Os propongo una búsqueda en Google (imágenes): Teclead “campanilla azul”. Acabo de hacerlo. Estoy viendo imágenes de una gran diversidad de plantas con forma más o menos de campana y de color azul. Desde Ipomea, Campanula persicifolia, Gentiana asclepiadea, Convulvulus sabatius, Mertensia ciliata hasta Aquilegia. Qué tienen que ver las unas con las otras? Nada.
He propuesto estas búsquedas para reflexionar sobre el uso del nombre común y el nombre botánico.
El nombre común es aquel por el que en nuestra zona o región se conoce una planta. Cambia de un país a otro e incluso en zonas próximas se designa a una misma planta o de distintas formas.
Con lo cual nos encontramos con que una misma planta recibe distintos nombres comunes dependiendo de que la nombre, por ejemplo, alguien chileno o alguien español porque en sus países se usan distintos nombres. Es verdad que los nombres comunes son mucho más fáciles de recordar pero me pregunto si no habría que plantearse si su uso entre jardineros provoca muchos más inconvenientes y confusiones que ventajas.
Como curiosidad está bien saber de qué distintas formas se nombra a una planta en distintos lugares pero poco más…Si lo pensamos bien, decir que uno cultiva “campanillas azules” es como no decir nada porque por campanillas azules se conoce en distintas zonas geográficas a multitud de plantas que nada tienen que ver las unas con las otras.
Vemos por tanto que se hace evidente que el uso del nombre común no nos dice con seguridad de qué plantas estamos tratando y que si no se menciona el nombre botánico de la planta en cuestión es difícil que no haya confusiones.
En este sentido yo animaría al uso del nombre botánico. Es decir, el nombre científico con el que se conoce esa planta universalmente. Este nombre no cambia aunque cambiemos de zona o de país. Está aceptado por toda la comunidad científica porque debe regirse por determinadas normas, estar publicados de forma conveniente, cumplir una serie de requisitos y estar recogidos en el Código Internacional de Nomenclatura Botánica o en el Código Internacional de Nomenclatura para Plantas Cultivadas.
Así, si decimos que cultivamos Campanula persicifolia por ejemplo, no puede haber confusión. Porque con este nombre botánico no hay más que una planta que lo tenga y es aceptado por todos.
A todos nos ha pasado. Cuando comenzamos en esto de la jardinería hablamos de de hortensias pero según va pasando el tiempo, según vamos leyendo, informándonos y viendo que hortensias hay muchas se nos acaba por hacer familiar términos como Hydrangea macrophilla o Hydrangea paniculata. Es cuestión de costumbre, al final vamos aprendiendo los nombre botánicos de las plantas sin apenas darnos cuenta. Pero merece la pena saber escribirlos bien. No? :)
Es sobre este asunto de los nombres sobre el que quería reflexionar un poco en este artículo. Este tema de hoy es de esos que aunque pueda parecer algo “rollo” considero que es importante tener al menos una ligera idea sobre él o al menos sobre algunos de sus términos.
Os imagináis a dos médicos hablando de un paciente que tiene una “especie de manchitas en la cara” o que padece “dolorcillo debajo del estómago”? Yo no!! Jejeje Es más, no quisiera ser atendida por estos médicos si hablan así :)
En jardinería también tenemos nuestra terminología, clara y concreta para referirnos a las cosas sin dar lugar a confusiones y equívocos.
Conocer ciertos términos nos ayudará a comprender de qué modo se establece el nombre botánico de las plantas. Son términos que veremos en cualquier libro de jardinería, blog, páginas de Internet y en general en cualquier medio que trate de botánica. Conocer el nombre botánico de una planta sobre la que queramos consultar sus necesidades de cultivo por ejemplo, hará la tarea mucho más fácil porque en general en cualquier medio en el que busquemos información las plantas están nombradas con su nombre botánico dejando el común o vulgar a la mera curiosidad.
