Un puñado de frambuesas

Vivo a unos sesenta y pico kilómetros de Madrid. Cada vez que voy me agobio más. No es precisamente porque no haya vivido nunca en grandes ciudades y no esté acostumbrada a ellas. Al contrario, creo que más parte de mi vida he residido en grandes núcleos de población que en pueblitos. 
Y sin embargo las grandes ciudades se me hacen cada vez más insoportables. El ruido del tráfico, ese transitar de la gente abarrotando las aceras sin mirarse unos a otros, como hormigas trajinando cada uno a lo suyo, cada día me resulta más ajeno a mi forma de ser y a mi necesidad de tranquilidad.
Siempre que estoy en el centro de la ciudad comparo el sonido a mi alrededor con el que tengo en mi jardín, incluso en mi pueblo. Nada que ver. Los frenazos de los coches, el tráfico insoportable, el murmullo de conversaciones que se van mitigando a mi paso según se alejan transeúntes que de nada conozco... El bullicio y el trajín del corazón de una gran ciudad silencia el sonido de los pájaros cuando los hay y oculta bajo un mar de ruido desagradable la preciosa melodía que yo escucho en mi jardín tan sólo con que se levante una pizca de viento!!
Y el olor? Madre mía qué diferencia... En mi jardín huele a resina de los árboles, a las hojas de los enebros, a rosas dulces y perfumadas, a tierra mojada.. y cuando llueve y se moja (porque siempre se moja a pesar de tener caseta), a un perro que me tiene robado el corazón. Huele a fresco por las noches y a madera caliente a mediodía. Allí solo percibo el detestable olor que exhalan los tubos de escape de los coches y tal parece que yo misma termino oliendo a lo mismo después de permanecer en la ciudad muchas horas.
A veces pienso si mi aspecto no evidencia que  vivo en un pueblo. Probablemente un observador perspicaz lo notaría. Mi falta de maquillaje; mi ropa sencilla y seguramente algo anticuada, sin duda no en la linea de lo que quiera que sea ahora la última moda que nin lo sé ni me interesa; mi cabello sin la actuación de peluquería que no sea un corte al mes; mis uñas demasiado recortadas para resultar femeninas...y mis manos y antebrazos, tatuados con mil rasguños y marcas conseguidos entre los aguijones de las rosas. Seguramente a poco se fijen en mí sabrían que la mujer que miran no es de ciudad  :) Sí, quizás además percibirían mi incomodidad allí porque es posible que cuando te sientes agredido por el medio que te rodea tu cara dibuje el desagrado.
Aún recuerdo mis años de urbanita convencida. Los años de locas carreras ya de noche desde la Facultad hasta la parada del autobús para lograr llegar a tiempo de coger el último. Mis compras que no eran jamás en los pequeños puestos de mercados ambulantes que voy ahora. Mi subir y bajar en ascensores para llegar al precioso piso dónde vivía pero que por muy precioso que fuera no dejaba de ser la celda de una colmena de dimensiones que hoy se me antojan poco humanas...
Pero eso era cuando se me moría cualquier planta que me regalaran y yo estaba convencida de que tenía "algo" en mí que me hacía incompatible con ellas jajajaja Lo que es la vida!! Aseguraba una y otra vez a mis amistades que las plantas y yo éramos incompatibles jajaja Ay...cuanto estaba por llegar!!
Aún recuerdo cuando todavía no había desarrollado sensibilidad alguna ante la Naturaleza y ésta era para mí únicamente aquello que despertaba mi curiosidad y que disfruté de niña chica durante los veranos y lo que rodeaba a mucha distancia la gran ciudad dónde vivía ya siendo una mujer joven. Lo que son las cosas... entonces no me fijaba ni me molestaban los coches, ni el odioso ruido del claxon accionado por conductores llenos de prisas por llegar a donde quiera que fueran. 
Quizás porque no sabía qué era levantarse y salir por la puerta de tu casa y escuchar la vida... la vida de pájaros, de insectos, de arboles, la vida que te rodea en un jardín. No sabía qué era usar autobuses cuyos conductores conoces a base de ser siempre los mismos durante años. Ni la grata sensación de volver a ver tras unas semanas de ausencia a una pasajera que suele acompañarte en tu trayecto y a quién aquí sí, te atreves a preguntar si ha estado enferma y ella te cuenta en detalle y tú escuchas como absorta lo que te cuenta con una sonrisa en la boca deleitándote de la oportunidad que tienes ahora de conocer a la gente que te rodea. 
En aquella época no sabía nada de la vida de los comerciantes de los establecimientos en los que compraba porque no eran como ahora, personas a las que conozco y que llegan a saber a base de ser clienta habitual tus preferencias y que no me gusta la fruta verde y te ofrecen, cuando hay, deliciosos albaricoques asegurándote que están "en su punto" y agregan tu nombre de pila tras la oferta 
—María, llévate unas pocas nectarinas, qué están estupendas esta semana — Qué lujo!!
Quién me hubiera dicho que no solo podía prescindir de todo lo que ofrece una ciudad a diario si no que buscaría mi alejamiento de ella!! 
Ya todo es distinto y mis preferencias se han transformado absolutamente. No, ya no se me hace imprescindible estar viviendo en medio de una ciudad. Prefiero el medio rural dónde el entorno no agrede en ningún sentido.
Mi jardín puede oler bien porque todo lo que lo rodea son árboles y montañas. Porque no hay contaminación o hay poca, que seguramente algo habrá... Porque está en un medio natural dónde poca intervención ha tenido el hombre en el paisaje.
Un medio rural tiene medidas alcanzables, medidas humanas... Claro que hay algún vehículo por las calles pero no ensordecen y claro que la gente transita por el centro de la población pero es gente a la que en su mayoría conozco aunque solo sea de vista. Y por supuesto que los sábados por la mañana se oye en el mercado ambulante a los hermanos que llevan el puesto de verdura que abastece mi despensa ofrecer a las clientas los espárragos que esa maana, a decir de ellos, están estupendos.  Y el reloj del ayuntamiento marca con su sonido las horas y las terrazas de los bares de la plaza están llenas de mesas dónde ya, con el buen tiempo, la gente toma su cervecita y su reglamentaria tapa. Por supuesto que no está en silencio pero lo que se oye a tu alrededor te permite hablar en un tono normal, sin gritar y puedes entenderte con quién lleves al lado sin pegar voces... qué distinto son los sonidos que me rodean en mi espacio vital!!
No, no soporto la ciudad!! Sé que son necesarias e incluso me ofrecen puntualmente servicios que me resultan imprescindibles como los relacionados ahora con mi salud pero llego siempre a casa con un nivel de saturación que se me antoja insoportable.
Como si quisiera despegarme del olor que traigo sobre mí siempre me voy a dar una vuelta por mi jardín al llegar antes siquiera de entrar en casa. Pasear por él es como ducharse, con el agua clara que al empaparte te limpia y te relaja...
He cerrado los ojos varias veces al bajar hacia el huerto para percibir en detalle el trajín de los pájaros en su lucha por la vida en busca de alimentos entre mis árboles y mis bancales. A mi paso la actividad incesante e incansable de cientos de insectos han sonado en mis oídos como la más hermosa melodía acompañada por el crujir de las ramas de los árboles al moverse y el sonido de mis propios pasos sobre la escasa y amarilla hierba ya que cubre los caminos. 
El sol en lo más alto pegaba fuerte y el sustrato de los bancales olía a caliente, a verano casi, a gramíneas secas que lograron librarse de mi limpieza de malas hierbas escondidas entre piedras o tras una mata de rugosas. Al entrar en el huerto una bocanada de aroma a tomateras ha llegado hasta mí... esto sí huele bien!! Me he dicho.
He ido allí a ver si hoy ya estaban en su punto. No hace mucho puse una malla antipájaros en el rincón del huerto dónde cultivo frambuesas, arándanos y grosellas y con la ilusión de que los tordos no se hubieran metido por el único agujero que aún no cubrí porque me quedé sin material he ido en busca de un bocado dulce y jugoso. 

