Este escritorio Davenport lleva "esperando" que le toque el turno para ser decorado así como más de veinte años. ¡Qué barbaridad! Antes de venir a vivir aquí, a Madrid, tuve hace muchos años en Málaga una tienda de Bellas Artes y Manualidades y un taller dónde daba clases de todo tipo de trabajos artísticos. En la tienda vendía además de todo tipo de materiales artísticos, muebles pequeños (en crudo, para decorar), especiales y de mucha, mucha calidad. Este es uno de ellos. Cuando cerré el taller y la tienda volví a mi profesión y de nuevo comencé a trabajar habitual y dejé de lado durante unos años este tipo de trabajos decorativos. Luego me vine a vivir aquí a Madrid y me volqué en la jardinería. Ahora, que por circunstancias me encuentro muy limitada para trabajos que requieran gran esfuerzo físico he decidido que era el momento adecuado para afrontar la decoración de este Davenport.
Un poco de historia sobre este tipo de pequeños escritorios Davenport
Como curiosidad os puedo contar el origen de este tipo de escritorios. Se trata de un pequeño mueble británico con un diseño inconfundible y muy característico. Su nombre aparece por primera vez en el libro de encargos (1790) de un ebanista inglés, Gillows de Lancaster y en él figuraba simplemente como encargo de un escritorio del Capitán Davenport.
En aquellos momentos eran muy demandados muebles con funciones militares y naúticas que no tuvieran gran tamaño y fueran manejables. Inicialmente se usaba en los buques conteniendo material de escritorio en sus cajones y casilleros. Inicialmente este tipo de escritorio tenía cuatro cajones y puertas en los laterales teniendo la parte superior corredera en los iniciales Davenport pero luego, a partir de 1840, esta zona se adelantó y se "sujetó" con ménsulas con lo que permitió que pudieran meterse las rodillas para escribir haciendo el mueble mucho más cómodo.
Durante la centuria siguiente se hizo muy popular en especial en la época victoriana. El diseño se enriqueció durante el s. XIX con adornos góticos y pequeñas galerías de latón y bronce dorado ya en el período victoriano durante el que llegaron a ser muy demandados por las damas de la alta sociedad que se enamoraron de este tipo de escritorio de pequeñas dimensiones y de uso muy cómodo. Se solían hacer en madera de caoba aunque hay algunos muy buenos ejemplares de nogal y palo de santo.
Este tipo de mueble son siempre de calidad. Hechos de madera desde arriba hasta abajo. Sin chapas, sin contrachapados en parte alguna, con cajones ensamblados con justas tradicionales de cola de paloma que ya es muy poco habitual ver en los muebles actuales.
Mi escritorio tiene un cajón alargado y poco profundo arriba con tapa abatible. Más abajo tiene la tapa que gracias a las bisagras puede abrirse y cerrarse. Debajo de esta tapa pueden verse ocho pequeños cajones en dos filas y un espacio plano dónde ubicar piezas de decoración. La parte inferior está formada por dos grupos de cuatro cajones laterales y un frontal flanqueado por dos "columnas" muy talladas y ornamentales que son una maravilla.
Llevo años usándolo de mesita de noche. No solo no me importa, me encanta que las dos mesitas de noche de mi dormitorio sean distintas. Todo mi dormitorio tiene muebles claros, blanco antiguo en realidad. Este escritorio hasta ahora que lo he decorado desentonaba con el aspecto duro que daba su color.
En realidad los muebles clásico me gustan oscuros casi únicamente cuando están terminados con aplicación de goma laca a muñequilla. Pero claro, para hacer eso hay que ser un verdadero profesional y yo no lo soy. Igualmente quería dar al escritorio un aspecto Shaby chic que es como se me ocurre definir el aspecto de mi dormitorio.
