Receta (mezcla) casera de abonos naturales para aplicar "en seco" a los rosales tras la poda

Hemos dado un vistazo a los fertilizantes orgánicos y químicos, hemos tratado más de cerca algunos de los naturales y visto sus cualidades y algunas formas de aplicación, sabemos la estructura y el pH de nuestro suelo (Aunque no sea de un modo exacto). 
Aunque la aplicación de estos fertilizantes orgánicos la realicé justo cuando podé los rosales, no he querido colgar este post hasta haber tratado el tema de los fertilizantes. 
Como se trata de abonos naturales es preferible hacerlo justo al podar para que las lombrices y microorganismos del suelo tengan tiempo de actuar y transformar estos nutrientes en el suelo de manera que puedan disponer de ellos las raíces de los rosales.
De usar abonos químicos, quizás es preferible esperar unas semanas hasta que se produzca claramente el crecimiento ya que los nutrientes de los químicos actúan de forma inmediata.
Como digo, es el momento de aplicar los nutrientes naturales que nuestros rosales, recién podados, van a comenzar a necesitar en breve para crecer saludables y producir floraciones abundantes.
Como sabéis quien es lector asiduo de este blog, mi jardín tiene ahora dos años. Partí de un suelo totalmente empobrecido por malas prácticas pero sobretodo por el abandono absoluto a su suerte y por la aplicación de litros y litros de herbicidas!! Arenoso de forma extrema, sin capacidad para retener humedad ni nutrientes algunos, con un alto grado de lixiviación, sin materia orgánica ninguna. Lavado por la erosión de las aguas de las lluvias que corrían sobre sus muchas pendientes y quemado literalmente por el implacable sol en verano. Paupérrimo!!!
En este suelo era difícil que ni un rosal ni nada que no fuera lo autóctono creciera de forma adecuada. O nos remangábamos y nos disponíamos a trabajar aquel suelo de manera que se saneara o pocas expectativas de tener un jardín como el que yo soñaba había.
Mis desvelos desde el primer día se han encaminado a paliar en la medida de lo posible esta situación y no he escatimado esfuerzos en la labor!! 
Antes de las plantaciones hemos trabajado lo mejor posible setos, bancales y zonas en las que deberían crecer rosales, árboles y arbustos, eliminando piedras, raíces muertas y no tan muertas de muchas mimosas invasivas. Hemos aportado, como he dicho muchísimas veces, metros y metros cúbicos de materia orgánica. Hemos protegido todas las tierras trabajadas con generosas capas de acolchado de madera triturada, hojas, paja, compost, estiércol...
Pero no es fácil transformar de la noche a la mañana un terreno casi yermo en un suelo lleno de vida, con una estructura adecuada para la abundancia de lombrices y microorganismos que facilitaran la nutrición de las plantas.
Durante estos dos años además de abonos naturales he echado mano de abonos químicos de forma muy moderada, eso sí,  que facilitaran los nutrientes básicos imprescindibles para las plantaciones ya que mi suelo no los contenía de momento. Había que dar tiempo a que la vida creciera en él. A que aquel suelo empezara a cambiar y a que comenzara a bullir la vida en él.
Creo que la situación ha cambiado. No todo lo que quisiera, pero ha cambiado. Sin duda.
Recuerdo con desolación como clavabas la pala y el pico para labrar aquella tierra amarillenta que no contenía vida alguna entre sus granos de arena y por mucho que buscaras no veías una sola lombriz... ni un solo bicho!! Madre mía... no puedo explicar la tristeza que sentía y lo que me entraba por el cuerpo cuando metía las manos en aquel suelo y miraba la arena como caía entre mis dedos al suelo de nuevo... :)
Creo que es el momento de seguir en la línea de respetar el suelo de mi jardín. Y para ello pienso que no hay mejor cosa que no aplicar técnicas jardineras que lo dañen si no lo contrario. Darle aquello que lo hará más rico, más lleno de vida y que a la larga, el suelo me devolverá mis desvelos y mis esfuerzos. Estoy segura.
Tras la poda de mis rosales decidí no usar abonos químicos para su nutrición. Espero que los microorganismos y lombrices que ya sí hay en mi suelo, que la materia orgánica mezclada en él y que he ido aportando en este tiempo y que los nutrientes de los acolchados que ya han tenido tiempo de liberar su alimento constituyan ya una base adecuada para el crecimiento de mis rosales y que con el aporte de abonos orgánicos no precise ya del uso de los químicos.
Voy a probar este años a ver qué tal me funciona. Estoy muy esperanzada y casi estoy segura de que no tendré que volver a recurrir a abonos químicos. Me haría muy feliz si así fuera!! Esperemos este año a ver qué tal resulta.
He consultado mucha información de la mucha disponible en libros y en Internet tratando de elegir una "receta" que me diera seguridad de estar aplicando los elementos necesarios y en la proporción adecuada para que mis rosas sigan siendo hermosas y mis rosales tengan un aspecto y un crecimiento saludable.
Lo cierto es que he visto tantas provenientes de páginas solventes y que ofrecen garantías, al menos para mí, que no he sabido decidirme. Estoy segura que cualquiera de ellas hubiera ido bien caso de haber elegido alguna. Y la verdad que lo que me ha llevado a más confusión ha sido lo distintas que eran entre ellas!! Así que he tomado "por el camino de en medio" jajajaj Me he hecho yo la mía propia :)
Es la primera vez que abono de esta forma y había algo que me preocupaba sobremanera: pasarme en las cantidades y pecar por exceso en el afán de proteger y nutrir mis rosas y terminar quemando o dañando las raíces. Pensé que era preferible poner de menos e ir aumentando las dosis que utilizar cantidades que perjudicaran porque el daño era mucho más difícil de sanar que simplemente aumentar una cantidad de un determinado abono.
Mi manera de ser, meticulosa y poco tendente a hacer las cosas "porque sí" no me permitía aplicar a mis rosales unas cantidades y unos abonos sin saber qué nutrientes estaba aportando de una manera al menos aproximada. Sabemos que los abonos orgánicos son algo más variables en su porcentaje de nutrientes que los químicos y que calcular de forma exacta las cantidades idóneas a aplicar es bastante difícil.
Pero eso de echar en el suelo de un rosal una  taza, por ejemplo de harina de huesos sin más...qué cantidad de nutrientes estaba aportando con ello? Así que pensé que era cuestión de hacer algunos cálculos. Sabía que estos cálculos no me llevarían, como digo,  a cifras exactas, tan solo aproximadas, pero no era otra cosa a lo que yo aspiraba. Tener una idea aproximada de qué estaba aportando a mis rosales y en qué cantidad y comprobar que la mezcla de materiales daba como resultado un conjunto de abonos que provenientes de uno o de varios de sus "ingredientes" al final, los nutrientes importantes e imprescindibles para los rosales estaban presentes en ella.
Sabiendo que precisaban los tres macronutrientes, los tres micronutrientes y la mayor cantidad posible de elementos traza, decidí hacer yo misma una mezcla que contuviera todos sin pasarse en la cantidad de ninguno
Lo cierto es que hasta me ha resultado divertido hacerlo jajaja A ver, no es cuestión de hacer matemáticas cada vez que una se pone a abonar pero se trataba de la primera vez y tenía que decidirme a elaborar una mezcla de estos abonos para aplicar una gama lo más variada posible de nutrientes así que mi curiosidad solo me obligaba a hacer algunos cálculos esta vez.
En fin, consciente de la inexactitud como digo, esta fue la mezcla que finalmente he aportado. Veremos qué tal resulta y en función del estado de salud que presenten mis rosales esta temporada que comienza y de la abundancia y belleza de las floraciones, actuaré en consecuencia. Quizás deba modificar alguna proporción, añadir algún "ingrediente" más o modificar las cantidades...Ya veremos cómo funciona este año y Dios dirá el siguiente...:)
De todos modos esta no será la único oportunidad para abonar los rosales esta temporada. Me gustaría prepara algún "té" con alguno de estos abonos o algún otro y seguramente en verano haré algún abonado foliar suave además de una segunda aplicación de abonos en seco.
De momento es posible que con este "primer plato" tengan para empezar a florecer y luego según vea iré haciendo.
Lo cierto es que vemos aquí una de las "desventajas" que los defensores de los abonos químicos esgrimen contra los orgánicos. La facilidad. Es verdad, si queremos aplicar un surtido variado de nutrientes debemos medir y mezclar pero, la verdad, pesar siete ingredientes y mezclarlos tampoco creo que sea para tanto.
No lo hacemos acaso cuando aplicamos en la mochila azufre, un aceite mineral o cobre? Tampoco es para tanto, creo yo :)