Sí, por fin he logrado comerme un puñado de frambuesas y como ya hacía calor, he cortado unas hojas y las he refrescado con el agua de la manguera... Estaban buenas :) Pero sobretodo, allí sentada en el huerto, seguramente sin glamour ninguno, sobre el palet que hace las veces de escalera en tanto no hagamos una de piedra, he vuelto a sentirme en paz mirando mis rosas...pero sí, además, estaban buenas jajajaja

Deadheading: La eliminación de las rosas marchitas / poda de limpieza

Eliminar las rosas marchitas de nuestros rosales es una tarea que todos los aficionados a su cultivo hacemos habitualmente según se producen las floraciones. Es lo que en inglés se conoce como "Deadheading".
Además de constituir una labor que da un aspecto acicalado y limpio al arbusto, también anima a la planta a que vuelva a florecer.
Este asunto no parece presentar controversia. No así el modo de efectuar esta limpieza. 
Cuando el rosal ha producido sus flores y si éstas son polinizadas, engrosará su cáliz y la zona por debajo de los pétalos desarrollará lo que llamamos "escaramujos" o "Cinorrodones". Se trata del fruto el rosal y en su interior se encuentran las semillas que posibilitarán reproducirse al rosal.
Podríamos considerar de alguna manera que si dejamos las rosas secas sobre el rosal sin eliminarlas el rosal "considera" que ya ha cumplido su ciclo, es decir, que llegue a fructificar y formar semillas y por tanto ya no "tiene interés" en producir más rosas que a su vez formen escaramujos con semillas ya que ya las ha formado al no eliminarle las rosas secas.