Este Davenport ha contenido siempre mi bisutería, pequeños accesorios del pelo, abanicos, gafas, pañuelos de cuello, fulares y cosas así. Es ideal para guardar este tipo de cosas por la gran cantidad de cajones que tiene: Uno alargado en la parte superior, ocho en la parte inferior el escritorio (4 a la derecha y 4 a la izquierda) y ocho muy pequeños bajo la tabla inclinada del escritorio. Idóneo para mentes maniáticas del orden como la mía jajaja. y la verdad es que seguiré usándolo para la misma finalidad porque me resulta muy práctico.
Como he dicho solo le di una mano de tinte hace muchísimos años para que la madera no presentara el color en crudo de modo que a base de limpiarse algunas zonas se fueron desgastando y perdiendo intensidad el color del tinte. Así que antes de comenzar a decorar con pintura he empezado por aplicar una mano de un estupendo tinte color castaño que tiene un punto rojizo que me encanta. Esta capa ha oscurecido un poco el tono general y lo ha homogeneizado que ya, como he dicho, alguna zona, con la limpieza se fueron desgastando y aclarando el color del tinte inicial que le di hace años. Yo quería que al desgastar en algunas zonas la pintura dejara ver este tono intenso con un matiz rojizo de la madera simplemente teñida.
La segunda mano de tinte la aplacé hasta después de haber terminado el trabajo de lija y estar segura que no iba a levantar más polvo. La madera solo teñida, sin tinte, coge el polvo y es difícil eliminarlo del todo, queda blanquecida. Para evitar eso, he trabajado hasta dónde he podido con las zonas que no iban a ser pintadas protegidas con periódico y una vez ya sabía que no iba a lijar más, apliqué la segunda mano de tinte.
No he tenido que lijarlo porque lo hice en su día y lo dejé suave como la piel del culito de un niño de manera que ha sido éste un trabajo de esos de solo disfrutar y no padecer con lija antes de comenzar a decorar. Luego, una vez fui aplicando manos de pintura evidentemente he usado la lija, ¡claro!
Estaba segura del estilo de decoración que iba a aplicar al mueble. El escritorio en sí mismo es tan precioso que es difícil estropear su estética salvo que se recargue la decoración. Quería, eso sí, lograr un aspecto un poco rústico, con un aire vintage, en la línea retro y un poco estilo Shaby Chic que tiene mi dormitorio.
En este escritorio he hecho algo que no es lo frecuente. Generalmente los muebles se decoran y es luego, una vez terminada la decoración, cuando con la aplicación de lija en los lugares adecuados, se logra el aspecto envejecido. Esta forma habitual de envejecer con lija tiene desde mi punto de vista el problema de que se llega a cierta "artificiosidad". Los muebles que realmente han envejecido con el tiempo no solo presentan desgastes en las aristas. Hay zonas de pintura que se han "levantado" y no se han levantado de la forma que produce una lija que se mueve horizontalmente sobre la madera.
Esta vez yo no lo he hecho así. He ido alternando las capas de pintura con lijado y "lavados" (más abajo lo explico). Es decir, aplicaba una capa de pintura y retiraba en las zonas que me parecía bien. Unas veces con lija y otras con bayeta. Incluso he llevado cuidado de que en algún punto concreto no llegara la pintura para lograr un efecto envejecido que creo que es imposible de lograr si la pintura se aplica a la totalidad y luego se pretende retirar con lija. No queda igual. Lo he comprobado muchas veces. Este envejecido no tiene la artificiosidad que acabo de comentar. Al menos a mí me lo parece.
Por ejemplo, aquí podéis ver el frontal de uno de los cajones laterales terminada la transferencia de la partitura. Lo habitual hubiera sido pintar todo el cajón blanco antiguo, aplicar la transferencia y luego desgastar con lija pero creo que se logran mejores efectos de este modo. Tras aplicar la partitura desgasté con lija y solo posteriormente pinté también en blanco antiguo la moldura que rodea el cajón.
Esta forma de trabajar el mueble creo que es quizás algo más difícil y requiere más habilidad y experiencia pero... el efecto no es muy natural y en mi opinión mucho más hermoso. Igual que con el otro sistema debemos moderarnos con el desgaste y no abusar de él. He visto a veces muebles que están tan lijados que no resultan "creíbles".