Yo no suelo escribir correctamente los nombres de las plantas de ahí que me haya parecido interesante indagar un poco sobre qué normas rigen la forma de mencionarlas botánicamente así como el modo correcto de escribirlo. Es verdad que a todos se nos escapa en uno u otro momento incorrecciones en este sentido (a mí en muchos ajjajaj y seguirá pasándome, fijo!!) pero al menos conocer ciertos términos y cuales son estas reglas de escritura, siempre está bien y en un momento dado siempre podemos consultar si tenemos dudas.
Empecemos por el término “taxonomía”. La taxonomía es la rama de la botánica que se encarga de la clasificación de los seres vivos en categorías jerarquizadas y sistemáticas. Dentro de cada una de ellas habrá una serie de “taxones” (comunidad de organismos) agrupados por las semejanzas entre ellos de orden genético, evolutivo, morfológico, anatómico, fisiológicos, etc. Como en casi todo, también aquí hay varias “escuelas” y opiniones de los sistemas por los que debiera regirse esta clasificación en categorías jerarquizadas.
En buena medida fue el botánico y zoólogo sueco Carlos Linneo (1707 – 1778) quien estableció las bases que la taxonomía moderna. El sistema que utilizamos hoy en día llamado nomenclatura binomial está basado precisamente en las propuestas de Linneo.
Pero el intento de organizar y ordenar los seres vivos en grupos o categorías viene de lejos. Ya Aristóteles dividió los seres vivos en dos grandes “reinos” (Primera categoría): los animales y las plantas. Posteriormente Linneo añadió un nuevo reino: los minerales. Una de las metodologías más conocidas y utilizada es precisamente ésta, la taxonomía linneana que agrupa los seres vivos en categorías que van de lo general a lo particular.
El desarrollo de la ciencia y del conocimiento de los siglos posteriores fue introduciendo más niveles jerárquicos y acontecimientos como el invento del microscopio dieron lugar a cambios en estas agrupaciones estableciéndose varios “Reinos” más. Incluso actualmente ya no es considerado el Reino como el nivel de superior categoría si no que lo es el “Imperio”. Pero el intento de organizar y ordenar los seres vivos en grupos o categorías viene de lejos. Ya Aristóteles dividió los seres vivos en dos grandes “reinos” (Primera categoría): los animales y las plantas. Posteriormente Linneo añadió un nuevo reino: los minerales. Una de las metodologías más conocidas y utilizada es precisamente ésta, la taxonomía linneana que agrupa los seres vivos en categorías que van de lo general a lo particular.
Estas categorías serían como una especie de conjuntos dentro de los cuales hay unos subconjuntos de elementos y a su vez dentro de éstos últimos otros subconjuntos más, así hasta ir cada vez a mayor detalle.
Estas clasificaciones que agruparían a los seres vivos según características irían siempre de lo general a lo particular. Vendría a ser algo así como un árbol con sus ramas. Del tronco principal que sería “El reino” (antes primera categoría) saldrían varias ramas principales (Filo, segunda categoría); de cada una de estas rama secundarias brotarían a su vez más ramas dando lugar a la siguiente categoría agrupada en la anterior. Es decir, los seres vivos se agruparían en categorías definidas desde lo general a lo particular.
Cada categoría reúne los elementos que tienen características semejantes entre sí dividiéndose a su vez en otras categoría que agruparían a individuos también con características comunes entre ellos y que los diferenciarían de las otras categorías incluidas en el nivel superior.
En fin, se puede hilar muy fino en cuanto a divisiones y subdivisiones de todas estas categorías pero para los fines que nos ocupan podríamos centrarnos en las categorías que los jardineros más usamos.
Puede decirse que las categorías taxonómicas (niveles o taxones) más importantes actualmente son
Dominio – Reino – División o Filo – Clase – Familia – Género - Especie
Es decir que un reino se compone de varios filos, a su vez, dentro de cada filo habría varias clases que contendrían varias familias y a su vez éstas tendrían distintos géneros con diversas especies. Lo que decíamos, un conjunto dentro de otros conjuntos. De lo general a lo particular.