Como se ve los macro y micronutrientes al igual que algunos elementos traza están presentes. Posiblemente se trate de una mezcla suave pero ya digo, yo estaba interesada en no arriesgarme a quemar las raíces. 

De nuevo repetir que por muy ecológicos que sean estos abonos hay que manipularlos con precaución y que el uso de guantes y mascarilla es muy conveniente.

Como cuando cocinamos, ajjajajaj a pesar los ingredientes en la báscula!! :) (Por cierto, estos pequeños recipientes son de 100 cc)


Puede verse que es más abundante en fósforo, muy necesario para nuestros rosales y pensé en incrementar la cantidad de potasio con más estiércol en pellet pero eso hubiera aumentado a la vez el nitrógeno y preferí no subir la cantidad de este elemento y más adelante, hacer algún té de cáscaras de plátano que aportará algo más de potasio. 
Bien, en vez pesados los siete ingredientes me dio un total 220 gramos por rosal. Se me ocurrió luego que quizás pudiera ser buena idea volcar la "ración" por rosal en un recipiente que luego pudiera usar para tomar directamente la cantidad adecuada sin mucho trabajo.

Esta copa tan horrible de cerveza fue más o menos la medida que ocupaban los 220 gramos mezclados. Y es la que he usado para ir tomando la cantidad precisa para cada rosal.



Una vez calculada la mezcla para un rosal no había más que multiplicar el peso de cada ingrediente por el número de rosales a abonar.