Aplicar capas de pintura sobre los laterales de un mueble tiene un problema: aporta grosor y es muy fácil que luego, encajen demasiado apretados en el hueco dónde va y se abran y cierren con cierta dificultad. Por eso preservé con papel de periódico y cinta de carrocero todas las zonas que no iban a ser pintadas.
Bajo la tapa tiene una zona amplia dónde depositar, en mi caso, la lámpara y algunos detalles y ocho cajones para almacenar material de escritorio (que yo uso para mis cosas, claro) y me parece tan bonita que la he reservado sin pintura, viéndose la veta de la madera y tan solo con un tinte color castaño y luego, claro, un buen barniz para proteger. Creo que ha quedado fantástico el contraste entre el color de la madera teñida y las transferencias sobre blanco antiguo del frontal de los cajoncitos.
Las paredes, las cortinas y la ropa de cama que usamos en el dormitorio, como en cualquier otra estancia, condiciona de qué tonalidades deberían ser los muebles. Muchas veces compramos los muebles y luego, posteriormente, adquirimos los tejidos pero eso casi solo ocurre con la gente joven que parte de cero. La gente que tenemos cierta edad es en el orden inverso. Yo tengo colchas, edredones, fundas nórdicas con muchos años y son ellas las que condicionan los tonos que aplico a los muebles.
Los visillos de blonda y las livianas cortinas de mi dormitorio son en tono blanco roto, colores muy naturales y neutros, para no meter más carga a la decoración. En cambio tengo ropa de cama desde el blanco puro a estampados con rosas, con flores... que llenan mucho ópticamente y por tanto precisan la compañía de tono suave, tiernos...En general los muebles de esta estancia son blancos pero a mí no me gusta la uniformidad y prefiero algo de mezcla así que pensé como este escritorio Davenport era el más distinto en cuanto a estilo y destacaba con relación a la simplicidad del resto del mobiliario podría darle un toque de color.
Quería que el Davenport se integrara en el conjunto de la estancia y el hecho de estar situado a la derecha de la cama junto a la puerta que da acceso al baño privado anejo al dormitorio (y que casi nunca mantengo cerrada) hace que al circular por la habitación se vea muy próximos los tonos azules del suelo del baño. El resto de muebles son blancos y pensé que una "nota" con un color distinto podría quedar bien. Por supuesto no quería un tono chillón si no algo muy pálido, muy suave. Hay un color que me encanta, lo que en inglés llaman "duck egg blue color", es decir, color azul huevo de pato. Un color que a mí me parece especialmente delicioso.
Este color da un aire campestre a los muebles. Pero también funciona bien en ambientes costeros. Es un color muy usado en este tipo de ambientes y funciona especialmente bien en el estilo Shabby Chic. Es un color azul que tiene en su composición bastante gris y que suele usarse en tono bastante claro y resulta muy relajante en un dornitorio. Combinado con blanco pienso que queda perfecto.
Podéis ver con frecuencia este color aplicado a muebles de jardín porque su relación con el verde hace que combine muy, muy bien con tonos rosas y el resto de verdes que están presentes en un jardín
Por eso lo he elegido, porque como he dicho, mucha de mi ropa de cama tiene rosas, malvas, azules en los estampados florales. Para mí los mejores compañeros para este color azul huevo de pato son los blancos, otros verdes, e incluso algún azul de distinta tonalidad y por supuesto los colores neutros como marrones fríos, visón (marrones agrisados(..
Las paredes de toda mi casa y por tanto también del dormitorio son de un tono tierra suave, no muy subido de tono sobre el que resulta muy fácil añadir cualquier tejido tenga los tonos del estampado que tenga.