Por el contrario, eliminarlas lo antes posible nos permite "engañar" al rosal haciéndole creer que ha fracasado en su proceso reproductivo y al no haberle permitido formar los escaramujos, gastará su energía intentándolo de nuevo con futuras floraciones para llegar a su meta final que es la formación de semillas para reproducirse.
Permitiendo al rosal que cumpla su ciclo, es decir, que llegue a fructificar es posible que el rosal siga produciendo rosas pero indudablemente lo hará en menor número ya que gastará su energía en la formación de unos frutos  que en este momento no deseamos.
Por tanto, la eliminación de forma continuada de las rosas marchitas ayuda y anima al rosal a ofrecer floraciones más adelante. Pero sepamos que no siempre la flor es polinizada. Cuando la rosa no llega a fertilizarse el pequeño tallo que la sostiene (Pedúnculo, cuando es una flor en solitario y pedicelo cuando se trata de un grupo de rosas) se seca y la flor termina por caer.
Así, aunque la razón principal por la que eliminamos las flores marchitas sea que el rosal conserve su energía no en producir frutos si no la formación de nuevas rosas, ésta no es la única.
Eliminando las rosas marchitas estamos eliminando escondites estupendos para todo tipo de plagas que se alimentan de ellos. Pero además, con este proceso de limpieza que bien puede calificarse de poda, en cierta medida también estamos favoreciendo la circulación del aire dentro del rosal al eliminar parte de su vegetación. Por tanto en alguna medida estamos evitando también enfermedades fúngicas.
Trips, tijeretas y muchos otros insectos prefieren lugares con materia en descomposición. Las rosas secas prendidas del tallo y los pétalos que caen alrededor de la base del rosal acumulándose en el suelo y formando a veces capas algo gruesas, son un lugar idóneo para estos insectos.
En todo caso, no hace falta aclarar que estamos hablando de limpiezas de rosas marchitas producidas en primavera y verano. No de las últimas rosas que produce el rosal al llegar al final de la estación.
Como en otros artículos hemos comentado, estas últimas rosas conviene no eliminarlas precisamente para favorecer que el rosal pueda cumplir del todo su ciclo y animarle en cierta forma a entrar en letargo. Podar estas rosas (que eso viene a ser lo que hacemos al eliminar vegetación) anima al rosal a seguir intentando fructificar y con ello a seguir emitiendo vegetación lo que puede ser peligroso en un momento ya del año en que es habitual que desciendan las temperaturas y este nuevo crecimiento no tendrá tiempo de llegar a madurar de manera que las heladas del invierno es posible que lo dañen.
Tampoco es el caso de rosales cuyos escaramujos especialmente hermosos queremos disfrutar como los que producen los rosales rugosa. Evidentemente si eliminamos las rosas marchitas, los escaramujos no podrán formarse.
Bien, pues si todos estamos de acuerdo en la conveniencia de eliminar las rosas según van marchitándose, en qué parece haber controversia? Pues en el modo de hacerlo
He tenido la curiosidad de buscar información en páginas especializadas y de pedir opinión a amigos jardineros preguntándoles sobre cómo lo hacen ellos. Al final he comprobado que cada maestrillo tiene su librillo, como tantas veces!!
He visto posturas de lo más diverso:

  • Especialistas en el cultivo de rosas que defienden acaloradamente que el corte cuando se elimina una rosa marchita debe efectuarse por encima de la primera o segunda hoja completa (normalmente se llama así a la hoja de cinco folíolos). 
  • También he visto quienes sostienen que debe realizarse justo por la parte baja del peciolo o pedicelo
  • Hay quienes incluso las eliminan con el método que podemos llamar "sin tijeras"... En fin, que el surtido de procedimientos es variado.

A mí, personalmente, las cosas demasiado rígidas no me gustan. Creo que a veces distintos caminos conducen a las mismas metas y afirmar de modo tajante que las cosas siempre deben hacerse de un modo determinado, además de erróneo constituyen a veces afirmaciones que son difíciles de llevar  a cabo.
Ni todos los rosales florecen del mismo modo (Los hay que florecen en solitario, los hay que florecen en grupo..). Ni todos los rosales presentan la misma dificultad para efectuarles esta limpieza (Está claro que no podremos eliminar con la misma frecuencia y facilidad las rosas de un arbusto de un metro que las de un trepador o un rambler que cubra una pared de tres o cuatro metros). Ni buscamos siempre los mismos resultados con ellos (En ocasiones no queremos que un determinado rosal se haga demasiado alto. Otras pretendemos lo contrario...) Ni están en el mismo momento de crecimiento (Si llevamos a cabo la afirmación de que debe cortarse cada rosa seca por debajo de una hoja de cinco folíolos en un rosal que se plantó hace solo unos meses, con cuatro tijeretazos nos quedamos sin rosal)... 
Por eso, porque las situaciones son tan distintas creo que las afirmaciones categóricas valen de poco. Y pienso que lo más acertado sería eliminar estas rosas ajadas dependiendo de estas variables. No siempre las eliminaremos de la misma forma ni en el mismo momento.
Indudablemente la altura a la que efectuamos el corte en el tallo tendrá unas u otras consecuencias en el crecimiento del rosal. Luego hablamos de ello.
Si os parece, voy a comentar primero algunas de las formas en las que efectuamos la limpieza de los rosales sin utilizar las tijeras
Son casos en los que no aplico en absoluto la regla de cortar por encima de una determinada hoja: En algunos de estos casos no estoy eliminando las rosa completamente, por ejemplo cuando uso la manguera pero sí limpio el rosal y le quito de encima todo ese material seco que tanto le afea.
En rosales trepadores con difícil acceso.
Un rosal trepador adulto puede alcanzar varios metros de alto. Suelen estar encaramados a pérgolas, cenadores o adosados a muros y acceder a todas sus ramas se hace imposible si no es con ayuda de una escalera. Como es normal este trabajo puede hacerse solo de vez en cuando.
Para cualquier jardinero es impensable estar cada pocos días con una escalera a cuestas y la limpieza de este tipo de rosales es imposible hacerla de modo tan frecuente y escrupuloso como uno arbustivo por razones obvias.
No obstante para casi todos nosotros es inaceptable mantener el rosal con todas esos pétalos oscuros y resecos colgando de sus ramas hasta que el viento o ellas solas, terminen por caer.
Por razones de higiene y salubridad, nuestra aspiración es que el rosal, presente lo antes posible un aspecto más limpio y aceptable y para lograrlo, muchos de nosotros usamos el chorro a presión de una manguera dirigido a las partes altas del rosal.
No es una limpieza de los tallos florales, por supuesto, pero sí de los pétalos secos, lo que resulta suficiente para que el rosal vuelva a lucir con buen aspecto al menos provisionalmente.
La manguera nos posibilita acceder a alturas que sería imposible a mano. 
Esta limpieza a base de agua no nos libra de la tarea de eliminar verdaderamente los tallos florales usando una escalera o el medio que esté a nuestro alcance para eliminar con tijeras los cálices ya sin pétalos. Pero al menos con la manguera quitaremos del rosal todo este material muerto que lo afea y lo pone en peligro de contraer enfermedades.
La pega (inevitable) es que el suelo alrededor del rosal termina lleno de pétalos lo que obliga a barrerlos. 
Otro caso en que la limpieza del rosal solo la hago de vez en cuando son los rosales rambler. Sería un trabajo de chinos ir cortando rosita por rosita según van ajándose así que cada dos o tres días con el chorro de la manguera dirigido hacia los grupos de rosas es suficiente para que los pétalos de las rosas que están marchitas caigan, dejando el resto del grupo que contiene capullos sin abrir y rosas aún frescas, en buenas condiciones. Luego, cuando puedo, elimino todo el grupo  de rosas, incluso a veces no puedo afrontar este trabajo y cuando ha terminado toda la floración elimino los grupos de rosas marchitas, ya enteros y con tijeras.

