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Proteger del sol los arbustos de bayas con tela de sombreo

Según el jardín evolucionado se van viendo problemas que surgen y que no se han tenido en cuenta. Es el caso un rincón en el huerto que hoy os muestro.
En marzo de hace dos años preparamos dentro del huerto un rincón para cultivar frutales de baya arbustivos (arándanos, frambuesas, uva espina, grosellas...) y también algunas matas de fresitas del bosque.

Son plantas que me encantan!! Creo que las cultivaría aunque no pudiera comer un solo fruto. Tiene unas hojas preciosas de un verde luminoso y cálido y son tan frondosas!!


También la floración es preciosa. Flores sencillas y blancas que atraen a los insectos y que tienen una naturalidad tan encantadora..

El espacio estaba cuajado de raíces de una antigua mimosa que creció allí. Se trataba de un terreno pobre y abandonado de la mano de Dios. Nos costó lo suyo dejar el terreno practicable y en condiciones. Pero bueno, con esfuerzo, removimos bien la tierra, eliminamos pedrolos, raíces. En fin, lo acondicionamos y logramos un rincón que creí adecuado para cultivar este tipo de frutales.
Este tipo de plantaciones no se cultivan bien en cualquier suelo. Precisan un pH bajo y que el sustrato mantenga la humedad, que sea mullido, suelto y esponjoso y por supuesto que drene perfectamente.
Cavamos una canja de unos 45/50 cm de profundidad por el mismo ancho con la idea de que las raices crecieran en el suelo que estos arbustos necesitan. Lo rellenamos con una mezcla de turba rubia, tierra de castaño, azufre y una generosísima cantidad de estiércol bien fermentado.
Como siempre comento, una cosa es lo que los libros de jardinería escritos en países de otros climas distintos al nuestro dicen sobre el sol que soportan las plantas y otra cosa bien distinta la realidad.
Imaginando que aunque en páginas web de jardinería, blogs, libros, etc, dijeran que las frambuesas por ejemplo tenían que ir al sol... elegí el rincón del huerto más sombreado.
En noviembre de aquel año clavamos mediante piquetas metálicas de 80 cm unos postes de madera de sección cuadrada entre los que tiramos cables forrados horizontales al suelo para ir atando las ramas que van emergiendo del suelo cuando los frambuesos van creciendo.
Rubus idaeus fructifica sobre las ramas brotadas el año anterior y cuando lo hace el peso de los frutos hace que se venzan hacia el suelo, cosa que hay que evitar si queremos evitar enfermedades fúngicas.
Atados sobre estos hilo de alambre tensos y horizontales las ramas se mantienen verticales y es un sistema cómodo para la poda y el cultivo en general.

Parece que tenían todo lo necesario, un suelo magnífico sobre el que crecer, una buena hidratación, buenos nutrientes, soporte adecuado...y durante la primavera crecían magníficamente bien pero no, no tenían todo lo que precisaban, tenían exceso de sol!!
A pesar de que este rincón no esté a pleno sol, en verano, el sol en su trayectoria tan alta, incide sobre estos arbustos quemando literalmente sus hojas. Tanto se castigado el verano pasado que incluso llegué a perder dos plantas.
Ya el año pasado vi la necesidad de proporcionar a este rincón de un sombreo que refrescara la zona y que permitiera que estos arbustos crecieran con menos temperatura y que sobretodo el sol fuerte de las horas centrales del día no llegara a churrascar sus hojas. Pero lo que ocurre en un jardín, que siempre hay tanto trabajo...que a veces no sabes a qué atender y el tiempo se me pasó sin modificar esta zona del huerto.
No se trataba de eliminar todo el sol porque aunque como digo en mi clima estos arbustos no están a gusto soleados a mediodía, precisan siempre algunas horas de sol. Sombreando solo por arriba este rincón logramos eliminar el sol de las horas centrales pero permitimos que entren los primeros rayos de sol de la mañana y los últimos de la tarde.

Estos días, con mi ayudante aquí, era el momento idóneo para afrontar la reforma de este rincón. Aún el sol no calienta como lo va a hacer en poco tiempo así que si no actuábamos a tiempo, de nuevo al llegar el verano los arbustos se dañarían.
Simplemente sustituimos los iniciales postes que medían sobre 120/130 por unos de 230 y volvimos a poner los alambres para sostener la ramas.

Por arriba hemos unidos los cuatro postes con varilla metálica y sobre este cuadrado formado por la varilla hemos tendido una tela de sombreo. La hemos cosido bien a la varilla para evitar que la fuerza del viento la arranque.


