A veces disfrutamos de lujos de los que no somos conscientes.
Al terminar mi jornada laboral tomo un autobús para regresar a casa. Es tanto tiempo ya el que llevo haciéndolo que conozco a todos los conductores. Siempre procuro sentarme en uno de los asientos delanteros porque es desde dónde se puede disfrutar más de las impresionantes vistas.