"Zarandear" un poco los grupos de rosas cuando parte de ellas están pasadas pero aún quedan capullos por abrir me resulta cómodo para renovar el aspecto de los rosales rambler. Un ligero movimiento de las ramas para que se sacudan y todos los pétalos secos caen volviendo a tener buen aspecto el rosal completo. Caerán solo los pétalos de las rosas secas permaneciendo en las ramas los capullos sin abrir y las rosas en buen estado.
Igual que en el caso anterior, de vez en cuando, cuando tengo un rato libre, quito con atención todos los grupos florales ya marchitos eliminándolos con tijeras para favorecer que haya más rosas más tarde..



Quitar pétalos con la mano. Suelo hacerlo en rosales de fácil acceso cuando no quiero pararme o no puedo actuar con las tijeras. Al menos les elimino el mal aspecto de las rosas secas. Pero especialmente lo uso en los rosales que florecen en grupo. Sabemos que mientras algunas de las rosas están ya pasándose, otras apenas están abiertas e incluso hay capullos que tardarán todavía unos días en abrir.



Eliminar casi a diario estas rosas que forman parte de un grupo con las tijeras supondría un trabajo demasiado minucioso que yo al menos solo podría afrontar si cultivara solo unos pocos rosales pero yo tengo en el jardín muchos híbridos de musk, floribundas...que florecen de esta manera, formando ramilletes. No puedo plantearme ir cortando con las tijeras rosa por rosa!! Creo que es más práctico aplazar la eliminación de todo el grupo para cuando todas sus rosas estén marchitas. Unos días solamente no es plazo suficiente para que el rosal forme escaramujos y malgaste energías que conviene dedicar a nuevas floraciones.
Luego, cuando tengo un rato libre me dedico a eliminar el grupo de rosas una vez todas abiertas.

No me gusta ver rosas secas en los rosales. En ninguno!! Así que es raro el día que no hago un paseo capazo en mano para limpiarlos. Pero además, no solo lo hago por razones estéticas si no porque a la larga, me ahorra tiempo de barridos del suelo que rodea los rosales. De esta forma, recogiendo con la mano los pétalos que están a punto de caer evito basura sobre la tierra. Si dejamos las rosas secas demasiados días terminan por caer ellas solas al suelo y al final, lo que te ahorras en trabajo de quitar rosas lo gastas en barrer.

Por cierto... cada vez que voy llenando el capazo pienso que las rosas son bonitas incluso cuando están todas juntas aunque sean marchitas. O no? Mirad!

Sin duda limpiar el suelo a veces es un trabajo que es inevitable, como el caso de los trepadores o cuando uso la manguera. Pero una cosa es barrer unos cuántos rosales y otra bien distintas tener que barrer la zona de alrededor de todos ellos.
Y por mucha pereza que nos dé, si los pétalos se van acumulando en el suelo, no deberíamos aplazar la limpieza del suelo mucho tiempo. Los pétalos húmedos por el riego terminan pudriéndose a los pies de los rosales y esto no redunda en beneficio de ellos en absoluto.

Como sabéis cultivo varios rosales rugosa. Me encanta la floración de estos rosales pero no podría decir que sus escaramujos me gusten menos que las rosas. El año pasado eliminé las rosas marchitas y dejé sin cortar para que hicieran escaramujo las últimas de la temporada. Esta temporada me gustaría aumentar el número de escaramujos que disfrutaré en otoño.

Este año quiero probar hasta qué punto van a seguir floreciendo aún sin eliminarles las rosas. De esta manera, las rosas que sean polinizadas desde la primavera estarán formando escaramujos lo cual imagino que aumentará el número de los que habrá en otoño. 
Seguramente reflorecerán menos pero creo que no me importará demasiado si a cambio puedo disfrutar de muchos más escaramujos en otoño. De manera que he decidido a ver qué tal resulta, ir eliminando los pétalos solamente para que los rosales tengan un aspecto limpio pero dejarlos como digo, el cáliz para que fructifiquen.



Otra forma de eliminar las rosas es hacerlo sin tijeras, a mano. No siempre vamos con las tijeras encima. Cuántas veces estamos paseando por el jardín y vemos un par de rosas pasadas? No sé vosotros, yo no puedo remediarlo. Es imposible dejar aquel colgajo prendido de lo alto de la rama!! No siempre vamos a desplazarnos en busca de las herramientas de cortar así que yo al menos, aplico una limpieza en plan "rápido" que es simplemente eliminar  la rosa sin tijeras, a mano. Que por cierto, luego termino el paseo con dolor de dedos tratando de apretar en el interior de mi puño todas las rosas que a mi paso he ido eliminando ajajjajaja


Esto debería de hacerse con cuidado de no producir rasgados del tallo. Lo mejor es asir con fuerza con dos dedos la base del cáliz de la rosa y con el resto de dedos tirar del peciolo (o pedicelo) hasta que éste se tronche. 