Estos arbustos (como casi todos) precisan de un par de temporadas para madurar y tener suficientes ramas sobre las que fructificar. 
El año pasado entre que los arbustos eran muy pequeños y los pájaros, la verdad es que apenas llegué a probar un puñado de frambuesas.
Porque ese era el segundo problema además del sol, las aves que no te dejan ni una fruta!! jajajaja Y anda que no saben bien cuales están maduras y cuales verdes.



Bajas al huerto a ver como van las frutas y te relames con la idea de esas frambuesas rojas y maduras que piensas vas a poder recolectar en unos días. Ja!! Como que no están ellos mucho más atentos a la cosecha ... cuando bajas todo contengan pensando en el festín que te vas a dar, ni una!! No te han dejado ni una y si hay alguna, es picoteada!! argggggggg
Una red colgada verticalmente tapando sus cuatro laterales creo que va a resolver los problemas. 
Por el frontal, es decir, por el lateral por dónde se entra hemos puesto un metro muy largo con la red doble cruzada. Es decir, a modo de cortinilla que se abre si se quiere pasar y que no hay que recolocar y como tiene mucho cruce, no hay miedo de que quede abierta la zona de entrada.
Ayer hizo calor y en cuánto se puso la tela de sombreo, se notó el cambio de temperatura que proporcionaba a la zona. Fuera hacía un calor tremendo y en el rincón se estaba fresquito. 

Creo que este año crecerán mejor mis frambuesos (Rubus idaeus) Las grosellas (Ribes rubrum) quiero cultivarlos adosados sus ramas tendidas horizontalmente atadas a los alambres así que como tengo que darles poda de formación hasta la temporada que viene o puede que la otra no disfrutaré de mucha fruta aunque espero comerme alguno como este año pasado. Con el permiso de los señores pájaros, por supuesto!! ;)

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Llevamos unos días en los que el viento sopla con intensidad. Hemos llegado a superar los 40 km por hora en mi zona.

Los sonidos que se producen en el jardín en estas condiciones me impresionan. Mi jardín como sabéis tiene grandes enebros cuyas copas están formadas por ramas de una gran flexibilidad. El sonido que producen al moverse es perturbador. La madera de los troncos cruje y una teme que llegue a romperse alguna rama. Pero es bajo los dos grandes pinos dónde más impresionante es el sonido cuando el viento llega a estas velocidades. La pinaza cae por todas partes y ves como llegan al suelo pequeñas ramas rotas y piñas que se desprenden de las copas. 

Es un ruido tan fuerte el de la madera al doblarse mientras el viento se abre paso entre las ramas soplando con fuerza!! Las copas de los árboles bailan enloquecidas al son que tocan rachas cuya furia castiga sin piedad la vegetación, el suelo, las instalaciones y hasta hace huir a los pobres pájaros.

Lo cierto es que me da cierto miedo permanecer mucho tiempo bajo sus copas. Siempre pienso que puede desprenderse una gran rama y me recojo en casa. No es la primera vez que su fuerza llega a romper grandes ramas de algunos árboles.
 
Pero ni desde dentro de casa se deja de escuchar la gran orquesta que está sonando en el jardín. Son muchos árboles moviéndose al unísono y ello produce un sonido que llega a inquietarme. Por unos segundos parece que ya está, que todo acabó y que llegó la calma. Sabes que no, que de un momento a otro el silencio que se establece se romperá.
Y así es, de repente todo comienza de nuevo. De nuevo se oyen los silbidos que suben de intensidad y todo el aire se llena con mil ruidos, mil crujidos... el azote del viento que parece enfurecido golpea árboles y arbustos y se lleva consigo el agua del suelo y de las hojas. Y sube, y sube la intensidad de todo, tanto que parece que algo va a ocurrir. Ves los remolinos de hojas elevarse del suelo o recorrer gran distancia y algunas en grupo, terminan agazapadas bajo las ramas más bajas de algunos arbustos; muchos árboles "dóciles" se doblegan ante su fuerza tumbando sus copas hacia el suelo en una dirección y al segundo siguiente en dirección contraria y otros aguantan a duras penas su envites con más altivez, sin tanta flexibilidad, como las encinas, pero produciendo en la resistencia lo que parecen quejidos. Silbidos entre las ramas; el rechinar de los portones te hace pensar que menos mal que eres previsora e hiciste buenos huecos con hormigón armado para sostenerlos; ves los arbustos aún jóvenes doblarse más y más y te preguntas si sus ramas aguantarán la presión. La antena de la televisión se mueve peligrosamente sobre el tejado y el aleteo del faldón de los toldos de algunas casas cercanas llega hasta ti y piensas que seguramente llegarán a rasgarse. Por crujir, cruje hasta las piezas de los canalones. 
Los almendros y algunos prunus con una floración que lleva un año esperando producirse se esfuma en unos minutos y el suelo a sus pies en poco rato se inunda de pétalos blancos; pequeñas ramillas con flores de mimosas salpican los caminos y los arriates.

