Páginas

Reflexiones paseando por un jardín cuajado de mimosas

Si había algo de mi jardín que a ella le gustaba eran sus mimosas. Aquí están de nuevo, como cada año. Me gusta pensar que están en flor ahora para ella. Llenando el jardín de amarillo y emanando su aroma delicioso.
Aunque este año retrasadas ya llevan en flor unos días pero no he querido colgar este artículo hasta hoy, viernes y ello porque la concurrencia de su floración y un día como hoy, se me antoja no sorprendente, pero sí curiosa y reconozco que interiormente me gusta esta coincidencia.
Hoy ha sido un día muy especial para mí y seguramente de seguir viva, también lo habría sido para ella.



Hace casi seis meses os contaba un poco veladamente (o no tanto) que había firmado un contrato de compraventa de mi casa. Hoy he escriturado ante Notario aquella compraventa. De manera que definitivamente y de forma pública, mi casa es mía. 
Esto que parece una obviedad para casi todo el mundo en mi caso también lo es, la diferencia es que ha sido un proceso plagado de mucho dolor y desengaño.

Sí, hoy ha sido uno de los días más importantes de mi vida por lo que esta casa y su jardín representan para mí. Quizás porque la trayectoria que me ha traído hasta aquí, hasta este momento, no ha sido fácil y sí muy azarosa y en muchos momentos he creído que no sería posible llegar a buen puerto.
Pero sí, cuando las cosas se hacen bien, al final llegan. Y aunque no quiero adjudicarme todos los méritos porque soy consciente de que todos los procesos precisan de algo (o mucho) de suerte que reconozco que yo he tenido esta vez, honestamente, creo que he sabido hacer las cosas de forma adecuada para llegar a resolver todos los escollos (que no han sido pocos) de manera que hoy pueda ser la propietaria de mi casa pero sobretodo, de mi jardín.
Lo que son las cosas! Debiera sentir exclusivamente felicidad un día como hoy y aunque en efecto siento ese lógico bienestar que da la seguridad jurídica y la certeza de que ya nadie podrá echarte de tu casa porque has pagado todo lo pactado por ella (en el momento, en la cuantía y del modo que has llegado a acordar) y sobretodo porque tu nombre figura en un Registro de la Propiedad, también llevo sintiendo muchas otras cosas estos días y no todas me producen exactamente alegría o bienestar. Son tantos los recuerdos y son tantas las emociones de estos años y sobretodo de los últimos siete meses que llevo sola aquí... que he tenido momentos para todo.


Sí,  gozar de la certeza de que, si la vida y mi salud me lo permiten, mi jardín siga a mi cuidado; esa es mi mayor tranquilidad. Sin duda.
Felicidad por dejar de tener la inquietud de tantos años echando ilusión, esfuerzo, dinero y un trabajo sobre esta tierra que solo un jardinero sabe cuán ingente ha sido... en algo que no sabía si iba a poder seguir gozando ya que ello dependía de seguir vinculada a la persona con la que estos últimos diez años he compartido mi vida. Ya se sabe que las relaciones no suelen ser eternas. Y claro, ello me inquietaba. Cómo no!
Siento hoy el regocijo que solemos tener los padres sabiendo que nuestro trabajo y patrimonio no lo estamos echado en un bien que irá a parar a los hijos de otros si no a los propios cuando nosotros no estemos. Somos así, somos humanos...

Sí, a partir de hoy, esta casa y el suelo que la rodea inexorablemente han dejado de estar vinculados en su presente y en su futuro a la familia de cuya propiedad era y desde hoy de igual manera, quedan vinculados a mí y a los míos en el futuro. Claro que esto me da una extrema felicidad y tranquilidad!! Cómo no dármela!
Llevo días en los que para atajar los nervios he tratado de mantenerme constantemente ocupada, constantemente trabajando para evitar la inquietud que me producía la inminencia de la firma. Pero me ha resultado inevitable en muchos momentos que mi recuerdo se fuera a días ya pasados y situaciones que durante estos años me han hecho sufrir tanto...
Para contrarrestar, lo cierto es que el ver el jardín amarillo, cuajadito de preciosos racimos de bolitas amarillas como el sol, también me han traído a la memoria momentos, palabras, situaciones tan bonitas!! Conversaciones con ella.
Palabras intercambiadas entre las dos cuyo contenido solo sé yo y que tanto cuando se pronunciaron como ahora que las recuerdo, despiertan en mí una tierna sonrisa.