En mi caso puedo tener aproximadamente unos ochenta pero muchos están recién plantados y aún no produjeron su primera floración con lo que no es conveniente abonarlos de momento; otros están cultivados en contenedor y prefiero aplicar otro tipo de mezcla; tengo ademas algunos rosales especie que no precisan de abono y por último, son bastante los rosales rugosa que cultivo en mi jardín.
Por cierto, hay que llevar buen cuidado con el abonado de los rosales rugosa. Yo personalmente no los he abonado en estos dos años más que con los nutrientes que pueda aportarles el estiércol y el compost que uso como acolchado. Quizás un abonado muy, muy suave no iría mal pero está claro que el uso de abonados foliares en forma de pulverización puede constituir un riesgo y producir quemaduras en sus preciosas hojas. Y desde luego no me arriesgaría a aplicarles un abono químico alto en nitrógeno.
Bueno, la aplicación de estos abonos "en seco" ya sabemos como se realiza. No tiene misterio alguno.
Retiré la capa de acolchado de madera triturada y compost.

Un riego en profundidad previo a la aplicación es muy conveniente.
Una vez drenado espolvorear la mezcla de abonos alrededor del suelo que rodea el rosal y trabajar muy someramente para no dañar las raíces.



Volver a aplicar una buena capa de compost, bien generosa.

Regar de nuevo en profundidad asegura que no quememos las raíces.

Recien podadito, nutrido, acolchado, regado, protegido de nuevo con la capa de madera triturada...y ya tenemos nuestro rosal listo para empezar a florecer en poquito, poquito... ;)


Instalación de una valla de madera en el jardín. Paso a paso.

La parcela presenta una inclinación muy pronunciada así que cuando construimos el garaje tuvimos 
que retirar parte del terreno para "introducir" en él parte del garaje de manera que su fachada sur está a nivel del suelo del jardín pero la norte está mucho más hundida que el suelo que la rodea. Inicialmente pensamos construirlo bordeado por una cámara en las paredes que estuvieran en contacto con el suelo pero finalmente nos dio miedo que hubiera problemas de humedades así que solicitamos al constructor que el garaje quedara rodeado por un "foso" de un metro que lo separara del corte del terreno evitando así cualquier contacto de las paredes de la edificación con el suelo y con ello que en el futuro hubiera filtraciones de agua o problemas con raíces de árboles.


Esta decisión, como casi todo en la vida, también tuvo su parte negativa y fue que cuando se recorre la parte de jardín que hay sobre el garaje es realmente peligroso acercarse a este foso que lo bordea. Además, y para dificultar más las cosas, una parte de este foso está bajo dos pinos enormes que sueltan su pinaza sobre el terreno y lo hacen totalmente resbaladizo. Transitar por la parte norte del jardín, sobre el terreno que bordea ese foso cuando llueve y el suelo no está barrido me ha traído ya más de un susto pero el otro día me resbalé y estuve a punto de caerme así que hemos decidido que colocar una valla de madera rodeándolo tenía absoluta urgencia para evitar el peligro que supone esta zona.




El diseño y planteamiento del trabajo:
Por supuesto comenzamos por realizar un pequeño plano con las medidas de los tres lados dónde iría la valla.
Se trata de un rectángulo del que solo vallaríamos tres de sus lados. Uno, el lado este, incluso solo una fracción dado que el murete termina a los 3,60 m y del lado oeste tampoco todo porque a los 760 cm ya se termina el murete del foso y el garaje está a nivel del suelo del jardín) el único lado que iría vallado en todo su largo es la fachada norte que mide 800 cm
Sabíamos qué tipo de largueros íbamos a usar. Serian de 200 cm. Más separados creímos que no quedaría bonito además de que la valla perdería solidez.
El factor suerte ha intervenido a nuestro favor porque los tres lados tenían medidas que divididas en porciones daban separaciones parecidas. Solamente el lado este del garaje que mide 360 es el que quedaría dos tramos algo más cortos que los existentes entre postes en los otros dos lados de la valla pero no con una diferencia que a simple vista se observe. De todos modos está la ventaja de que desde casi ningún punto que se recorra se están viendo más de un lado de la valla.
Estudiamos bien las medidas y finalmente esta fue la distribución de los postes:
  • Así en el lado norte del garaje decidimos poner cinco postes de punta a punta. Por tanto irían cuatro grupos de largueros horizontales. 
  • Lado este: Tres postes  con dos tramos de largueros 
  • Por último, en el lateral oeste, también cinco postes.
El siguiente problema sería las pendientes que en sus tres laterales tiene el terreno sobre el que iría la valla. Más pronunciadas en la fachada este y oeste que en la norte aunque también en ésta hay algo de desnivel.
Había dos opciones para salvar esta inclinación: hacer una valla con tramos escalonados:
O hacer la valla con tramos lisos. Creíamos que estéticamente era mucho más bonita no escalonarla.
El anclaje de los postes en el suelo decidimos hacerlo mediante la realización de una zapata practicando un hoyo en el suelo suficientemente amplio para meter el poste a la profundidad necesaria y que sobrara hondura para que cupiesen los clavos que pensábamos clavarles en su parte inferior para dar mayor solidez.
El hueco alrededor de cada poste lo rellenaríamos con cemento y piedras como material de relleno.
Colocación de los tramos horizontales con relación a los postes:
Hemos decidido hacer una valla con algo más de trabajo que de habernos decidido por un diseño más simple. Me explico. Podríamos haber clavado simplemente por delante los listones horizontales cruzando por delante los postes. Esto hubiera sido mucho más rápido de realizar pero estéticamente no nos gustaba.