Desesperada miras los rosales y compruebas como sus hojas tiernas, recién brotadas, empiezan a erosionarse y se rasgan con sus propias espinas al moverse enloquecidas en los mil vaivenes que provoca ese látigo invisible que es el viento.

Los nuevos brotes están demasiado tiernos para aguantar la fuerza del viento y llegan a romperse algunas de sus ramas.

Todo envuelto en sonido, un sonido que casi ensordece y ni tu propio transitar por el jardín escuchas. Un sonido que yo no calificaría de música porque esta la asocio con algo que me da paz y el viento tan fuerte no me la da, al contrario, me inquieta, me perturba. Parece un mar bravo con olas invisibles pero tan fiero y tan fuerte como aquel. No estoy segura de si me gusta o mejor, me gustaría más si no fuera por la sensación de pequeñez que siento en el jardín cuando todo esto ocurre y me hace consciente de que ante la fuerza de la Naturaleza poco se puede hacer. Por una vez mis odiadas arizónicas siento que me protegen. Que protegen el jardín y que de no tener en dos de sus laterales esa gran frontera que criba al enemigo, el jardín estaría mucho más desprotegido. Son barreras que frenan pero no evitan porque un viento con poderío no hay quien lo pare del todo. Si acaso hacerle perder fuerza...
Temo por la integridad de todo, de árboles, de los arcos de madera, hasta de las tejas del tejado.. y te dices que no, que nada de poner arquitos de tres al cuarto de esos que venden para jardines de juguete. Lo que se pone en el jardín tiene que estar sólidamente anclado si no quieres verlo desaparecer y terminar a cincuenta metros cuesta abajo empotrado contra cualquier cosa. En días así tienes claro que lo que se instala en un jardín grande tiene que ser fuerte y estar preparado para estas situaciones.
Sí, me da cierto miedo. Veo como las copas de los enebros son movidas a su antojo por las rachas de viento y la fuerza de la Naturaleza siempre me parece imponente y ante ella tengo claro que llevo las de perder. No. No me gusta el viento fuerte. Me sobrecoge...
En días como estos al mirar sufro porque soy consciente de la erosión que, cuando adquiere tan altas velocidades, el viento está produciendo sobre el suelo y sobre las plantas. No niego la belleza que tiene su poder y el movimiento que establece en un jardín pero cuando asisto a su presencia no puedo quitarme de la cabeza el daño que está produciendo en el jardín. Quizás por eso no me abandono a su contemplación con placer y sólo puedo pensar en los perjuicios que está originando.
Al remover y producirse la mezcla de las capas de aire da lugar a que se produzca una disminución en los gradientes de la humedad, la concentración de CO2 y la temperatura que hay entre la capa de aire más cercana a las plantaciones y las capas más alejadas. Esto afecta directamente sobre el suministro de CO2, la distribución de las temperaturas y la transpiración.
Indudablemente el viento, cuando es suave, produce efectos positivos sobre el jardínPor ejemplo baja las temperaturas y ésto, en jardines como el mío, tórridos en verano, no cabe duda de que refresca las plantaciones y el sufrimiento de las plantas es menor.
En invierno, si hace viento, las heladas de irradiación es más difícil que se produzcan ya que mezcla las capas superiores de aire que son más cálidas con las inferiores que están a más bajas temperaturas.
No podemos olvidar igualmente que el transporte de polen se hace imprescindible para muchas especies (anemófilas) y que sin él no sería posible su polinizacion.
En algunas ocasiones concretas, como cuando se produce una gran humedad, un viento suave posterior, al desecar las superficies vegetales y por tanto provocando unas condiciones desfavorables, puede impedir o al menos disminuir la germinación de algunas esporas e incluso pueden erradicar algunas plagas de insectos al impedir su vuelo.
Pero lo cierto es que son más los efectos negativos que los positivos cuando el viento sopla con fuerza. Claro, todo depende de su velocidad. Y sus efectos negativos sobre el jardín están en proporción directa a ella. Son muchos los daños que puede producir en nuestro espacio verde.
Los más evidentes son los daños de tipo mecánico. Frutos y hojas heridas hasta caída de los mismos si aumenta su intensidad pudiendo provocar incluso la rotura de grandes ramas.
Esto en árboles y plantaciones leñosas, en herbáceas puede dar lugar al encamado de sus tallos al tumbarse sobre el suelo produciendo dobleces en ellos de las que no siempre se recuperan.
El aumento de la evapotranspiración es otro efecto que puede llegar a ser muy negativo. Las capas de aire que tocan las hojas suelen tener mayor humedad pero el viento provoca que estén en constante movimiento y al mezclarse con las más secas que están más alejadas, provoca un aumento de la evapotranspiración con el estrés hídrico que ello supone para la planta.
De ahí que sea tan de suma importancia el mantener el terreno húmedo del jardín cuando se están produciendo fuertes vientos. Las plantas se ven obligadas a gastar más agua por el efecto del viento sobre las hojas y el suelo se ve afectado por una gran desecación producto de la evaporación del agua que contiene por efecto del viento.

