Setos, muros, vallas...nos esforzamos en acotar los límites de nuestros jardines. Los acotamos frente a los miradas ajenas porque la privacidad es algo que para nosotros es importante. Y esto es más cierto en España que en otros países. Aquí solemos guardar celosamente la belleza de nuestro jardín.
En Inglaterra por ejemplo, es frecuente que la zona delantera del jardín esté abierta, sin vallas, de manera que cuando vas andando por las calles puedes acercarte muchas veces casi hasta la puerta de las casas. Quizás es otro modo de ser, otra actitud. Aquí esto a muchos se nos haría impensable. Pensar que los ajenos pueden estar tan cerca sin nuestro consentimiento...ummm No. No solemos querer esto. Nos protegemos. A veces no sabemos muy bien de qué jajajja de las miradas, de los intrusos, por seguridad?
He ido creando zonas de setos libres precisamente con esta finalidad. Crear una barrera hermosa que me permita disfrutar de mi interior a salvo de los ojos ajenos. Y sí, sigo pensando que esto es necesario. La ventana de mi cocina da una zona que espero que un día se un patio fresco y frondoso, de momento es tan solo un espacio desde el que se accede al jardín desde la calle. No me apetece ser vista mientras estoy cocinando así que tengo pensado cambiar la entrada de alguna manera para preservarme de las miradas indiscretas. Indudablemente sentirse cómodo y libre en nuestras propias casas es algo fundamental.
No obstante lo anterior muchas veces pienso cuánto del paisaje que rodea al jardín se mete dentro creando un marco que lo conforma. Mi jardín es como es en parte también por las montañas que lo rodean, por las vistas que de ellas se ofrecen desde mis terrazas. El horizonte es en muchas zonas del jardín el "gran seto". El escorzo de las montaña; el campanario de la iglesia; las luces brillantes del pueblo cuando las veo desde el lilar de noche... es el exterior que se nos mete dentro.
Estoy diseando el fondo izquierdo del jardín teniendo en cuenta las vistas que desde esta zona se ofrecen de las montañas y del pueblo intentando crear un espacio de una parte preservado incluso del propio jardín encerrándolo por la zona oeste para que llegue a ser una especie de "jardín secreto" pero abriéndolo hacia el sur porque me parecía imperdonable prescindir de las vistas que desde esta zona se ofrecen de las montañas que lo rodean y del pueblo a lo lejos. Incluso de noche es un lugar especialmente bonito que me inspira mucha paz cuando me siento a veces a fumar un cigarrillo allí y veo brillar junto a las estrellas las luces del pueblo que os decía antes.
Probablemente termine por tapar esos metros que hoy os muestro pero reconozco que hoy me he cuestionado algunas cosas...La contundencia de los troncos de los grandes pinos, el espacio en sí merece quizás más reflexión de mi parte. Es el final de mi jardín pero también lo es del del vecino. La vida ellos la hacen en el otro extremo, arriba, así que quizás no sea tan perturbador permitir que estos arbustos tan hermosos "formen parte también" de mi jardín de alguna manera..
Esta mañana, desde este lilar se veían las forsitias (Forsythia x intermedia) de la parcela contigua y pensé que sin yo pretenderlo bordeaban mi jardín de amarillo por dónde mis mimosas no lo hacen en este momento. Me he alegrado de no haber cubierto aún este trozo de valla. Me hubiera perdido el poder disfrutar de la luz que emite el amarillo brillante de estos preciosos arbustos.
Es un tramo de los pocos que tengo aún sin cubrir. Se trata de unos metros que aún no acondicioné y dónde hemos ido amontonando materiales que seguramente nos valgan más adelante según avancemos el arreglo del jardín, así que no es una zona que esté "adecentada". A pesar de ello hoy la vista me ha parecido hermosa y las losetas quitadas de la zona cercana a la casa y el resto de materiales amontonados (y que generalmente me hace daño a los ojos) no le han restado belleza. A veces, el edén también está fuera...