Tomemos unos cuantos ejemplos. Son plantas muy conocidas por todos por ser frecuentes en nuestros jardines.
Tomemos unos cuantos ejemplos. Son plantas muy conocidas por todos por ser frecuentes en nuestros jardines.
Complicado? No tanto!! En realidad los jardineros aunque deberíamos conocer estas categorías las que más usamos son el género y la especie. Centrémonos en estas dos categorías y en algunos términos de uso muy frecuente en la bibliografía y lugares de consulta sobre temas de jardinería.
Las especies.
El siguiente cuadro creo que ayudará. El nombre de las especies, que es el lo que más abunda en jardinería, se compone de dos/tres partes y son indivisibles
La primera parte del nombre de la especie corresponde al género al que pertenece la especie en cuestión, siempre comenzado con mayúsculas.
La segunda la constituirá el epíteto específico (de la especie) escrito en minúscula. (Este epíteto no es el nombre de la especie, si no solo una parte de él)
Tanto el género como el epíteto se escriben en letra distinta del resto del texto, generalmente en letra cursiva.
La tercera parte que deberíamos escribir pero que normalmente casi nadie lo hace es la inicial del botánico, descubridor o el primero que la estudió la especie de la que se trate.
Tras la publicación de este artículo invité a leerlo a dos amigos botánicos, Jorge y Fernando solicitándoles que me hicieran cuántas rectificaciones o comentarios les pareciera oportuno.
He editado este artículo para introducir un par de pequeñas correcciones que me han hecho pero sobretodo para aclarar algo que muchas veces genera confusión en este tema del nombre de las especies. A ver si lo logro!! :)
Ambos me han convencido que es importante hacer entender que según la nomenclatura binomial (la que empleamos actualmente gracias a Linneo) el nombre de la especie tiene dos partes que son indivibles.
No es que Sorbus sea el género y acuparia sea la especie. Es decir, el nombre de la especie es "Sorbus aucuparia" (ya que aucuparia es tan solo el epíteto de la especie y no tiene tiene uso en solitario). Nunca diremos "la especie aucuparia".
El nombre de la especie está compuesta por las dos palabras, la una tiene su origen como decíamos en el género y la segunda parte (llamada epíteto de la especie) es el nombre específico de la especie. Pero el nombre completo de la especie es "Sorbus aucuparia" y no es "aucuparia" solamente. El epíteto de la especie, es decir, el nombre de la especie nunca va solo, no tiene uso útil. En el ejemplo del cuadro anterior hablaríamos de un género, los Sorbus, pero en concreto nos estaríamos refiriendo a uno con determinadas características, el de la especie Sorbus aucuparia L.(descrita por primera vez por Linneo, de ahí la L.).
La primera parte del nombre de la especie corresponde al género al que pertenece la especie en cuestión, siempre comenzado con mayúsculas.
La segunda la constituirá el epíteto específico (de la especie) escrito en minúscula. (Este epíteto no es el nombre de la especie, si no solo una parte de él)
Tanto el género como el epíteto se escriben en letra distinta del resto del texto, generalmente en letra cursiva.
La tercera parte que deberíamos escribir pero que normalmente casi nadie lo hace es la inicial del botánico, descubridor o el primero que la estudió la especie de la que se trate.
Tras la publicación de este artículo invité a leerlo a dos amigos botánicos, Jorge y Fernando solicitándoles que me hicieran cuántas rectificaciones o comentarios les pareciera oportuno.
He editado este artículo para introducir un par de pequeñas correcciones que me han hecho pero sobretodo para aclarar algo que muchas veces genera confusión en este tema del nombre de las especies. A ver si lo logro!! :)
Ambos me han convencido que es importante hacer entender que según la nomenclatura binomial (la que empleamos actualmente gracias a Linneo) el nombre de la especie tiene dos partes que son indivibles.