Incluso llega a producir alteraciones morfológicas en plantas sometidas de forma más o menos constante al viento. Más en árboles que en plantas de menor altura porque el viento aumenta su velocidad según nos elevamos en la atmósfera y por tanto son los árboles los más afectados, siendo menos su influencia en plantas más a nivel del suelo. Fijémonos en la altura de árboles costeros, pocas veces son altos.
El viento además transporta pequeñas partículas del propio suelo que ejercer una tremenda abrasión sobre el follaje pudiendo llegar a causar graves daños en cortezas y sobretodo sobre los brotes tiernos de las plantas. En este caso, este fenómeno se da con mayor intensidad más al ras del suelo, menos en altura.
Pero además los perjuicios de unas horas de gran viento sobre los árboles en flor son graves. Máxime si se trata de frutales con las pérdidas económicas que ello ocasiones.
Además de la pérdida de flores (y por tanto de frutos en potencia), el viento deseca estilos y estigmas de las flores que permanecen en los árboles y actúa negativamente sobre la germinación por parte del polen dificultando a la vez la polinización entomófila (mediante insectos) ya que dificulta el vuelo de abejas y demás insectos.
Qué duda cabe que el viento ayuda a diseminar esporas y plagas y por tanto flaco favor hace al jardín cuando ello ocurre.
Pero además es que incluso pone las cosas difíciles al jardinero al impedirnos actuar contra estas enfermedades  y plagas. Todos sabemos que en días ventosos no podemos cargar la mochila a la espalda y que los tratamientos deberemos aplazarlos hasta que el viento se calme.
Pero el mayor daño que el viento produce en un jardín es la desecación de plantas y suelo
Los intercambios de agua entre la atmósfera y las hojas se hacen mediante unas pequeñas aberturas existentes sobre ellas, los estomas. El viento soplando sobre ellos provoca un aumento de la pérdida de agua al aumentar la transpiración.
De igual forma actúa sobre la primera capa del suelo. Precisamente son los primeros centímetros los más ricos en vida que se ve resecada mediante la acción del viento erosionándose y perdiendo humedad.
Como decimos, el riego y la protección del suelo mediante generosas capas de acolchado son el único paliativo que el jardinero podemos utilizar.
Pero además, el viento llega a tener consecuencias menos visibles sobre el jardín pero no por ella menos graves. Se trata del movimiento al se ven sometidas las raíces. El pan de tierra que rodea las raíces de las plantas llega a ceder obligado por el movimiento al que es sometido la planta. El arraigo de árboles y arbustos recién plantados puede ponerse en riesgo si el viento dura demasiado.
Una planta tambaleada de un lado a otro llega a resentirse en la base del tallo y crea con relación al suelo que lo circunda un espacio en el que se puede acumular el agua y llegar a congelarse si estamos en época de heladas.
De ahí que sea importante instalar tutores fuertes y bien anclados en el momento de la plantación. Serán un sistema para evitar de alguna manera el movimiento de las raíces y del suelo que las rodea evitando así roturas de pequeñas raicillas o que incluso lleguen a desarraigarse o tumbarse plantaciones recientes.