Hemos preferido insertar cada tramo horizontal entre dos postes anclándolos en la mitad del ancho del poste. Esto ha supuesto tener que cortar secciones de las medidas que nos íbamos encontrando entre cada poste pero creemos que el resultado merece la pena el pequeño esfuerzo adicional. :)
Debíamos tener buen cuidado de ubicar correctamente los postes que forman las esquinas de la valla. Debían estar justo en el vértice para que fuera posible anclar por un lado los listones horizontales de un lado y por el otro lado del poste los del otro lateral de la valla.
Los materiales:
Teniendo en cuenta el diseño y el plano serían los siguientes:

  • 11 postes. Hemos preferido usar el mismo tipo de poste que hemos utilizado en otros proyectos del jardín como las celosías para cultivar frutales en espaldera en el huerto o la realización del portón de la entrada del jardín al lado de la fuente de piedra.

Se trata de postes de madera de 120 cm de alto y de sección cuadrada tratados ya de fábrica para exteriores. Nos hubiera gustado algo más largos pero no había existencias suficientes para las que precisábamos en este trabajo.

  • 45 metros de listón de madera de 90 x 2000 x 25 mm para los tramos horizontales (también tratada para exteriores) Hemos comprado unos metros más de los precisos porque siempre se puede estropear o romper alguno en este tipo de trabajo.

Calculamos los metros de estos tableros teniendo en cuenta que al tener dos travesaños horizontales deberíamos comprar el doble de metros de este material del que tiene realmente el perímetro.
7,60 + 8,,00 + 360 = 19,20 x 2 = 38, 40 metros aproximadamente
Además de la madera hemos precisado:

  • Una saca de arena
  • Sacos de cemento
  • Púas muy gruesas y largas
  • Escuadras metálicas para anclar poste con largueros horizontales
  • Alambre para marcar la altura del suelo en cada poste
  • Lasur para homogeneizar el color de la madera.
  • Y por supuesto todas las herramientas lógicas para este trabajo (brocha, guantes, pico, pala, carretilla, barra metálica muy sólida para romper la roca que hay bajo el suelo apenas a los 20/25 cm de profundidad, paleta...etc.)

Decidimos comprar todo el material de una sola vez para evitar que algún artículo se terminara y nos quedáramos con la valla a la mitad. Son días de lluvia y mucha humedad atmosférica así que inmediatamente de llegar a casa depositamos la madera tumbada sobre el suelo del garaje para evitar que se combara.
Antes de colocar cada poste:
Lo primero que hemos hecho ha sido clavarle unas púas bien largas y gruesas en la parte inferior de los postes para alargar los centímetros que van hundidos. Al ser de solo 20 cm nos ha parecido más prudente además de que facilitan la colocación. Otros dos clavos en los laterales para evitar que se muevan una vez dentro del cemento y hasta que éste se seque.
A continuación hemos señalado con una línea que marcara 100 cm que sería la parte que de los postes sobresaldría del terreno, para así saber hasta dónde iría hundido cada uno de ellos en el cemento.
Esta altura la hemos rodeado con un alambre que nos serviría más tarde para señalarnos exactamente la zona del nivel del suelo y que debería de coincidir con el nivel del poste.
Es conveniente poner en agua la madera antes de meterla en el cemento para que se dilate y así evitar que la madera en verano, con el aumento de temperaturas no pueda hacerlo con el cemento seco alrededor.
Colocación de los dos postes de las esquinas:
Hacer el cemento bastante espeso para que frague pronto y porque si lo hacíamos demasiado líquido era muy difícil mantener en su sitio los postes  y que no se movieran antes de que fraguaran.
Nos hemos hecho con piedras que nos han servido de material de relleno y que hemos ido introduciendo a medida que íbamos rellenando el agujero con cemento con el poste ya dentro.
El alambre rodeando cada poste nos ha facilitado mucho ubicarlos a la altura necesaria. El alambre debía estar justo al nivel del suelo.

Terminar de rellenar con más cemento y piedras a la vez que se comprueba varias veces con un nivel la verticalidad del poste.


Aplastar bien el cemento que rodea cada poste cerciorándose de que no quedan huecos con aire dentro.
Alisar la superficie una vez tenemos la certeza de que el poste está perfectamente vertical en los dos sentidos. Hemos procurado que el cemento forme una pequeña curva hacia el exterior para evitar que el agua se acumule alrededor del poste.


Colocación postes intermedios:
Una vez colocados los dos postes que forman las esquinas de la valla hemos tendido un cordel que nos ha servido de nivel para comprobar en todo momento que todos los postes quedaban perfectamente a la misma altura.