Las mimosas y el nombre de Pepita irán en mi interior inexorablemente unidos. Ella trajo hace ya cuarenta años la primera mimosa al jardín y la plantó frente a la que hoy es mi casa. Y de ella han nacido muchas otras. Tanto que incluso en las parcelas de al lado están llenas de "hijos" de aquella primera gallega. Ni ella ni aquella mimosa que con los años llegó a ser enorme, están ya. La mimosa un día amaneció "desmayada" sobre el suelo del camino de las acidófilas y ella se fue hace ya unos meses...

Pepita, como sus mimosas, era gallega y en mi blog de cocina muchas veces, quienes me hayáis leído, me habréis visto mencionarla como la mejor cocinera que yo he tenido la suerte de conocer. Cuánto he aprendido de ella estos diez años!! Conocía las carnes, el marisco, las hortalizas...todos los productos de la buena cocina! Los conocía bien, sabía distinguir los de buena calidad y dónde comprarlos, sabía de qué manera prepararlos para dar lo mejor de ellos mismos. Cocinaba con naturalidad, como si hubiera nacido con una cuchara de madera en la mano jajaja así te transmitía las recetas, sin artificios!... Eso no se aprende de ningún libro. Eso te lo enseña una gran cocinera como era ella y yo tuve la suerte de poder aprender mucho en este tiempo en que formó también parte de mi vida.

Era la madre de mi última pareja y siempre despertó en mi cariño y respeto. Quizás por su peculiar forma de ser. Quizás por su aspecto menudo con aquellos ojitos llenos de chispas de vida. Quizás porque sabía expresar muy bien su genio a pesar de usar siempre buenos modales. Yo, que soy también mujer temperamental, siempre admiro a quién sabe decir las cosas de un modo suave. Ella como buena gallega que era, sabía hacerlo de forma magistral. Soy incapaz, pero claro, es que yo soy extremeña ajajjaja 

No nací para la política, eso está claro. En ocasiones hago propósito de enmienda y me digo que voy a intentarlo, que voy a decir las cosas de modo atemperado. Pero luego no lo cumplo. Mi problema no es tanto callar, que eso sí he aprendido a hacerlo con los años, cuanto parar cuando comienzo a hablar. Una vez he empezado a hablar... Ay!! Ya no soy capaz de callar el resto. Y muchas veces "el resto" no conviene decirlo. Esta característica de mi forma de ser me ha traído muchos, muchos problemas en mi vida. Pero soy como soy y en el momento en que mi aguante me dice que llegó a su límite...a partir de ahí, canto las verdades al Lucero del Alba sin dejarme gota en el tintero!! Lo peor es que lo hago sin paños calientes, sin anestesia...

Antes lo achacaba a mi fuerte carácter y me justificaba diciendo que a todos los que somos apasionados y vehementes nos pasa lo mismo. Pero no, no es cierto. Hay gente que sabe decir las cosas sin que la sangre llegue al río. Yo, desgraciadamente no. Sé morder mi lengua durante un tiempo. Aprieto los puños y atempero mi rabia interior ante lo que se me antoja injusto o inaceptable. Callo durante un tiempo hasta que...ocurre algo o escucho algo, a veces es un gesto en mi interlocutor, a veces es simplemente un casi imperceptible tono, simplemente un adjetivo, el uso de una palabra y no otra, lo que hace saltar la chispa. Quizás no es necesario que escuche algo de mayor gravedad que lo que llevo escuchando o viviendo en silencio durante mucho tiempo (a veces años) pero ese calificativo, ese tonillo, esa mirada....y zasssss!! 