Y por supuesto una de las peores consecuencias que puede tener el viento en nuestro jardín es el llegar a tronchar ramas enteras de árboles cuando no tumbar el ejemplar completamente arrancando de cuajo sus raíces.
No quiero olvidar el mencionar la importancia que el viento tiene (o debería tener) en el diseño del jardín. Conocer nuestro jardín, saber de dónde soplan los vientos dominantes, establecer los puntos o las plantaciones más vulnerables a su acción, estableciendo setos y plantas que se interponga a modo de barreras entre el viento y el jardín menguando su fuerza, es de suma importancia.
Los setos (sean libres o formales podados  con formas geométricas) constituyen un elemento imprescindible en un jardín.
Como he dicho muchas veces odio mis arizónicas. Parece que me persiguen ajajjaja En el otro jardincillo que cuidaba también tenía como vecino a otro "amante" de estos monstruos a los que además de costarme mucho encontrarles belleza alguna es que para mí son una gran plaga. Y digo esto porque al lado de las arizónicas pocas son las plantas que pueden prosperar. Sus raíces inundan cualquier terreno en el que detecten agua y crecen dirigiéndose hacia la humedad rodeando las plantaciones dificultando, cuando no impidiendo, que las plantas tomen ni alimento ni agua del suelo
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De haber estado en disposición económica habría eliminado las arizónicas de mi jardín. No todas porque hay un flanco que crecen en el jardín del vecino y lógicamente estas no podrán eliminarse sin su consentimiento pero sin duda las mías, tarde o temprano, desaparecerán del jardín.
Pero claro, no es tan fácil. Primero porque si talas a ras del suelo una arizónica como las mías que se han convertido en verdaderos árboles con troncos de un grosor muy importante, dejamos en el suelo todo el sistema radicular inundándolo. Lo cual deja invalidado el suelo adyacente para plantar nuevas especies.  
Así que no sólo hay que cortar la parte aérea de las arizónicas, hay también que extraer del terreno tocones y raíces y siendo así estamos hablando de contratar maquinaria porque si son muchos metros como en mi caso el trabajo a mano es impensable.
Pero además, suele haber otro problema con estas odiosas plantas. Y es el hecho de que cuando llevan muchos años plantadas demasiado cerca de muros y paredes, llegan a romper sus cimientos con lo que generalmente invalidan los muros del jardín sobre los que crecen provocando incluso no sólo su inclinación si no también la de mochetas sobre las que están instaladas las puertas de acceso. Ese es mi caso. El pequeño murete que separa mi jardín de la calle está completamente tumbado. Tanto que de no ser por las propias arizónicas, la valla metálica que se instaló sobre él, se habría caído.
Podéis entender fácilmente que estamos hablando de un trabajo que hay que pensar mucho antes de afrontarlo. Pero no únicamente porque sea costoso al conllevar tala, extracción de raíces y tocones y reconstrucción de todo el muro. Es que si se decide realizar ese proyecto hay que tener muy bien pensado con que se va a sustituir las arizónicas. Dejar todo un lateral de un jardín sin planta alguna en su frontera expuesto a los vientos dominantes, es dejarlo desprotegido.
Por eso el día que pueda y decida afrontar este trabajo tendrá que ser cuando tenga muy claro qué especies van a tomar el relevo de hacer de parapeto frente al viento (y para preservar mi intimidad, claro está, que también es un factor para mí muy importante). Porque desde luego no se me ocurrirá dejar el jardín desprotegido del viento.
En todo caso estudiar el espacio previamente al diseño del jardín resulta conveniente precisamente para que el proyecto incluya barreras protectoras convenientes  a la frecuencia, temperatura y velocidad con la que el viento haga presencia en nuestro jardín.
En la mayoría de jardines, la valla delimitadora de su perímetro, el muro o seto que lo bordea será suficiente protección. Pero si el jardín es pequeño quizás no haya espacio para un seto pero sí para una alambrada o valla cubierta de plantas que podría ser muy bien la solución.
La elección dependerá del espacio que dispongamos en el jardín. Un seto informar ocupa del orden de 2 metros a cada lado del jardín para desarrollarse convenientemente. Es quizás mucho espacio a restar de un jardín pequeño. Sin duda el gusto personal del jardinero determinará también la elección. Yo me decanto claramente por un seto informal en el estilo de mi jardín aunque me parecen precioso un seto de tejo o cedro en jardines con estilos más clásicos que el mío.