Pensemos que todo este pequeño tallo que queda no recibirá savia y morirá, es preferible por tanto que sea lo más corto posible para no estropear el aspecto del rosal con ramitas secas o muertas.


Y por último otro caso en que no aplico la famosa regla de cortar por encima de una hoja determinada: los rosales recién plantados. Como es lógico no han tenido tiempo de desarrollarse. Apenas si tienen unas ramitas que no levantan dos cuartas del suelo pero muchos de ellos ya presentan maneras desde que son bebés y se afanan en florecer aunque parece que a duras penas pueden con el peso de las rosas que producen. 
Este Rosa 'Pierre de Ronsard' apenas lleva unos meses en el jardín pero ahí lo tenéis, con una rosa del tamaño casi de un rosal adulto de su variedad y con más capullos por abrir. Está claro al menos para mí que no conviene quitarle demasiados tallos ni hojas, los precisa para hacer la fotosíntesis y seguir creciendo así que corto la rosa justo por debajo del peciolo. Sin más y sin eliminar hoja alguna que tan necesarias son en este momento para el rosal.


Como acabamos de ver no siempre eliminamos las rosas cortándolas por esta o aquella altura. Pero indudablemente tarde o temprano, tendremos que eliminar los tallos que han producido rosas aunque momentáneamente lo hayamos aplazado unos días con los sistemas anteriores que más que eliminar, adecenta el aspecto del rosal de forma rápida.
Es aquí dónde quizás pueden surgir más dudas a alguien que comienza en el cultivo de rosales. Tampoco en este aspecto tengo reglas taxativas. Por dónde corto? Pues depende... jajajaja Vamos a analizar un poco más esta labor.
El 'Deadhesading' del que estamos hablando además de favorecer la salud del rosal y nuevas floraciones no deja de ser una poda distinta de la habitual pero poda al fin y al cabo. Creo que es un buen momento la eliminación de las rosas para que "en paralelo" efectuemos a los rosales lo que se llama una poda de limpieza.
Esta poda de limpieza podremos efectuarla a lo largo de toda la temporada de floración, incluso más de una vez.
Y es aquí dónde a la vez que eliminamos las rosas muertas podemos dedicar de vez en cuando algo más de tiempo y mirar el rosal en su conjunto, cortando algunas ramas que den a la planta una forma equilibrada.

Creo que es una manera de mantener los rosales con formas más armónicas y de otra parte, como decíamos arriba, contribuye un poco a favorecer la aireación al eliminar algunas ramas junto con las rosas pasadas.
No se trata de la poda apurada del final del invierno. Ni mucho menos!! Pero sí conviene a la vez que eliminamos con tijeras las rosas ajadas, aprovechar para realizar algunos cortes allí dónde nos parezca que el rosal lo precisa.
No podría afirmar que cortar más o menos arriba favorezca en mayor o medida las nuevas floraciones. De manera que para mí, el hacerlo de un modo u otro depende más del crecimiento que en ese momento tenga un rosal, es decir, de la forma que ha adquirido y del grosor del tallo que dejo al nivel al que efectúo el corte. Luego me extiendo más en este aspecto.
De ahí que aunque lo de quitar las rosas con la mano, tronchando el peciolo es un sistema que mucha gente ha seguido de siempre porque es muy cómodo y rápido, yo sinceramente  le veo el inconveniente de que con esta forma de hacerlo no se "interviene" en la formación del rosal
Es decir, si unos tallos han crecido demasiado, sobresaliendo en exceso del volumen general del arbusto, quedarían a la misma altura una vez hemos cortado con las manos el peciolo que unía la rosa a él.
No digo que cada vez que corto con tijeras algunas rosas de un ejemplar efectúe esta poda de limpieza que antes mencionaba pero sí la realizo al menos una o dos veces durante la temporada de floración. Pondría un ejemplo que creo que es muy claro. Seguro que todos nos hemos fijado que nuestro cabello no crece igual y a la misma velocidad en unas zonas que en otras. Las patillas suelen hacerlo con más rapidez. Pues los rosales también tienen crecimientos dispares en algunas de sus zonas.
Voy a poner a modo de ejemplo de lo que comento un rosal que tiende a emitir algunas veces tallos que sobresalen bastante de la altura general del arbusto. De repente una o varias de sus ramas crece más que los demás y en su cima surgen un buen manojo de capullos. Se trata de Rosa 'Munstead Wood'. Si a la hora de eliminar rosas marchitas cortamos siempre a la misma altura tratando de aplicar una "regla" siempre igual, el arbusto quedará con una o varias ramas que sobresalen y lógicamente los siguientes vástagos que vayan brotando lo harán también a más altura que los que broten del resto de ramas de longitud normal.


Aun de forma más acusada le ocurre de Rosa 'Perle d´Or'. Es un rosal que resulta curioso en este sentido. En general tiene tallos no demasiado gruesos y su aspecto es frágil pero de entre medio de la vegetación surgen a veces tallos muchísimo más vigorosos que el resto y con un gran número de rosas en la cima que están a una altura muy superior al conjunto del arbusto.