No es que Sorbus sea el género y acuparia sea la especie. Es decir, el nombre de la especie es "Sorbus aucuparia" (ya que aucuparia es tan solo el epíteto de la especie y no tiene tiene uso en solitario). Nunca diremos "la especie aucuparia".
El nombre de la especie está compuesta por las dos palabras, la una tiene su origen como decíamos en el género y la segunda parte (llamada epíteto de la especie) es el nombre específico de la especie. Pero el nombre completo de la especie es "Sorbus aucuparia" y no es "aucuparia" solamente. El epíteto de la especie, es decir, el nombre de la especie nunca va solo, no tiene uso útil. En el ejemplo del cuadro anterior hablaríamos de un género, los Sorbus, pero en concreto nos estaríamos refiriendo a uno con determinadas características, el de la especie Sorbus aucuparia L.(descrita por primera vez por Linneo, de ahí la L.).
Género: Sorbus
Especie: Sorbus aucuparia
Y la abreviaturas “sp.” qué significa? Cuando aparece el nombre de un género seguido de la abreviatura sp. quiere decir que se está hablando de una planta perteneciente a él que no sabemos la especie concreta a la que pertenece.
Así si decimos Lavandula sp. es que estamos seguros de que la planta pertenece al género de las lavandas pero tenemos dudas de la especie a la que pertenece.
Cuando hablamos de muchas especies de un género usamos la abreviatura "sp. pl." (Species plures, varias especies). Veamos un ejemplo de su uso:Así si decimos Lavandula sp. es que estamos seguros de que la planta pertenece al género de las lavandas pero tenemos dudas de la especie a la que pertenece.
Podemos decir: Muchas aromáticas tienen flores azules, por ejemplo Lavandula sp. pl y Salvia sp. pl.
Las variedades.
Cuando en la naturaleza, de modo natural (Sin intervención humana), algunos individuos de una misma especie presentan características propias y que los diferencia de alguna manera al resto de plantas de la misma especie decimos que estamos frente a una “variedad”. No se trata de plantas totalmente distintas de las de su especie, tan solo son algunas características las que las distinguen.
Este cuadro nos muestra como se escriben los nombres de las variedades. El género y la especie se regirían por los mismos criterios que anteriormente y solo agregaríamos la abreviatura “var.” (de variedad) en minúscula y sin cursiva, antes del epíteto (nombre) de la variedad en cuestión (Comenzada por mayúscula y también en cursiva).
Es frecuente que viveristas e investigadores partiendo de una especie natural y mediante diversos tipos de manipulación (genética, a través de esquejes, etc.) logren cambios, modificaciones o mejoras de esta variedad dando lugar a un grupo de plantas dentro de la misma especie pero con características propias mejoradas o transformadas (Plantas con flores de un color determinado, con hojas variegadas, más resistentes, etc). Es lo que llamamos un cultivar (distinto de la variedad en que el proceso por el que se llega a él no es natural si no con intervención humana)
Sigamos con el mismo género, la lavanda. Todo sabemos que Lavandula angustifolia es una planta que a la larga tiende a lignificarse y a hacerse demasiado grande, precisando de podas si no queremos que el arbusto se vuelva desgarbado en muy poco tiempo. Bien, mediante manipulación de la especie Lavanda angustifolia los viveristas, hibriditas, etc han logrado crear el cultivar ‘Hidcote`que es un grupo de lavandas de crecimiento más contenido y contacto que la Lavandula angustifolia mitigando de alguna manera alguno de los inconvenientes de ésta.
En realidad los cultivares son mucho más frecuentes en jardinería que las variedades. Aunque lo cierto es que solemos utilizar el término variedad (que se produce siempre de modo natural) cuando en realidad deberíamos usar el de cultivar.