Esa es la gota que desencadena mi carácter bravío. Ese pequeño detalle marca el límite de mi aguante. Y entonces ya no me importa nada. A partir de ahí, a partir de esa gota que rebosa mi vaso, ya me pongo el mundo por montera y me importan un bledo las consecuencias de mis palabras! A partir de ahí todo lo que puedo llevar meses o años aguantando sin hablar, lo vuelco a bocajarro, con la pasión que me caracteriza. No preciso ser grosera ni maleducada, simplemente exponer la verdad desnuda y descarnada, sin paños calientes, sin atenuantes, llamando al pan, pan y al vino, vino y eso...ufff eso puede doler tanto al que escucha! No me vanaglorio de esa extrema habilidad que tengo para poner frente al otro "un espejo" delante. Y es que ver nuestra propia imagen "reflejada" se nos antoja a veces tan imposible de soportar!! :) 

Me conozco muy bien. Y he aprendido a aguantar. Pero esa gota que rebosa el vaso, ese límite lo marcan términos que ya casi nadie usa y que tienen un halo bastante antiguo pero que a mí, siguen importándome y mucho!!: El Honor, la Palabra, el Trabajo, "los tuyos"... Sí, esos son los conceptos que marcan mi límite. Esos y que me mientan, que traten de manipularme, de quedarse con lo que es mío sin pedir que yo lo regale o que abusen de mí.

Cuando eso ocurre, todo mi silencio anterior se ve vengado con creces con la lluvia torrencial de mis palabras. No necesito de mentiras, simplemente amparándome en la razón que sé que me ampara pero produce efectos catastróficos en quién escucha. En ocasiones, en el proceso me digo que es posible que me conviniera parar, poner un punto, tomar aire y callar el resto que no he dicho. Pero no, una vez comienzo a hablar tras haber estado muchas veces harta...ya no hay quién me pare!! Sigo y sigo hasta que no me queda en el tintero ni gota. Entero, hasta la última palabra guardada, hasta el último comentario por hiriente que sea... como el que está a dieta mucho tiempo y el día que se permite un desliz no se conforma con un trozo de pastel y necesita darse un buen atracón. Entonces, después de la tempestad desatada, me quedo a gusto tras a veces tanto silencio y demuestro cuan equivocado estaba quién confundió este silencio con debilidad de mi parte.

Somos como somos y cuanto mayores nos hacemos más difícil son los cambios estructurales. Ya si acaso cambios coyunturales pero poco más. Creo que nos pasa a todos. En mí hay mucho que quisiera cambiar pero sé que no podré hacerlo. Así que convivo con mis carencias y defectos lo mejor que puedo tratando de luchar contra ellos y solo en ocasiones venciéndolos en alguna batalla puntual sabiendo que la guerra la tengo perdida.

Admiro la gente que sabe decir las cosas de modo velado, sutilmente. Ella sabía hacerlo. De verdad me gustaría tener ese don. Pero nací sin él y si bien es verdad que los años me han enseñado cierta transigencia, igualmente es cierto que algunos asuntos, los que mencionaba hace un instante, se me hacen imposibles de transigir con ellos. Reconozco que algunos de estos aspectos tienen como digo un barniz añejo y seguramente están desfasados para la mayoría de la gente de hoy. Honor. Qué término tan antiguo. No? Es antiguo, sí, pero para mí, aquello que te impulsa con fuerza a actuar haciendo lo que marcan tus principios y tu ética y te hacen cumplir lo que crees tu deber para ti mismo y para los demás... es lo que te hace ser un hombre de bien y no un simple rufián.  Que alguien cuestione tu honor o el de los tuyos es poner en entredicho tu nombre, tu imagen, tu honor o los de tu gente en definitiva...es tan de suma importancia que rozarlo o cuestionarlo es algo que cuando me veo afectada se me hace imposible de consentir. No, no transijo con lo que ataca mi honor o el de los míos. A mí, un hombre humilde y bueno (mi padre) me enseñó cuan importante es tu nombre y tu palabra. Y si alguien ataca eso está atacando tu esencia y una de las cosas más importantes de ti misma.
El honor y la palabra dada son dos términos que ese mismo hombre que era mi padre me enseñó en una alianza inseparable, siempre uno de la mano del otro. Cuántas veces le escuché decir "un hombre vale, lo que vale su palabra". Y así es. Para mí, si un hombre no cumple su palabra, no vale nada. Absolutamente nada.