Usando el mismo sistema hemos ido colocando todos los postes intermedios:
Dejamos transcurrir dos jornadas para que el cemento fraguara perfectamente y pudiéramos anclar los listones horizontales sin provocar movimientos en los postes.
Colocación listones entre postes: Tras medir la distancia entre dos postes hemos ido cortando los travesaños con el ángulo que marcaba la unión del poste y el lateral de dicho travesaño. Hay que tener en cuenta que como hemos dicho, la valla presenta inclinación en todos sus laterales, por tanto también sus largueros presentan la misma inclinación y ésta es variable según va variando la inclinación del terreno.
Anclar el pasamanos y el larguero inferior ha sido el siguiente paso.
Un tornillo bien largo inclinado desde la parte superior del larguero hacia el poste para que se introdujera bien en el poste y el laguero quedara bien anclado. Y otro por la parte inferior hacia el poste también.
Hemos tenido que dar una mano de lasur para homogeneizar todo el material ya que los postes y los largueros no tenían la misma tonalidad y así, además, quedará más protegida la valla frente a la intemperia.
Aquí está... ahora es mucho más seguro transitar por esa zona para arreglar las plantaciones próximas a ella.
Se me ocurre ahora que quizás una romántica glicinia podría crecer sobre ella... verdad? :) Ya veremos!! Rosales quizás no, por el tema de la poda. Padezco de vértigo y no me imagino subida a una escalera desde el foso para alcanzar las ramas que crezcan hacia el garaje...ni hablar!! ;)



Qué tipo de suelo es el de tu jardín? "La prueba de sedimentación" y el pH.

Llevamos varios artículos en los que tratamos los fertilizantes. En el último incluso hemos visto algo más de cerca algunos de los materiales que se usan en jardinería orgánica.
No obstante, antes de empezar a hacer aportaciones a lo loco con la intención de nutrir nuestras plantas o de modificar la estructura de la tierra dónde crecen las raíces de nuestros rosales, deberíamos conocer, aunque solo sea someramente el tipo de suelo con el que contamos en nuestro jardín y su pH.
Esta información se hace del todo imprescindible para ver en qué dirección debemos encaminar nuestros pasos a la hora de modificar nuestro suelo.
El tipo de suelo.
Si un suelo es arenoso o predomina en él la arcilla, casi todos los jardineros con algo de experiencia lo sabemos a simple vista. Metemos las manos en él, tomamos un puñado...y no hay duda!!
Pero seguramente habrá quién no tiene ni la más remota idea de estos aspectos porque está dando sus primeros pasos en jardinería.
No hay duda de que lo idóneo sería enviar algunas muestras de nuestro suelo para que una empresa especializada hiciera un análisis profesional. Pero ya se sabe, no siempre lo idóneo es lo que hacemos. Por tiempo, por dejadez, porque pensamos que es muy caro, porque no nos acordamos...en fin. Mil pueden ser las razones.
En todo caso, algunas pruebas caseras nos pueden dar "indicios" de las características de nuestro suelo. No se trata como digo, de pruebas científicas  y por tanto con una absoluta fiabilidad. No vamos a obtener con ellas valores exactos, pero a nivel de aficionado y salvo que tengamos unos problemas muy graves en el suelo de nuestro jardín, al menos nos pueden orientar de en qué "dirección" debemos actuar sobre nuestro suelo. Saber al menos el tipo de suelo que tenemos nos ayudará a cuidarlo, modificarlo, rectificarlo, etc según sus características para que pueda atender las necesidades de nuestras plantas.
El suelo es la base del crecimiento de las plantas. Sobre él se desarrollan las raíces de nuestros rosales y de él toman buena parte de todos los elementos que precisan para su nutrición. La salud, estructura, fertilidad...de nuestro suelo es en gran medida lo que determina el éxito o el fracaso en la mayoría de cultivos.
Tres son los componentes inorgánicos principales: arena, limo y arcilla. Todas ellas son partículas que proviene de la erosión y que combinadas entre ellas darán lugar a uno u otro tipo de suelo. La predominancia de una o varias de ellas determina las características del mismo y su comportamiento en muchos aspectos a la hora de ser cultivado. Así la capacidad de retención de agua, de nutrientes, la compactación o no, la capacidad de estar aireado...son factores que se basan en buena parte en el tamaño de estas partículas de las que está compuesto principalmente el suelo en cuestión.
De menor a mayor tendríamos
Partículas de arcilla: miden menos de 0,002 mm.
Partículas de limo: miden entre 0,002 y 0,05 mm
Partículas de arena: Entre 0,05 y 2 mm
Los suelos arcillosos (también llamados suelos pesados) tienden a la compactación sobre todo si los pisamos cuando están húmedos. Absorven y conservan mucho tiempo el agua y tienen un drenaje lento. Una vez secos se vuelven duros e incluso llegan a agrietarse si no se les aporta humedad. Son suelos que contienen bastantes nutrientes pero tardan bastante en calentarse en primavera si los comparamos con los suelos arenosos. En estos suelos las partículas de arcilla predominan en al menos un 25%.
En los suelos arenosos por el contrario, priman las partículas de arena que son mucho más gruesas que la arcilla. El tamaño de estas partículas de arena permiten la formación de grandes huecos entre ellas llenas de aire. Son suelos sueltos, ligeros, sin problema alguno de drenaje e incluso con retención deficiente lo que hace que requieran riegos más frecuentes. Incluso con tanta capacidad para drenar que tienen a lixiviarse fácilmente con lo que los nutrientes descienden a las capas inferiores de ellos dejando estar al alcance de las raíces. Suelen ser suelos pobres precisamente por su escasa capacidad para reneter nutrientes entre sus partículas. En general suelen ser suelos con cierto grado de acidez.
Los suelos limosos, lógicamente son los suelos en los que abundan las partículas de limo que tienen un tamaño intermedio. Con una buena capacidad de retener nutrientes, con buena capacidad también para retener la humedad. Con cierta tendencia a compactarse. Son suelos muy fértiles y que se trabajan muy fácilmente.
Los suelos francos serían los suelos con un equilibrio entre los tres tipos de partícula de modo tal que no padecen los inconvenientes de los suelos arcillosos ni los de los arenosos. Se trata de suelos muy fáciles de trabajar y muy fértiles ya que tiene una alta capacidad de almacenar nutrientes. Un buen drenaje y a la vez una retención adecuada de agua. Al tener buena aireación no llegan a estar compactados con facilidad como ocurre con las arcillas.
Un suelo formado por una cantidad equilibrada de estos tipos de partícula conforma un suelo fértil, con una estructura conformada por pequeños "grumos" y con un buen drenaje.
Por el contrario cuando el suelo está desequilibrado, por ejemplo los muy arenosos y carentes de materia orgánica, al no haber grumos de materia orgánica entre las partículas que lo forman, el agua y los nutrientes se lixivian con facilidad, dando lugar a suelos generalmente bastante pobres en nutrientes. 
Un problema semejante lo tenemos en suelos excesivamente arcillosos y mal estructurados. Aquí el problema es el contrario. Los poros entre las diminutas partículas son tan pequeñas y éstas se acomplan de forma tan compacta y junta entre ellas que es difícil que el agua y el aire penetre entre los huecos, llegando a formar terrenos completamente endurecidos incluso llegándose  resquebrajar cuando están secos en verano.
Tanto en un caso como en el otro, la adición de abundante materia orgánica en forma de compost y estiércol mejorará su estructura. Deberíamos trabajar en los primeros 30 cm el suelo serviamente a hacerlo servir para plantaciones.
Como vemos, el cuidado y respeto por el suelo es fundamental para un cultivo adecuado y sano de nuestros plantas en general y de nuestros rosales en particular.
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Manipular entre las manos un puñado de nuestro suelo, amasarlo, notar su textura, comprobar la facilidad o no para formar una bola con él; si es posible llegar a convertirlo en una forma más alargada y estrecha, con qué facilidad se mantienen compactas estas formas o qué tan fácil se disgregan... todo esto nos va a aportar también información sobre nuestro suelo.
El color no siempre es del todo fiable. Me explico. Entre la muestra de suelo del jardín trasero y la de uno de los hoyos de plantación de los rosales, en cuanto a color, no presentaban demasiadas diferencias. En cambio a la hora de trabajar entre las manos ambas muestras su ductilidad y lo manejables y fáciles de formar una bola o una forma algo más alargada, fueron muy distintas.