Por tanto, parece lógico que aunque acostumbremos a cortar por encima de una hoja de al menos cinco folíolos, en este caso cortemos más abajo para igualar un poco la altura de todas las ramas.
La tan repetida regla de una hoja de al menos cinco folíolos no es que no tenga sentido. Lo tiene sin duda. Si nos fijamos, muchísimos rosales tienen hojas de tres folíolos en la parte superior de las ramas (La zona que va creciendo en último lugar) y según descendemos en el tallo las hojas son ya de cinco o siete folíolos dependiendo de la variedad. Descender en el tallo supone que hablamos de un grosor superior. Es decir, las hojas no verdaderas (las de tres folíolos) crecen en la parte del tallo más delgado.
Si siempre cortamos muy arriba del tallo debemos pensar que estamos favoreciendo que los siguientes brotes surjan también a esa altura del corte o ligeramente por debajo de él. 
Tendremos que tener muy claro que no brotará un tallo de mayor diámetro o grosor que el tallo del que surge.
Así pues lo razonable parece cortar no tan arriba que los nuevos vástagos sean tan delgados que no puedan sostener el peso de las siguientes rosas. Pero no tan abajo que eliminemos demasiadas hojas que el rosal precisa para realizar su fotosíntesis y seguir creciendo.
El punto en el que el tallo tiene un diámetro razonable para que el nuevo brote surja con fuerza y emita una rosa de buen tamaño sin que se doble, ese será aproximadamente el punto por dónde deberemos cortar para eliminar las rosas pasadas.
No debemos perder algo importante de vista. Es el hecho de que es preferible cortar siempre por encima de una yema que esté orientada hacia el exterior del arbusto y no hacerlo demasiado lejos de ella. Hacerlo sobre una de la que se emita una rama hacia el interior es quitar luz y ventilación al rosal. Además de afear su aspecto.
Si queremos ya rizar el rizo debería decir que el corte debe ser ligeramente inclinado hacia fuera de la yema para evitar que el agua rebose hacia la axila. Pero que queréis que diga? Reconozco que con vértigo, encaramada a una escalera a la que me aferro como un gato porque estoy temiendo ir al suelo.... siempre me cercioro de que el corte tiene esta o aquella inclinación? Pues no, la verdad. Para qué voy a mentir. Corto por dónde puedo. Ya me doy con un canto en los dientes si logro llegar a todas las ramas que pretendo!! jejeje
 
En todo caso no es cuestión de acercarnos desde el inicio al rosal y eliminar las rosas. Yo prefiero alejarme un poco, ver la planta en su conjunto. Observar su forma y así sé cuando me dispongo a eliminar las rosas secas, si tengo que eliminar además alguna rama que sobresalga o que descompense el aspecto global. Es preferible usar esta labor de poda para ir conformando el crecimiento del rosal en la forma que nosotros busquemos o que convenga con relación a las plantas que lo rodean e incluso "conducir" con esta poda el nuevo crecimiento en la dirección que nos interese.
Como siempre repito, lo mejor que podemos hacer para cuidar bien nuestros rosales es observarlos. Ver cómo crecen, de qué manera florecen, qué grosor de tallo es suficiente para que la rosa se sostenga... Indudablemente según pasan las estaciones sabremos más de cada variedad de rosal que cultivemos. Todos no tienen el mismo comportamiento. Y la experiencia nos hará tener seguridad para elegir una u otra altura de corte dependiendo de nuestro rosal.
Os puedo comentar que suelo hacer anotaciones de las podas que realizo a mis rosales. Son cuatro apuntes sobre qué tipo de poda he aplicado a cada rosal que no me lleva más de un minuto el hacerlos. Igualmente anoto también algunos comentarios sobre esta poda de limpieza de algunas variedades.
Pretender acordarse de memoria de lo que hicimos la primavera pasada, al menos para mí es imposible. Estas anotaciones me resultan de suma utilidad para seguir aplicando las mismas técnicas o, si veo que no han dado resultado, variarlas.
Si el rosal está creciendo año tras año en la forma que uno desea y está floreciendo magníficamente, está claro que estaremos usando una técnica de limpieza adecuada. Sea la que sea. Sea por encima de la primera hoja de cinco folíolos o por debajo de la segunda.
Sí debemos saber algunas "reglas" de crecimiento y floración que pueden ayudarnos a elegir el punto adecuado para hacer los cortes.
Cuánto más abajo cortemos más fuerte será el vástago que surja de este corte (de las yemas cercanas por debajo del corte). La siguiente floración tardará algo más en producirse porque el rosal precisará de más tiempo para emitir sus nuevos tallos. Las nuevas rosas tardarán más también en formarse y abrir pero serán más grandes y probablemente sean también en menor cantidad. Es decir, que el tamaño de las rosas futuras estarán en proporción al diámetro de las ramas de las que brotan. Cómo hemos dicho hace un instante, si cortamos muy arriba, por una zona en la que la rama es muy delgada, los brotes que surjan de ella serán ligeramente más delgados y seguramente no producirán rosas tan grandes como si el corte lo realizamos algo más abajo dónde la caña sea de mayor diámetro.
También deberíamos tener presente que debemos dejar suficiente follaje en el rosal para que pueda producir las siguientes floraciones.
Otro aspecto que seguramente vosotros habéis observado en vuestros rosales es el hecho de que no es excepcional que las primeras rosas de la primavera surjan sobre hojas de tres folíolos. Por el contrario las que se producen en momentos más avanzados de la temporada suelen ser sobre hojas de cinco o siete folíolos. Sin duda esto no puede afirmarse de forma rigurosa, hay excepciones de todo tipo pero en general suele ser así.
No quiero terminar este artículo sin comentar que si nos interesa reducir un poco el tamaño de un rosal que ha llegado a más altura de la que queremos hacer una liminación de las rosas secas a mano como explicábamos en la parte inicial de este post, no nos ayudará a controlar su tamaño. Al contrario, el nuevo crecimiento comenzará muy poco por debajo de dónde se corta y por tanto es de prever que el rosal siga ganando altura a lo largo de los meses que seguirán a la primera floración.
De todos modos sepamos que lo de "controlar el tamaño" de una planta mediante poda siempre es relativo. Las plantas tienden a convertirse en los que son por naturaleza y la poda excesiva solo termina en una reducción muy provisional del tamaño de una planta pero a la larga, estamos fomentando un crecimiento mayor con las podas muy apuradas.
Es preferible buscar mucha información sobre un rosal antes de plantarlo en nuestro jardín y asegurarnos del tamaño que alcanzará en la madurez. De lo contrario, deberemos estar siempre podadora en mano y estaremos a la vez desnaturalizando el crecimiento de esa variedad no permitiendo que luzca según su tendencia natural que es la que proporciona belleza a los rosales.
Aunque al menos en la zona dónde está mi jardín no he tenido nunca este problema sí quiero mencionarlo aquí. Hablo de los barrenadores o taladros del rosal (insectos que penetran en el interior del tallo, comen su médula y van escarbando en su interior una galería mientras descienden llegando a poner incluso huevos en su interior a la vez que el tallo va muriendo progresivamente). Se trata de una peligrosa y verdadera plaga.
Según tengo entendido quienes la padecen en sus rosales tras la poda sellan los tallos con, masilla, pasta cicatrizante o una simple cola blanca (que aguante el agua para que con la lluvia no desaparezca).
Afortunadamente ya digo que no he visto de momento estos simpáticos visitantes en mis rosales pero no quiero pensar en el trabajazo que supone ir sellando corte por corte. Pardiez! Pardiez!! :S
Termino con algunos comentarios sobre esta poda de limpieza en rosales trepadores. Hablo de trepadores y no de rambling, eh!
Seguro que habéis comprobado como vuestros rosales trepadores una vez han emitido la primera floración es frecuente que comiencen a formar largos tallos que sobresalen de la estructura a l que suelen estar sujetos. 
A mí me da una rabia increíble. Te ocupas cuando haces la poda de febrero de atarlos bien, de que estén bien distribuidas todas sus ramas... y tan pronto termina la primera floración empiezan a crecer como locos!! Muchas veces vemos el rosal con ese aspecto de enloquecido y no estamos seguros de qué hacer con esas ramas que recién han salido.
A ver, cada jardinero tenemos nuestra forma de actuar y formas distintas a veces dan buenos resultados. Os explico qué hago yo sin decir que sea lo que necesariamente se tiene que practica. Está claro!
También en el caso de los trepadores hay diferencias. Tengo rosales trepadores que emiten sus flores en el final de tallos cortos. En ese caso corto poco y dejo suficiente tallo par que tenga algunas hojas.