Y si me hacen decir un tercer término de esos que suelen ser la gota que rebosa el vaso, mi vaso, a la que hace un rato me refería, diría "trabajo". Pocas cosas me parecen más despreciable en un hombre que su incapacidad para el trabajo y el esfuerzo.
En mi tierra, Extremadura, hay una frase que me hace cierta gracia y que suelo usar incluso ahora, que no hace honor a la verdad en absoluto. Cuando se intenta describir a alguien con poco amor al trabajo se dice de él que "Es más vago que la chaqueta un guardia!" Guardia llamaba la gente de pueblo a los antiguos Guardia Civiles. Serían vagos los de antes (que no lo sé), porque lo que son los actuales Guardia Civiles de vagos no tienen nada y más bien son la inmensa mayoría dignos de admiración.
Pero sí, cuando tengo a mi lado alguien lleno de pereza, se me hace difícil callar. Muy difícil! Y es que la pereza, la desidia, el dejar las cosas sin hacer, el aplazar indefinidamente lleva a no cumplir nuestras obligaciones y en ese no hacer el que está al lado suele carga con el trabajo que nos corresponde a nosotros mismos...uffff, qué mal llevo yo eso!!
Los días lluviosos animan a la reflexión. Creo que nos pasa a muchos. Verdad? Y hoy todo contribuía a ello por ser un día tan trascendente. La lluvia y la jornada tan especial. Hoy era un día para, a la vez que recorría mi jardín hacer un paseo por el pasado. Por el mío y por el de los que antes que yo estuvieron aquí. No me la he quitado a ella y su carita de la cabeza todo el tiempo que ha durado mi transitar por el jardín en cuanto he llegado a casa este mediodía.

También ha estado presente él. Hay que ver lo que se puede admirar y respetar a alguien que no se ha llegado a conocer nunca. Es increíble. El, con quién compró lo que hoy es mi jardín y dónde ambos construyeron un lugar de veraneos que es mi casa debió ser un hombre trabajador como pocos. 
Muchas veces paseo mi jardín y me viene a la memoria cuántos y cuántos fines de semana dedicó la mayor parte de tiempo que estaban aquí a trabajar, a aterrazar este jardín. A mover pedrolos. A construir dos inmensas terrazas que están hoy frente a dos de las fachadas de mi casa. Sí, debía gustarle el trabajo y ese afán de mejorar lo suyo, ese no cejar en el empeño, ese esfuerzo constante...produce en mí tanta admiración!! :)
Mucho he transformado y modificado en todo el suelo que es mi jardín porque es mi casa y creo que el trabajo que he echado siempre en mejorarla me daba derecho a ello... pero hay dos cosas que no cambiaré nunca. Una son las mimosas y mira que me ha costado respetarlas!! jajajaja Esas eran de ella. Y por eso, porque eran de ella y para mí la representan aquí, soy incapaz de tirar una sola abajo. Por poco que me gusten, por mucho que fastidien mis plantaciones... no, morirán cuando la Naturaleza diga que deben morir. Ni un minuto antes!

La segunda son las piedras. Esas que él movió con tanto esfuerzo y que imprimieron un carácter al jardín aunque por aquel entonces no fuera más que una parcela medio salvaje. En torno a las piedras he diseñado mi actual jardín. Las piedras y la madera son el nexo de unión de todo él. No me hubiera permitido jamás eliminarlas... hubiera sido una especie de desprecio al trabajo que las manos de aquel hombre hizo durante años.
Y además...son tan hermosas! Llenas de años a cuestas y con el depósito de líquenes y musgos van formando lo que en los humanos son nuestras arrugas. Han sido muchas las que yo he añadido. Hubiera sido mucho más cómodo y fácil comprar unos camiones llenos de ellas pero habrían sido piedras recién partidas, nuevas, limpias...sin esa pátina que solo el tiempo es capaz de depositar en ellas y pintarlas de belleza. Así que las que he traído ha tenido que ser buscándolas en el campo. Afaenando mucho, subiéndolas a un vehículo. Cargándolas con esfuerzo en muchos, muchos viajes del lugar de dónde las he ido tomando hasta el jardín. De hecho las que traje siempre fueron tan viejas como las que había y nadie salvo yo que las conozco sabría diferenciarlas.