Mientras tuve entre las manos la muestra de suelo del seto norte tratando de formar con ella una bola, noté claramente las partículas de arena. Eran gruesas y la mezcla no resultó fácil de darle la forma de una bola. No logré hacer con ella una forma algo más alargada, el suelo se disgregó constantemente. Como veremos más abajo y una vez realizada la prueba de sedimentación, el resultado sería un suelo arenoso franco.

La muestra del jardín trasero por el contrario me permitió hacer más fácilmente una bola. Era algo más suave, noté menos la arena y logré, aunque con bastante dificultad, llegar a darle forma algo alargada.  Según la prueba de sedimentación se trata de un suelo franco arenoso.

Por último, la tierra que extraje del interior de un hoyo de plantación de un rosal era mucho más dúctil y suave. Con esta tierra mezclada con agua fue fácil hacer una bola e incluso conseguí sin demasiados problemas formar un cuerpo alargado. También es verdad que me hubiera resultado imposible alargar más esta forma. Se hubiera disgregado. Luego comprobaría las razones de esta clara diferencia con los otros dos anteriores. Se trata de un suelo franco.

He querido a continuación comprobar hasta qué punto había partículas de arena, limo y arcilla en estos tres suelos.
Propongo hoy una prueba sencilla, con materiales que todos tenemos en casa y que si bien no nos va a proporcionar unos datos exactos como lo haría un análisis realizado por una empresa profesional, sí nos va a dar una "idea" aproximada del tipo de suelo que tenemos y estimaremos con ella las proporciones entre los tres elementos. Se trata de lo que en infinidad de páginas de internet llaman "la prueba de sedimentación" y la vamos a realizar simplemente con unos tarros de cristal.
Debo decir que me he sorprendido con los resultados de esta prueba. Sabía que los hoyos de plantación de mis rosales no tenían un suelo arenoso porque me he ocupado siempre de que no lo fuera aportando muchísima materia orgánica y sustituyendo todo el suelo original por mezcla de materiales. Pero el suelo del seto norte, aunque trabajado previamente a las plantaciones en sus 20/30 cm primeros mezclándolo con estiércol y otras materias orgánicas y con los aportes superficiales posteriores que se han ido haciendo estos dos años, creí, la verdad, que sería todavía más arenoso de lo que es.
Bien, os cuento como he realizado esta prueba de sedimentación o estratificación (no sé cómo llamarla porque no es exactamente ni lo uno ni lo otro jejjejeje) pero nos vale para entendernos. Verdad? :)
Es importante no tomar las muestras de tierra de la parte de arriba del suelo que suele contener mucha más materia orgánica procedente de acolchados y aportes de compost. Conviene hacerlo de una zona algo en profundidad, 15/25 cm, más o menos en la zona dónde crecen las raíces de los rosales. Hacerlo así no nos distorsionará tanto los resultados.