Por supuesto, por el aspecto sedoso y aterciopelado que ofrecen los muebles pintados con pintura a la tiza, es el tipo que he usado también en este escritorio. Como uso esta pintura con mucha frecuencia tengo varios tonos básicos y mezclo entre ellos para lograr el color que busco. Es una pintura que le vine como anillo al dedo al estilo de mueble retro que a mí tanto me gusta. Una vez terminados los muebles resultan de aspecto suave y delicado. Aspectos muy difíciles de apreciar en unas fotografías (especialmente las hechas por malas fotógrafas como yo)
Eso he hecho en este caso, conseguir mezclando, el color azul huevo de pato en tono muy suave en la cantidad que he creído iba a gastar en el mueble. Evidentemente si no se tiene mucha práctica, cuando se trabaja con tonos producto de mezclas de otros colores, siempre es mejor hacer más color del que vamos a usar porque es mejor que sobre a que nos quedemos medias y no tengamos más pintura. La mezcla que hemos hecho es imposible de conseguir exactamente si volvemos a mezclar los colores. En todo caso, la pintura sobrante, guardada en un tarro de cristal del tamaño adecuado y cerrado herméticamente, podemos guardarlo y se conservará muchísimo tiempo para poder usarlos en posteriores trabajos.
Pero claro, como siempre, no quería un color uniforme. Son pocos los muebles que he pintado con un color "plano". No me gusta. Prefiero siempre que el color del mueble esté "matizado" y aquí no podía ser menos. Un par de capas de pintura a la tiza del color azul huevo de pato que conseguí mezclando. y después de una ligera tercera capa a pincel seco y solo en algunas zonas, apliqué un esponjado con pintura muy diluida blanco antiguo que vertió un velo casi transparente y blanquecino sobre el tono azul huevo de pato inicial y que como era mi idea, lo aclaró.
Por cierto, no lo había practicado nunca pero esta vez he probado qué ocurriría si tras aplicar una capa de pintura y una vez seca pero no habiendo pasado demasiadas horas, pasaba una bayeta húmeda muy escurrida (tipo "spontex amarilla"). Pues lo que se consigue es alisar la superficie y eliminar pequeñas irregularidades que hayamos producido al pintar. Eso sí, no hay que pasarse con la humedad y restregar tanto con la bayeta que la pintura llegue a ablandarse porque en unos segundos veremos teñirse la bayeta de color, eso quiere decir que si seguimos, terminaremos por "llegar a la madera" y nos veremos obligados a aplicar de nuevo color. He descubierto que este ligerísimo "lavado" me ha ahorrado bastante lija y además ha producido muy leves cambios de tonalidad de unas zonas a otras que yo buscaba en el anhelo de diversificar el tono base.
Al ser los otros muebles del dormitorio de color blanco antiguo, evidentemente el tono que he usado para las molduras de los cajones y del mueble en general no podía ser otro, blanco antiguo.
He querido hacer transferencias de partituras. Me parecían un motivo que puede ir con cualquiera de los estampados que suelo emplear en mi ropa de cama y que casaría bien con los muebles blancos que tengo en el dormitorio.
Busqué en Internet partituras a poder ser manuscritas para que la grafía no fuera mecánica y que tuvieran anotaciones porque me parece que hace más interesante el conjunto. Hice fotocopias inversas (como miradas en un espejo) ya que lo que se pone sobre la madera es la zona entintada y si no se hubieran hecho de esta manera luego, una vez eliminada la pulpa de papel no se podría leer porque las letras saldrían dadas la vuelta.
Para transferir cualquier imagen a un soporte hay infinidad de métodos. Podéis buscar en Internet y encontraréis muchos. La inmensa mayoría usan productos específico que a mí me parecen de precio abusivo y que cuando los he usado no funcionan mejor que el sistema que yo uso que es con simple cola.
Siempre hay que dejar una mínima cantidad de pulpa de papel cuando se va retirando poco a poco con un poquito de humedad y los dedos porque de lo contrario, te arriesgas a levantar parte de la ilustración. El problema es esa finísima capa de pulpa que al secarse, da un aspecto blanquecino y no permite una total nitidez a las partituras. Eso no es un problema si se utiliza el barniz adecuado (no todos vale, cuidado con esto) que humedece bien esa fina película de papel y deja transparentar perfectamente las notas y escritura sin volver a blanquear al secarse el barniz.