Pero tengo otros que ya de por sí emiten las primeras flores en el final de tallos muy largos. Si cortara muy arriba, muy cercano a la rosa, los siguientes tallos que surgirán y que estamos comentando que salen disparados hacia fuera del arbusto, lo harían ya a una distancia excesiva del rosal con lo que estaría ayudando a que fueran aún más largos y sobresalieran más.

En esos casos el corte lo efectúo más abajo, más cerca de la rama principal. De las yemas que hay en las axilas de las hojas que dejo brotarán las nuevas ramas, y si el rosal es refloreciente, algunas presentarán rosas en los siguientes meses.

Quiero comentar también un caso muy frecuente cuando cultivamos un trepador. Es el de un ejemplar que aún no ha llegado a ocupar toda la zona que queremos que cubra.
Son rosales que todavía no han tenido tiempo de desarrollar toda su estructura así que a la hora de eliminar estas rosas pasadas podemos aprovechar para ayudar a que crezcan de la manera que nos conviene.
Mientras no van brotando desde abajo nuevos vástagos fuertes y largos que vayan cubriendo la zona, provisionalmente lo que hago es fomentar el crecimiento de determinadas ramas para que cubran zonas de la pared. Más tarde, en una o dos temporadas, el rosal ya tendrá ramas suficientes desde el suelo para colocarlas en forma más o menos de abanico y que tapen la pared o el soporte sobre el que crece. 
Si una de las ramas principales ha emitido rosas en su final, está claro que por ahí no va a seguir creciendo. Si me interesa que esa rama alcance una altura mayor o siga creciendo en determinada dirección, lo que hago es usar la última rama lateral que llevaba flor para convertirla en la prolongación de la rama principal tumbándola en el mismo sentido que llevaba ésta.
No sé si me explico. Esta última rama floral, la que está más próxima al extremo superior de la rama principal, no la corto muy abajo al eliminar la rosa que tiene. La corto lo imprescindible de manera que el largo de esta lateral me sirve para dejarla crecer y que se constituya en "la prolongación" de la rama principal de la que ha brotado. 
Cuando de las yemas de esta lateral van brotando ramas largas en verano/ otoño, las uso para ir rellenando la parte de pared, pérgola o lo que sea que me interese.
A ver si se entiende mejor con esta imagen. Yo creo que sí.