Una vez tomadas las muestras de suelo de todos aquellos rincones de nuestro jardín en los que queramos comprobar la proporción de arena/limo/arcilla que tienen, debemos cribarlos para eliminar gravas, piedras, raíces, etc.

Metemos las muestras de tierra limpias en un tarro de cristal que convendría etiquetar con los datos de la zona del jardín de la que procede su contenido. 

Leí en algún sitio que era mejor agregar jabón a la mezcla para que las partículas permanecieran disgregadas y no se pegaran unas a otras pero no estoy segura de su conveniencia. Creo que si tuviera que volver a hacer esta prueba no se lo agregaría porque además de dificultar la visión de la parte superior del bote por la espuma que forma, creo que mantiene artificialmente algunas partículas en suspensión que de no haber habido jabón quizás hubieran descendido.

Llenamos los tarros de agua hasta arriba y movemos enérgicamente el contenido de los frascos durante un par o tres de minutos hasta asegurarnos de que todo su interior está perfectamente mezclado.

Lo dejaremos en reposo al menos 24 horas. Incluso tras 24 horas no se habrán depositado todavía todas las partículas en suspensión en el agua. Las más pequeñas, las de arcilla, seguirán flotando en el agua que hay en la parte superior de los frascos. Tardaría días en ver ese agua transparente, lo estará cuando toda la arcilla que hay mezclada aún con el agua baje al fondo y engrose algo más la capa superior de arcilla que hay en el frasco.

Qué ocurrirá con este reposo? Que las partículas más grandes, las que pesan más, se depositarán a mayor velocidad en el fondo del tarro y formarán una capa de arena. A continuación se depositarán las siguientes en tamaño, el limo. Por último lo harán las más pequeñas, las de arcilla. Ésta será la capa superior.
Sobre la superficie del agua e incluso tras algún día de reposo más, podemos ver la materia orgánica que flota o que finalmente ha descendido hasta situarse sobre la capa de arcilla.
Si el alto de estas tres capas las dividimos en diez partes y calculamos qué porcentaje representa cada una, tendremos el porcentaje de arena, limo y arcilla que contiene cada muestra de suelo. Hay quienes lo miden a mano con una regla. A mí me ha ido mejor agrandar o achicar la imagen de una regla hasta que el alto total de partículas fuera de 10. Lo he hecho con Photoshop, claro.
Las proporciones que dentro del conjunto tienen estas tres capas nos marcarán el tipo de suelo que tenemos: arenoso, limoso, arcilloso o, como suele ser lo mas habitual, mezcla entre ellos: franco arenoso, arcilloso limoso, arenoso franco, etc, etc.
Usando un triángulo de texturas del suelo no hay más que localizar en cada uno de sus tres laterales los valores de cada tipo de partícula y ver en qué tipo de suelo se ubica su confluencia.

Esta es una muestra de suelo de mi seto norte.

A continuación, una muestra de mi jardín trasero.

Por último, una muestra de suelo tomada del interior de los hoyos de plantación de mis rosales.