Vemos que los cultivares, es decir, las variaciones o modificaciones que el hombre (generalmente por intereses comerciales) logra sobre una especie para mejorarla o transformarla de alguna manera se nombran con las mismas normas en cuanto a género y especie pero antes del epíteto de la variedad (nombre) podemos añadir la abreviatura “cv.” (del inglés “cultivated variety”) o no intercalarla y escribir el nombre de la variedad entre comillas simples. Ambos sistemas son correctos.
Pero vamos a complicar un poquito más las cosas. Puede darse el caso y de hecho se da con muchísima frecuencia, que dos especies diferentes se “crucen” genéticamente dando lugar a un “híbrido” si el resultado de este cruce son plantas que logran la reproducción por ellas mismas reproduciendo en sus descendientes las mismas características.
Cuando este cruce se produce de manera natural, de forma espontánea en la naturaleza, las normas que rigen su nombre son las del Código Internacional de Nomenclatura Botánica.
Pero también puede producirse este cruce entre dos especies diferentes en el laboratorio con fines comerciales. En este caso la nomenclatura del híbrido se regulará por el Código Internacional de Nomenclatura para Plantas Cultivadas. Este código reúne las normas a aplicar evitando duplicidades y se usa a la hora de aplicar leyes referentes a patentes y marcas.
La forma de escribir el nombre de estos híbridos trata de explicarlo estos dos cuadros.
La forma de escribir el nombre de estos híbridos trata de explicarlo estos dos cuadros.
Hay que decir también que los híbridos pueden producirse tanto entre plantas que del mismo género (Interespecífios) como entre plantas pertenecientes a distintos géneros (Intergenéricos)
Este primer cuadro corresponde al caso de nombrar un híbrido que se ha producido entre dos especies del mismo género (Interespecífico). Como muestra este cuadro hay dos formas correctas de escribir este tipo de híbridos:
- Una es escribir los nombres botánicos de los dos géneros que forman el híbrido separados por el signo de multiplicar. El segundo género puede abreviarse simplemente con su inicial porque se tratan del mismo género. El híbrido de este cuadro es el producto del cruce entre Laburnum anagyroides con Laburnum alpinum, al repetirse el género se puede escribir L. alpinum.
- La segunda forma de escribir estos híbridos entre géneros iguales es escribir el género al que pertenece el hibrido y el epíteto (o nombre) que se le ha asignado, separados ambos por el signo de multiplicar. Laburnum (género) x watereri que es el nombre que recibe este híbrido.
- La primera sería los dos nombres botánicos que conforman el híbrido separados por el signo de multiplicar.
- La segunda sería comenzar el nombre del híbrido por el signo de multiplicar seguido de una forma “condensada” entre los dos géneros de los que es producto. El ejemplo que hemos tomado es un cruce entre Rhodohypoxis baurii con Hypoxis párvula dando lugar al híbrido denominado x Rhodoxis hybrida, que es un nombre condensado entre los dos géneros.
Bueno, creo que ya hemos complicado bastante el asunto jejeje Seguiremos sin escribir correctamente los nombres botánicos a veces porque se nos olvida, por pereza de cambiar los tipos de letras o simplemente porque no nos acordamos pero al menos ya habrá algunos términos que nos suenen y seguramente al leer estos nombres entendamos algo mejor qué significan.
No hemos tratado conceptos como forma (que se abrevia f.) o subespecie (su abreviatura es subsp.) ambas escritas siempre en minúscula y sin cursiva. Pero estos ya los dejamos para otra ocasión ;)
Es mucha y bastante compleja toda la normativa que regula la nomenclatura de las plantas como para intentar recogerla en el artículo de un blog de estas características. Mi intención no era superar lo que no fuera un pequeño resumen de los términos de uso más frecuente en jardinería. Para quienes tengan curiosidad y ganas de ahondar en esta materia puede consultar los códigos de los que hemos hablado en este artículo.
El resto, al menos yo, seguiremos teniendo que hacer algún esfuerzo para recordar algunas de las normas y vencer la pereza de cambiar el tipo de la letra a cursiva cuando corresponda!! jejeje