Por el contrario un seto formal (recortado) tiene la ventaja de ocupr menos espacio pero la contrapartida de que rara vez, al tenerse que podar varias veces al año a veces, llegan a florecer pero sin duda es un buen cortaviento.
En el caso de setos formales hay que recordar deben ser podados en su parte superior con una ligera pendiente para que así la nieve y el agua no se acumule en esta zona y llegue a aumentar tanto el peso que los deteriore.
He leído que un seto de dos metros hace decrecer la fuerza del viento en 10/20 veces su altura. Es decir, que un seto de esta altura nos disminuirá la fuerza con la que sopla el viento en los siguientes 20/40 metros de jardín situados por delante de él.
Y aquí deberíamos hacer una aclaración en el sentido contrario de lo que solemos creer: un muro sólido, impermeable al viento, no constituye la mejor protección contra el viento. Todo lo contrario!! Un muro sólido de piedra por ejemplo, puede provocar la creación de peligrosos remolinos y hace que todas las hojas y material de escombro vayan a acumularse a sus pies.
Lo más efectivo como protección contra los efectos del viento son los setos ya que no impiden del todo el paso del viento pero le resta velocidad, lo filtran e impiden que el aire helado entre en el jardín.  Los muros, si llegan a construirse no deberían ser del todo opacos, mejor con orificios que permitan pasar parte del viento mitigando en su velocidad. 
Las barreras más eficaces son las permeables en un 50% y que logran romper la fuerza con la que sopla el viento sin crear el problema de turbulencias y remolinos. 
Una celosía podría funcionar muy bien a estos efectos ya que deja pasar entre sus huecos una buena parte y sin duda será más improbable que el viento llegue a tumbarla si la comparamos con una valla sin espacios entre sus tableros. 
Pero la protección no se limita únicamente a los setos en las zonas periféricas del jardín. Especialmente en jardines grandes, la instalación de otros elementos protectores puede hacerse precisa para resguardar ciertos rincones como por ejemplo las zonas de reunión familiares o determinados rincones que estén especialmente expuestos al viento.
En esos casos la creación de pantallas vegetales, muretes, muros secos de más o menos altura, pérgolas o vallas en la zona interna del jardín pueden resultar además de muy útiles como protectoras, constituir elementos que lo hagan más hermosos aún.
Y por último, quisiera hablar de otro aspecto que también es preventivo contra el viento. Se trata del estudio de las ubicaciones que damos a las plantas. Esto requiere, claro, conocer bien el jardín. Saber dónde sopla más o menos el viento, qué zonas son más o menos frías y más o menos expuestas. De ello dependerá muchas veces la resistencia de una planta en nuestro jardín.
En ocasiones observo por la mañana muy temprano mi jardín y compruebo  que tiene zonas radicalmente distintas, tan distintas que disfrutan de temperaturas que varían en varios grados y cuyas condicione de cultivo varían considerablemente de unas a otras. 
La zona frente a la casa, exenta de arbolado y muy amplia, es de las más expuestas. Es lógico, se trata de la parte más alta del jardín y aunque afortunadamente cuenta con las arizónicas que lo protegen un poco, tiene demasiada amplitud para no verse resentido. En invierno, cuando las sombras de las arizonicas proyectan sus sombras sobre esta zona, las heladas persisten en el suelo buena parte del día.

 
Igual o peor porque el aire frío se acumula en la parte baja del centro del jardín. Allí la hierba está crujiente en ocasiones todo el día. 
Sin embargo, en el jardín secreto bajo por dos enormes pinos la vegetación que cubre los arriates y que rodean los bancos de piedra crecen mucho menos perturbadas por el viento y el frío. Aunque en días como estos en los que excepcionalmente sopla del este lógicamente se ve afectado.



; la zona de los setos, especialmente el seto norte, soleado y protegido por encinas, olmos y almendros y resguardado del viento del oeste por la caseta de madera, rara vez se ve cubierto el acolchado por el hielo.


El jardín trasero es un embudo para el viento. Es un espacio largo y estrecho entre la valla cubierta de hiedra que es la divisoria con la parcela de al lado y la fachada de la casa. Casi siempre sopla el viento del oeste y se adentra tomando fuerza recorriendo todo su largo paralelo a la fachada de la casa. 


De hecho por esta razón, para proteger un poco esta zona del jardín ubicamos allí un portón de madera con dos celosías a ambos lados cortando el espacio. Cuando crezca la vegetación la fuerza del viento bajará y la zona será más agradable de recorrer.

En realidad, deberíamos tener más presente en qué zonas del jardín plantamos nuestras plantas y no sólo hacerlo por factores estéticos. Una planta no demasiado resistente a las heladas soportará algo mejor el frío si está orientada hacia el oeste. Plantarla hacia el este hace que los rayos de la primera hora de la mañana la descongele demasiado deprisa aumentando con ello el riesgo de daños.
Las edificaciones también conforman microclimas. Las zonas próximas a la propia casa, un invernadero o un cobertizo, son lugares hasta cierto punto protegidos de vientos y bajas temperaturas. De una parte lógicamente forman barreras frente al viento y de la otra, los materiales con los que están construidos absorben el calor por el día y lo liberan lentamente al atardecer protegiendo así las plantas próximas.
Sin duda la altitud de cada zona y su exposición distinta al viento, la existencia de edificaciones, casetas, estructuras, cubiertas de vegetación...permite que en un mismo jardín haya varios microclimas. La ubicación de una misma especie en una u otra zona del mismo determina frecuentemente sus posibilidades de prosperar en él.
En fin, como vemos siempre, un jardín es un todo relacionado y nunca debemos considerarlo como elementos aislados. Un todo en el que cada parte influye sobre las demás y dónde hay que considerar múltiples factores que son los que intervienen a la hora de conformarlo.
Que tengáis una buena tarde, amigos. A ver si mañana deja de soplar este viento inquietante y el jardín por fin reposa en paz... :-)

Buscando el equilibro entre trabajo y placer en el jardín. Reflexiones de una jardinera que ya no es joven.