Sí, desde esta barandilla de madera que no estaba entonces y desde la que estoy viendo ahora la plataforma de hormigón dónde los nietos se bañaban en una piscina que había por aquel entonces sobre ella, me pregunto si a él le hubiera gustado este jardín. 

Creo que sí. Me lo repite una y otra vez el primo de ellos que vive en la parcela de al lado. Siempre que viene a pasar un fin de semana me dice cuanto le habría gustado "al abuelo" ver su parcela ahora, tan arreglada, tan mejorada... 
Seguro que me hubiera regañado por haber quitado las jaras que a él tanto le gustaban pero es que jaras, retamas gigantescas, romeros y lavandas envejecidas y de troncos ya desnudos, resecos y retorcidos constituían eso, un espacio salvaje pero ... no casaban bien con el aspecto ajardinado que tiene ahora este espacio. 

Bueno, quiero pensar que me hubiera ganado su perdón por el trabajo echado en su tierra, por ese huerto que a mí se me antoja tan lindo y que seguramente él hubiera cultivado con gusto a mi lado de haber llegado a tiempo de conocerle antes de que él se fuera...y en todo caso, siendo como era un tipo inteligente y sensible estoy segura que habría valorado el amor que siempre, desde el primer día, me inspiró este espacio.

Es inevitable transformar los espacios que habitamos. Y en esa transformación se va parte de lo que otros pusieron y fueron y aparece lo que son y lo que aportan los que llegan. Es algo que ocurre siempre. No se puede parar el tiempo en una instantánea inamovible en el afán de perpetuar un recuerdo que ya solo existe en la memoria de quienes estuvieron en un lugar hace treinta o cuarenta años. La vida sigue su curso y a los lugares llegan cosas nuevas y gente nueva... Las fotografías imperturbables solo existen en los ordenadores y en el papel. La vida es constante cambio y transformación. Y eso hay que asumirlo. El tiempo y la vida sigue y unos se van y otros llegan a los sitios. Y quienes llegan a vivir a un lugar que aunque los papeles no lo digan, cuidan, trabajan, protegen, mejoran y aman... como si fuera su propia casa...nadie puede esperar que se mantengan impertérritos conservando una especie de "instantánea" de un pasado que ocurrió hace cuarenta años, viviendo sin marcar con la propia impronta nada, como pasando de puntillas por un espacio sin tocarlo, estando pero sin dejar marca, viviendo pero sin modificar, sin cambiar nada, sin vivir en suma... No, no se puede esperar eso y menos en un espacio natural como es un jardín en el que incluso sin intervención humana el tiempo, la erosión, la lluvia...va transformando aunque sea a nuestro pesar. 
En todo caso cómo pedir a un jardinero que no haga un jardín en un espacio virgen como era este? Es como pedir a un niño que no tienda su mano hacia los pasteles de chocolate si se le ofrecen a sus ojos...ajjajaja
Ellos se fueron y yo seguiré aquí transformando este jardín y tratando de mejorarlo. Probablemente la desaparición de parte de aquel pasado haya podido doler a algunos pero a la vez, esa transformación constituye la felicidad de quién es el presente de un lugar ahora. Así es la vida.
No, no es bueno que los jardines sean "prestados". Por eso, nada mejor que en un Registro de la Propiedad el nombre del propietario y el del jardinero sean la misma persona... 
Hace seis meses aquel paseo no despertó en mí sensaciones distintas a las que tenía el día anterior. Hoy sí las he tenido muy diferentes. Quizás porque un contrato, si se quiere incumplir, se lo puede llevar el viento... esto que hemos firmado hoy ante un Notario, no lo moverá ya nadie. Y eso, cambia radicalmente las cosas.