Pero además del tipo de suelo con el que contamos, hay otro factor que interviene poderosamente en la disponibilidad que de nutrientes tienen las plantas en el suelo y en la vida en general que se desarrollará en él. Se trata del pH del suelo
Cuando el valor del pH es ligeramente ácido (entre 5,5 y 6,5) la mayoría de minerales y nutrientes que hemos estado viendo en los recientes artículos sobre fertilizantes tienen un disponibilidad óptima. Evidentemente los suelos con valores ácidos y o los que tienen valores muy alcalinos serán adecuados para el cultivo de algunas plantas específicas que están especialmente adaptados a ellos y que es en este tipo de suelos dónde crecen más felices. Pero en general, la mayoría de las plantas crecerán mejor y con menos problemas en terrenos con un pH ligeramente ácido como el que estamos comentando.
Sin embargo el asunto no es tan simple como agregar cal a los suelos demasiado ácidos y azufre a los alcalinos. El pH del suelo no solo depende de los iones de hidrógeno (H+). En el suelo hay cuatro elementos minerales con carga positiva que intervienen en los valores de pH que tiene el suelo: Calcio (Ca ++), magnesio (Mg ++), potasio K+) y socio (Na +). El equilibrio que tengan entre sí estos cuatro cationes redundará en beneficio o en contra de la salud del suelo.
El exceso de uno de estos cationes provoca que descienda la disponibilidad de los menos abundantes.
Así, cuando uno de estos cationes se convierte en dominante las plantas pueden sufrir la carencia de otros minerales importantes para su nutrición. Por ejemplo, cuando el Mg está presente en eceso puede haber un déficit del calcio disponible para las plantas que no se solucionará con el aporte de más calcio.
Pero a la vez se hace determinante el equilibrio entre estos cationes si queremos que la estructura del suelo no se vea comprometida. Dentro de los cuatro que hemos mencionado son los cationes de calcio y magnesio los más importantes. Un exceso del primero con relación al segundo producirá suelos con estructura abierta, que se secarán demasiado rápido. Y al contrario, cuando es el magnesio el que predomina sobre el calcio en demasía el suelo se tornará pegajoso cuando está mojado, demasiado denso y con grietas cuando se seca.
Una vez que tenemos claros ya ( o casi, eso espero jajaja) algunos conceptos, como es lógico lo primero a averiguar será el valor del pH de nuestro suelo de la forma más ajustada posible.
Si necesitamos un análisis riguroso deberemos llevar a un laboratorio unas muestras de nuestro suelo para ser analizadas. Pero generalmente, al nivel al menos de jardinero aficionado como yo, será suficiente con el uso de tiras indicadoras de pH fácilmente asequibles en farmacias y en algunos centros de jardinería.
Las hay de distintos tipos e indicadas para diferentes rangos de pH. Las hay que ofrecen resultados de grado en grado de pH e incluso hay otras que llegan a indicar valores de medio grado.
Aclaremos que para que no se vean "contaminadas" estas tiras debemos guardarlas en lugares dónde no haya gases o sustancias ácidas o básicas; dentro del envase en el que se venden y en lugar fresco y seco.
Cuando procedamos al análisis deberemos tomar varias muestras de nuestro suelo en diferentes puntos de la zona que nos ocupe. Con unos puñados de tierra será suficiente. Tomaremos varias porque el pH puede ser bastante variable de una zona a otra. Y desde luego será importante, si se trata de una zona dónde ya haya plantaciones, tomar la muestra de tierra en la zona cercana a las raíces, no solo en superficie si no a mitad de altura entre el nivel del suelo del jardín y las raíces más profundas.
A estos puñados de tierra que pondremos en un recipiente les agregaremos agua destilada (es decir, con un pH neutro, es decir, 7, para que no distorsione los resultados) en cantidad suficiente para formar una pasta o papilla algo fluida. Dejaremos que la mezcla repose un par de horas tras las cuales solo nos resta introducir una tira indicadora de pH en la mezcla durante un par o tres segundos. Sacudiremos el exceso de líquido y compararemos las coloraciones obtenidas con las que acompañan las cajas en las que se venden este tipo de indicadores. Deben de coincidir los tres colores verticalmente.
Quizás no es el sistema más exacto posible pero en general los resultados de este tipo de medidores, salvo que se trate de cultivos muy concretos que precisan un pH muy exacto, serán suficientemente aproximados los resultados que nos aporte.
En mi caso las tres muestras de suelo han dado valores de pH entre 6 y 6,5. Se trata por tanto en las tres muestras de suelos ligeramente ácidos dónde no debería haber problemas graves de disponibilidad de nutrientes. En concreto el suelo de los hoyos de plantación de los rosales creo que resulta bastante adecuado para que mis rosales crezcan felices con un grado de acidez idóneo y una textura en el suelo que no tendría que producir encharcamientos si no un buen drenaje y a la vez permitir la retención de los nutrientes que iré aportando según avanza la temporada. 
El gran problema de lixiviación que padece el suelo original de mi jardín aquí no debe de producirse precisamente por el cambio en la estructura del suelo. La permanente utilización de acolchados a base de compost protegerá el suelo de erosiones, cambios bruscos de temperaturas y me ahorrará regar demasiado en verano cuando vengan las altas temperaturas. Eso es lo que espero. claro! :)
Con estos datos, que vuelvo a repetir, no son en modo alguno exactos, si no tan solo un leve esbozo del tipo de suelo en el que crecen las raíces de mis rosales, tengo al menos una ligera idea de cómo actuar. Pienso que no necesita modificaciones profundas en absoluto y que con seguir aportando con frecuencia materia orgánica en modo de compost y de fertilizantes naturales mis rosales podrían crecer saludables sin presentar graves problemas de resistencia a frío, sequía y enfermedades. Al menos en teoría. 
La actuación sobre la tierra de mi jardín y sobretodo en las zonas de cultivo de rosales hacia esa meta se ha encaminado siempre. Insisto una vez más en la importancia del aporte de materia orgánica al escenario que rodea la base de nuestras rosas. Lograr un suelo dónde crezcan felices y sanos, un suelo lleno de vida y que no se vaya empobreciendo cada vez más,  es la meta de cualquier rosero. Lograr un suelo adecuado para ello está en nuestra mano y pienso que sí, que requiere algo más de trabajo, de estar pendiente y de buscar materiales si lo comparamos con el uso en exclusiva de abonos químicos como única aportación a la tierra. Pero no hay duda, yo no la tengo, que los rosales y cualquier otra planta preferiría crecer en un suelo cuidado que en uno que se maltrata por falta de cuidados.
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