Por unas cosas o por otras algunas instalaciones se van aplazando. Y es que son tantos y tantos trabajos los que hay siempre que afrontar!! 
Pero el verano pasado, cuando prácticamente a diario tenía que desriñonarme tirando de mangueras gruesas de 25 metros y trasladarlas por un jardín grande y en pendiente como el mío y me acordaba de....bueno, me acordaba simplemente!! jajajajja Terminaba ya de noche absolutamente rendida, sólo de regar!! Me dije que la que suscribe no cargaba más como una mula con las dichosas mangueras y que de este año no pasaba de terminar de poner el riego!!

El riego por goteo se puso a la mayoría del jardín hace ya tiempo. Pero había zonas como el jardín trasero (que pilla más cercano a la casa y por tanto era más cómodo de regar) y el huerto, en las que no se había instalado riego en absoluto.
Igualmente desde que se puso el riego a setos y a la mayoría de zonas de plantación del jardín, ha llovido mucho, se han agregado muchísimos rosales, arbustos y árboles, así como vivaces. Muchos arbustos y rosales se han movido de sitio...Es decir que aunque la mayoría de plantas tuvieran agua a su disposición, ello no dejaba de obligarme a acercarme a todas las zonas con las mangueras para regar las que no contaban todavía con riego. Y lo difícil y agotador es eso, llevar las mangueras a las zonas. Una vez allí, entre regar 20 y 30 arbustos la diferencia no es mucha.

De manera que estos días el trabajo de mi ayudante está siendo ese. Añadir círculos de manguera con goteos autocompensantes a los arbustos y rosales que no tenía e instalar el riego completo del jardín trasero y del huerto.


A mí me gusta regar a mano. Sin duda te ayuda a establecer con las plantas una relación cotidiana que da la oportunidad de ver cada día su estado. Si alguna plantación tiene plagas o enfermedades, si una zona de acolchado hay que reponerla, si está funcionando bien o no esta o aquella planta en un lugar determinado. 
No regar nunca con manguera, en mi opinión, te aleja del jardín. Quizás en un jardín pequeño no ocurre pero en uno grande, pueden pasar días y días desde la última vez que te asomaste a mirar en directo un rincón determinado, y en ese tiempo las plagas y enfermedades pueden haber hecho mella en algunas plantas.
Todos los jardineros sabemos lo duro que es mantener un jardín grande en buenas condiciones. Por supuesto!! Y Mucha parte de estas labores las hacemos con cariño y no miramos el cansancio que supone realizarlas. Pero las labores de un jardín no pueden sobrepasarte, creo.  No debe llegarse a situaciones en las que esas labores sean tantas y tan duras que el placer de cuidar de tu jardín suponga un agobio y supere tus fuerzas. Eso me pasó el verano pasado. Que el riego ocupaba tanto tiempo que una vez terminaba mi jornada laboral, llegaba a casa y entre comidas, atender casa, poner lavadoras y demás... tan sólo me quedaban tiempo para el riego antes de que cayera la noche. Llegué a estar agobiada!! Echaba en falta el disfrute, el mirar con detenimiento mis rosales, el disfrutar de un cigarrillo sentada en un pedrolo sin pensar que todavía me quedaba por regar tal y tal zona... 
No, no debemos renunciar al disfrute en un jardín!! Yo no quiero hacerlo!! Porque si eso ocurre, el placer desaparece y, en mi opinión, la jardinería debe ser fundamentalmente placer. No puede haber un desequilibrio absoluto entre labores agotadoras y recompensa. Sólo así se aguantan los duros trabajos, sólo así una es capaz de vencer la pereza, sólo así eres capaz de ser constante en el trabajo y hacerlo cuando el jardín lo precisa. Al menos así la entiendo yo.
Una cosa es que cierres el grifo para que el día que decidas el programador no se ponga en marcha porque vas a regar la zona manguera en mano y otra muy distinta la esclavitud de tener que mover a diario las mangueras por todo el jardín, te apetezca o no. Así que por fin el próximo verano podré tomarme algún día de descanso "regador", si lo deseo. Fantástico!! Un Hurra por mi decisión!! (o dos) jajajaj
Sí, me estoy volviendo más práctica!! ;) Quizás es simplemente que soy consciente de la edad que tengo. Sé, porque no saberlo demostraría ser poco inteligente, que con la edad necesitaré ayuda para cuidar de mi jardín. Pero no quiero plantear las cosas de manera que tenga que pedir ayuda para todo. Quiero poder seguir cortando las ramas de mis rosales durante muchos, muchos años más, hasta cuando sea viejita... Aunque tenga que ayudarme de las dos manos para cerrar las tijeras! Lo que no quiero es tener que renunciar a los preciosos trabajos de poda porque me tenga que subir constantemente a escaleras o adoptar posiciones tan en precario que mi salud y mi edad ya no me lo permitan.
Si hace algunos años no me lo pensaba dos veces a la hora de poner a crecer un rosal enorme sobre una pared de difícil acceso... ahora procuro encontrar soluciones para que estén al alcance de mis fuerzas el realizar los trabajos que conllevarán. Ahora ya sí me lo pienso y decido no poner cultivos cuya poda y cuidado se convierta en un trabajo que sea inabarcable para mí. El rosal en cuestión estará igual de bonito si hago que crezca sobre un pilar de madera clavado en el suelo dentro de un hoyo con cemento en una zona desde la que para mí sea fácil mantenerlo en condiciones y no precise estar subida como un mono sobre una escalera (Tengo vértigo!)
Puede que la razón estribe en que antes, además de ser más joven, sabía que el trabajo que conllevaría mi decisión se limitaría a ese y otro par de trabajos dificultosos cuando llegara el momento de la poda porque los jardines que cuidé hasta ahora eran diminutos. 
Ahora no tengo un rosal.. ni diez. Ahora en mi jardín hay más de cien rosales, y trepadoras, y muchos, muchos, muchos, arbustos y árboles... y metros y metros de suelo que hay que cuidar, proteger y mimar...y un huerto y caminos para barrer y mantener libres de malas hierbas invasivas y mil labores que no tenía en un jardín pequeño como los de antes. 
En fin, quizás simplemente es que mantener un jardín grande casi sin ayuda conlleva la necesidad de medir tus fuerzas y por tanto tratar de hacer las cosas del modo que, como decía antes, su mantenimiento no se convierta en algo que no está a la altura de tus fuerzas y sin llegar a sobrepasarte puedas seguir disfrutando de él. Tengo claro que de nada valdrá introducir preciosas plantaciones si no está a mi alcance cuidar de ellas o si tengo que depender constantemente de otras personas para su mantenimiento. Es ley de vida! Son cosas que probablemente solo te planteas cuando tienes cierta edad y sabes que, aunque tu ilusión no mengue,  tus fuerzas y tu capacidad de trabajo ya no aumentarán.. Y hay que asumir el proceso natural de la vida y luchar a favor de ella y no contracorriente. 
Bueno, así quedó mi huerto hoy tras el trabajo de mi querido ayudante. Qué bien trabaja!! Qué cuidadoso es...qué detallista! :) (Qué suerte tengo de contar con su ayuda!!)


