queremos por
último, advertir sobre un hecho que quizás es obvio pero que en ocasiones
pudiera no caerse en la cuenta de él. Estas sustancias son naturales,
estupendas para nuestro suelo y beneficiarán enormemente a nuestras rosas pero no
por ello debemos descuidar nuestra propia salud y seguridad a la hora de su
manipulación.
Su manejo
precisa del uso de guantes y mejor aún
con mascarilla, y al igual que cualquier otra sustancia no conviene inhalarlas, ingerirlas o
mantenerlas al lado de niños y mascotas.
Más no siempre es mejor!!
También, al
igual que como con cualquier otro producto, conviene siempre leer muy bien las instrucciones del
fabricante y ceñirse a las dosificaciones que indiquen en sus etiquetas.
Por último, aconsejar que antes de cualquier aplicación de estos productos, sean orgánicos o químicos, deberíamos saber, aunque no contemos con un análisis profesional de nuestro suelo, al menos sí qué tipo de suelo tenemos en nuestro jardín y por supuesto medir su pH. Esta información es imprescindible para tener al menos una idea de en qué "dirección" debemos hacer las rectificaciones o aportaciones a nuestros suelos. El tipo de suelo y su acidez o alcalinidad determinarán sus necesidades en buena medida.
Me gustaría
tratar en próximos artículos de manera algo más detallada las características
de algunos de estos abonos orgánicos, sus aportaciones en lo que hace a porcentaje
de nutrientes concretos, los modos y momentos de aplicación que parece que
convienen más, incluso alguna “receta” con cantidades de las que resulta una
mezcla bastante equilibrada de nutrientes. Espero que este tema siga siendo de
vuestro interés y os invito a leer los próximos post en preparación.
De nuevo
muchísimas gracias por vuestras visitas a este blog, por los muchísimos correos
con palabras amables que recibo, por las consultas que en ellos me hacéis a
pesar de que para responder algunas no estoy en disposición del tiempo que
requerirían,…porque eso en definitiva es lo que le da sentido a un blog, saber
que tras tus líneas hay lectores a los que le interesa lo que escribes.
Un saludo
amigos y feliz fin de semana!!