Vemos por tanto que lo que parece una simple limpieza de flores secas es mucho más. Un modo de conservar la salud de nuestros rosales; una labor que los ayuda a volver a emitir más flores pero además también una oportunidad para ir guiando el desarrollo del rosal de la forma que deseamos.
Espero que os haya parecido interesante este artículo. Que tengáis buena tarde, amigos!!
María.
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Los bancales del huerto en mayo

Me gusta estar en el huerto en mayo. Ya no me produce tanto desasosiego como hace un par o tres de años. Le voy cogiendo el tranquillo al agua que precisan las hortalizas, a la cantidad de plantones que debo poner de cada variedad... Ya sé como crecen, cuánto llegan a ocupar las matas al llegar al tamaño de adultas, sé lo que producen aproximadamente.
El primer año fue un "sinvivir". O me pasaba o no llegaba. Recuerdo que no tenía ni idea de cuántos frutos producía una tomatera, una mata de pimientos o simplemente unas berenjenas. Puse tantas "piparras" (guindillas vascas) que obligaba a todas mis visitas a salir de mi casa con una buena ración de ellas. Quisieran o no!! jejejej No salían si no era con una bolsa de guindillas!! Tal como lo cuento. En cambio los pimientos se me quedaron escasos y eso no fue lo peor. Mi desconocimiento me llevó a plantar juntos pimientos y piparras con lo que los pimientos salieron todos picantes. Un desastre...
Si nunca habías visto crecer unas matas de berenjenas...a cuánta distancia se ponían? No tenía ni idea así que había hortalizas que se pegaban codazos cuando empezaron a crecer y otras que tenían un mar de tierra alrededor.
Ya he visto que los calabacines, calabazas, pepinos....precisan espacio y no puedes escatimárselo porque al final si no se lo das acaban por volcarse sobre las vecinas.
Bueno, ahora no es que sea ninguna entendida porque sigo teniendo una buena dosis de ignorancia sobre casi todas las cosas del huerto pero ya no en el nivel del principio. Tres temporadas, ganas de aprender, ilusión y mucha observación te llevan sin quererlo a una familiarización con estas preciosas plantas que son las que cultivamos en nuestros bancales, y este conocimiento a la vez te da tranquilidad. Ya no me muevo tan a ciegas. Sí, tengo que consultar muchísimas cosas todavía pero afortunadamente cuento con gente que me ayuda y me ofrece su valiosa información.
Quizás por eso me gusta más estar ahora en el huerto. Está lindo... a principios de abril lo puse en funcionamiento y puse los planteles en los bancales. Las hortalizas están ya crecidas y emanan un aroma tan rico. Mientras iba limpiando las malas hierbas al acercarme a las hojas de las tomateras era una verdadera gozada aspirar y notar su aroma!!
La tierra de los bancales poco a poco se cubre de verde y de no haber sido por una gran tormenta de granizo que cayó hace unos días estaría aún más bonito pero así y todo, no está mal.
Es verdad que lleva su trabajo. Esta tarde me he dedicado a podar las tomateras. Ya sabéis, quitarles los brotes que surgen en las axilas de las hojas para que crezcan como trepadoras sin demasiadas ramas que impidan una buena ventilación. He entutorado el tramo que han crecido durante la semana y he hecho una buena limpieza de hojas enfermas, deterioradas...
En fin, lo he adecentado un poco y como todo lo que está recién limpito, resulta con un aspecto pulcro y cuidado. Dura poco así porque mañana mismo vendrán los tordos, los rabilargos, gorriones... y harán de las suyas en los bancales. Unos picoteando dónde no deben, otros escarbando la tierra y desperdigándola fuera de su sitio. Bueno, no pasa nada... eso en parte es el huerto. Algo vivo, lleno de seres que actúan sobre él. En todo caso aportan riqueza y son unos buenos ayudantes junto con los insectos para polinizar unos y para eliminar plagas otros...
Cuando he terminado mi trabajo me he sentado un buen rato a mirar como hago siempre que termino una labor. Es el modo que tenemos de disfrutar los jardineros de nuestro trabajo. Acicalado, ordenado, te dices que ha merecido la pena el trabajo que has echado en él. Y he pensado que introducir rosales en este espacio ha sido un buen acierto. Sí, me gusta la mezcla de hortalizas y rosas!!
Está sano de momento. Y lo mejor, te sientes orgulloso porque procuras mantener esta salud a base de aportar riqueza a la tierra y de usar exclusivamente productos que no dañen el medio ambiente a la hora de luchar contra enfermedades y plagas. Cuesta más? Yo creo que no. A la larga no...y en definitiva esas son las hortalizas que vas a poner en tu mesa y que vas a dar de comer a los tuyos. No, no quiero químicos en mi jardín y mucho menos en mi huerto. 
Las cosas se pueden hacer de modo razonable, con respeto por la fauna que vive en el jardín y por la tierra dónde ahondan las raíces las plantas y que van a generar los frutos que comerás. Yo no me gano la vida con el huerto, ni aspiro a grandes producciones. Me conformo con poder hacer el gazpacho casi diario que tomamos el verano, unas riquísimas berenjenas de piel blanca como la nieve fritas y rebozadas con una deliciosa miel de flores...no aspiro más que a eso, a disfrutar saboreando unas hortalizas que han crecido en un suelo que no tiene más que lo que tiene que tener la tierra, agua, vida, microorganismos, fertilizantes naturales... y claro, así saben. Los tomates saben a tomates y huelen a tomate!! 
Mientras miraba me he dado cuenta que en una diminuta matita de tomates que compré había un par ya maduros. Qué gusto simplemente lavarlos con el agua de la manguera (a veces ni eso) y sentir como estallaba la piel en mi boca... ricossssss!! Y hacerlo con seguridad porque sabes que sobre ellos no hay nada que pueda dañarte.
Es verdad que son más feas estas hortalizas que las que compramos en el super pero no tienen punto de comparación en aroma y sabor. Y además, son mías, las he cultivado con mis manos y con mi trabajo y eso me hace sentir muy bien!! ;)

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