Mi amigo José me envió hace pocas semanas los frutales de magníficas variedades injertadas en patrones de poco crecimiento para que no tenga que estar todo el año mutilándolos con podas constantes. Se plantaron inmediatamente a los pies de la celosía que recorre uno de los laterales de la rampa de acceso del coche al garaje y de las que hay sobre la fachada del propio garaje y en la valla que da a la calle. 
Sobre ellas pretendo que crezcan sus ramas adosadas. Cuatro manzanos, un platerina, un peral y una nectarina. Mantener tanto árbol frutal de dimensiones como las que llegan a alcanzar creciendo en patrones de gran desarrollo hubiera sido imposible para mis capacidades. De ahí que además de por razones estéticas, fueran las razones prácticas también las que me decidieran a cultivarlos de esta manera contenida.
No soy muy de comer fruta aunque sé que debiera hacerlo con más frecuencia. Creo que en mi jardín, con el tiempo y cuando las plantaciones maduren, se producirá mucha más fruta que la que nosotros consumimos. En realidad he introducido muchísimas plantaciones simplemente por mi gran deseo de descubrir y por mi ilusión de aprender técnicas de cultivo sobre los que desconozco todo. Hasta ahora me dediqué a cultivar plantas con flores simplemente. Hace mucho tiempo que mi interés se amplió y descubrí que el mundo de la jardinería iba mucho más allá de las flores... :)
Con el cerezo, el kaki, el membrillo, los manzanos silvestres, el acerolo, los arbustos de frutas rojas (uvas crispas blancas y negras, grosellas, moras, arándanos y frambuesas) y las pequeñas matas de fresas silvestres... creo que tendré que obligar a todas las visitas a que se vayan de mi casa cargados de fruta a su casa. Lo quieran o no!! jejeje 
No importa no consumirla nosotros. Cultivar todo esto me permitirá aprender mucho, mucho... y disfrutar y descubrir el maravilloso proceso de su floración y fructificación y lograr aplicar podas correctas en las que pienso poner mucho interés y esfuerzo en aprender correctamente!!
En fin, queridos lectores...hoy estaba un poco reflexiva. También eso lo da la edad jejejje  :)

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