Transferir bien, sin romper ninguna parte de la ilustración es un trabajo de chinos. No se puede hacer deprisa y corriendo. Hay que armarse de mucha paciencia e ir retirando la pulpa de papel ligeramente humedecida frotando muy delicadamente con la yema de los dedos y retirando las "virutas" de papel mojado que se van desprendiendo y tener el "tacto" muy fino para percibir cuando ya no se puede quitar más papel porque hemos llegado a la capa de cola.
Pero creo que es una manera muy bonita de decorar cualquier pieza si se eligen los motivos adecuados y se aplica la técnica de la manera correcta.
El mueble original no tenía las fornituras alrededor del frontal central. Pero a mí me gustaba que la partitura estuviera bordeada por unas molduras así que se las hice. Tan fácil como usar una buena pasta de modelar que al secar quede como una piedra de dura y pegarlas al mueble.
Al haber usado pasta blanca las piezas agregadas debían teñirse con el mismo tinte que he usado en el resto el mueble. Y ello para que al envejecerlo lijando algunas zonas que dejan aparecer el tono caoba de la madera, también aparecieran en estas fornituras que yo he agregado.
Sí he usado auténticos "transfers" en dos zonas. La parte inferior y superior de la tapa del escritorio. Los transfer los podéis encontrar a la venta en cualquier tienda de manualidades, el asunto es conseguir un motivo que sea de vuestro gusto y que esté acorde con la decoración del mueble. Los transfer de calidad no son baratos pero merece la pena usarlos si encontráis alguno que sea el ideal para el mueble. Tienen la ventaja de que pueden aplicarse sobre la madera pintada de cualquier color que sea claro. Por el contrario, las transferencias hechas con fotocopias, como el papel es blanco y no termina de retirarse completamente, quedan mejor sobre superficies pintadas de blanco o blanco antiguo como en este caso.
Son fáciles de aplicar. La imagen viene "adherida" a una hoja plástica flexible. Tan solo hay que posicionarla con la "tinta" hacia la madera previamente pintada de un color muy claro para que contraste y se vea luego nítidamente, y luego, con una espátula ir raspando la cara plástica para que la tinta se vaya adhiriendo a la madera. A continuación retirar el plástico et voilà! Conviene pasar un trapo suave de algodón limpio presionando sobre la transferencia haciendo movimientos circulares para que todo lo transferido quede perfectamente pegado a la madera. La fijación definitiva se puede hacer simplemente con el barniz que usemos para proteger el mueble.
El último detalle fue "patinar" con azul y blanco los tiradores de los cajones. Dejarlos de color bronce viejo como eran hubiera sido "meter" otro color y creo que no hubiera quedado bien. Mucho mejor así.
No estaba segura de si cuando colocara el Davenport al lado de la cama lo iba a dejar con la tapa abierta o cerrada, por eso, inicialmente solo me decidí a decorar la parte superior de la tapa del escritorio. Dejé la parte inferior de esta tapa sin barnizar por si luego me decidía a aplicar otro transfer sobre ella.
Cuando tuve el escritorio en su lugar y vi el efecto que hacía una vez colocara las cajitas y la lámpara no tuve dudas, esta parte inferior de la tapa del escritorio necesitaba algo en su centro y me decidí por esta preciosa transferencia. ¿Queda bien, verdad? :-)
Bueno, pues este es mi Davenport terminado de decorar ya. Yo estoy muy contenta con los resultados. Las cajitas de porcelana (podéis ver algunas piezas de porcelana decorada por mí aquí) las tenía una vitrina en el salón pero no me convencían allí, mucho mejor en este pequeño escritorio.
Los pies de las lámparas en blanco mantequilla y detalles con aplicación de pan de oro hacen bien sobre el mueble. Eso creo. Ubicar la de este escritorio con la tapa abierta resulta más cómodo que haberla puesto sobre la tapa del cajón superior y además permite ver el precioso interior con los cajoncitos decorados con partituras.
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Te ha quedado precioso este escritorio.
ResponderEliminarBesitos.
Se ve muy bonito. Besos.
ResponderEliminarQué bonito !!
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