Pero esto son solo las cosas que dicen los papeles que aún siendo importantes (y mucho) no son las que suelen movernos a los jardineros. Los jardineros somos capaces de volcar todo nuestro amor sobre un jardín diga el registro de la propiedad lo que le dé la gana.... jajajja Y lo vivimos como si fuera nuestro porque en el corazón es nuestro... De hecho no creo que en el futuro nada de mi actitud hacia mi jardín cambie por los cambios legales que se han producido hoy. No, yo amo este jardín desde el primer día que lo pisé y eso nada tiene que ver con las cosas burocráticas. Pero si las cosas burocráticas coinciden con nuestros amores... mejor que mejor. O no? ;)
Que paséis un buen fin de semana, amigos!

11 comentarios:

  1. Qué bellas las mimosas! Se ven mucho por aquí aunque la variedad rosada es la más común, la variedad blanca es mas rara. Se ve muy bien la primavera en tu jardín, no veo la hora que tus rosas regalen flores! espero muchas fotos de ese momento. Muy buen fin de semana!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. MDN nunca vi rosadas ni blancas...No creas que aún tiene aspecto del todo primaveral. Hay muchos árboles y arbustos que están ahora comenzando a abrir sus yemas y la desnudez de sus ramas aunque me gusta, impide ese aspecto que en abril ya debería tener en un año normal con temperaturas, lluvia normales. Gracias, MDN

      Eliminar
  2. Me alegro mucho María. Un abrazo y feliz fin de semana también para ti.

    ResponderEliminar
  3. No se que decirte,soy una lectora de tus palabras en la sombra,me conozco tu jardín casi todos sus rincones,lo he visto desde el principio,ese amor y ese trabajo que has ido poniendo en el,lo he releido varias veces y sigo pasando por el mirando que planta has puesto nueva o que trabajo has emprendido,gracias por estar ahí y ser como eres con tus largos comentarios y tus buenas explicaciones.No hace falta decirte que respires hondo,que seguro lo hicistes al ver que era tuyo y que el trabajo y el amor que habías volcado en él había tenido su recompensa,mucha suerte y sigue como eres.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, Inés... me alegra que por una vez hayas salido de esa sombra en la que dices estar leyéndome y visitando mi jardín. Me siento afortunada con tus palabras. Gracias por ser fiel lectora de este blog y gracias por tu participación en esta ocasión. Te animo a que lo hagas cada vez que te apetezca.

      Eliminar
  4. Me alegro muchísimo que estés feliz por tener ya tuya la casa y especialmente es jardín que tanto amas y me han emocionado tus palabras, el relato emotivo de tus vivencias con Paquita, las mimosas y todas esos avatares de la vida y con la autenticidad que te caracteriza, así como admiro que hayas desnudado tus sentimientos en esas palabras, es de admirar y agradecer la confianza.
    Te deseo toda la felicidad del mundo.
    Muchos besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Montsita por tus palabras. De verdad, muchas gracias. No tiene mérito hablar de lo que uno siente en gente con mi forma de ser. Lo difícil sería que yo dijera algo que no siento. Eso sí que me resultaría imposible. Soy incapaz de fingir...ajjajaja se me nota en la cara y en los ojos a la primera de cambio. Un abrazo, amiga mía.

      Eliminar
  5. Si María, estoy de acuerdo contigo: el trabajo, bien hecho, con amor, con dedicación, con constancia. El caminar por la vida, sin embustes, pero sin dejarnos engañar. Sin prepotencia pero sin dejarnos avasallar. Amando y siendo merecedores de amor.
    Me alegro de que seas la dueña de tu jardín. Tenía que ser así.
    Besos, querida amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cada uno tiene sus puntos débiles, sus límites. Cada uno tenemos cosas que no es que no queramos, es que somos incapaces de aceptar porque para ello deberíamos dejar de ser nosotros mismos. Muchas gracias por tu cariño, querida Lola.

      Eliminar
  6. Pepita estaría orgullosa de ver tu trabajo.
    Un beso!

    ResponderEliminar

Anímate a dejar tu pregunta o comentario !! Tu opinión siempre será bienvenida.