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Comienzo a trasplantar los rosales antes de que termine el invierno

Mañana iremos a pasar el fin de semana al nuevo jardín y he querido aprovechar para llevarme allí algunos de los rosales que tengo plantados en el jardín actual, el pequeñito. Así podré plantarlos el sábado en El Jardín de la Alegría.
Me tengo que llevar en total cinco rosales. Uno de ellos, Rose de Rescht,  lo tengo plantado en un buen macetón así que este no representa problema alguno. Los otros son un Mme. Isaac Pereire, un Sally Holmes, un Lady of Megginch y un Perennial blue. Todos ellos los planté el invierno pasado en mi jardín de modo que son jovencitos. Era de prever que no tendrían grandes raíces y como la parte aérea tampoco se ha desarrollado de modo exagerado ya que ha sido solo una temporada de cultivo en mi jardín, no debía ser un trabajo demasiado complicado la extracción de ellos.
Nunca había trasplantado un rosal así que he comenzado el trabajo con cierta precaución. Mi amigo Santiago Mendoza ya lleva días asesorándome de cómo afrontar con detalle la labor así que con sus buenos consejos de siempre nos hemos puesto manos a la obra sin muchos miedos. Es lo que tiene contar con la ayuda de los amigos jardineros que con paciencia y generosidad te informan detalladamente de procesos que no has afrontado antes. Esta tarde me he acordado muchas veces de él mientras hacíamos el trabajo y ha sido tanta la tranquilidad que me ha dado el contar con sus consejos que desde aquí quiero agradecérsela profundamente. Gracias, Santiago. Es usted una verdadera joya!!!
También quiero agradecer a Pilar Bueno su gran apoyo y su asesoramiento en muchos problemas que me veo obligada a afrontar en mi nuevo jardín. Lleva tiempo ofreciéndome su ayuda generosamente y aguantando mis mil preguntas. jajjaa
Hemos comenzado por el Mme. Isaac Pereire. Un rosal que planté a raíz desnuda el invierno pasado y que ha desarrollado ya durante su primera temporada en mi jardín unas cuantas ramas largas sobre las que la temporada que viene debería de florecer. 
Me daba pena cortar estas ramas antes de comenzar. Era como perder cualquier posibilidad de verlo en flor esta primavera. Lo lógico hubiera sido podarlo bastante teniendo en cuenta que parte de las raíces que ahora tenía iban a cortarse y que el conjunto de ellas no podría "sostener" la actividad de toda su parte aérea. Pero no lo he hecho en la esperanza de poder sacar el cepellón prácticamente intacto.
Estos días de atrás podé un poco estos rosales que tenía pensado desenterrar hoy. Le corté las puntas para favorecer el rebrote de las ramas pero no practiqué una poda severa. Dónde tengo pensado plantar este rosal quiero guiarlo como un trepador así que me interesa tener creada la estructura de ramas largas lo antes posible.
Quizás hubiera sido lo ortodoxo y a pesar de que haberlo podado bastante hubiera facilitado las cosas en algo a la hora de extraerlo, ya digo, no lo he hecho y he dejado para luego la decisión de podarlo más. Al fin y al cabo he pensado que una vez extraído de la tierra siempre estaba a tiempo de podar más severamente. Y si me salía bien la "jugada" no me habría cargado el crecimiento de las ramas del año anterior que son sobre las que tiene posibilidad de florecer esta próxima temporada, con lo que esta primavera probablemente tenga alguna rosa. Eso quiero pensar o lo mismo es solo mi deseo pero como la esperanza es lo último que se pierde..
Bueno, como decía he probado a ver qué tal salía el primer rosal que teníamos que quitar de tierra..
Lo primero que hice ayer fue regar bien en profundidad la tierra alrededor del rosal para que hoy fuera más fácil sacar el cepellón lo más entero posible. Antes de empezar he vuelto a regar.
He desfoliado el rosal para reducir la deshidratación

Con bridas de plástico he atado las ramas lo más juntas posibles para facilitar la labor.
Nos hemos servido de dos palas planas. Con la punta hemos ido formando un círculo alrededor del cepellón, ahondando la pala todo lo que hemos podido para que cortara el cepellón lo más profundo posible. Este círculo lo hemos hecho lo mas alejado posible para cortar la menor cantidad de raíces que hemos podido. 
Como se ve en estas fotografías hemos ido clavando la pala todo alrededor, formando un círculo.
Haciendo palanca con las dos palas hemos comprobado que el cepellón entero se movía y que no ofrecía resistencia alguna, lo que quería decir que ya casi no estaba sujeto al suelo.
Con las palas hemos ido ahondando más y más de manera que las íbamos metiendo bajo el cepellón del rosal.
Mientras mi marido sujetaba con las dos palas el cepellón para que no se abriera y la tierra no se despegara de las raíces yo, con mis propias manos, he comprobado metiéndolas por debajo del cepellón que no había raíz ninguna que uniera el rosal con la tierra. Al tacto he notado que había una raíz gruesa que se ahondaba en la tierra y la he cortado con una podadora.
Y por fin nos hemos asegurado de que el cepellón entero estaba totalmente suelto. Hemos usado la pala de punta (que es más ancha que la recta) a modo de "cuchara" por debajo del cepellón para sujetarlo por abajo, manteniendo la pala recta en uno de sus lados para que la tierra que rodeaba las raíces no se deshiciera y no se dañara el sistema radicular de la planta. 

Como el suelo estaba bien mojado, la tierra que formaba el cepellón se ha mantenido compacta en todo momento y ya solo hemos tenido que mover el rosal con su cepellón del arriate dónde estaba plantado hasta un plástico grueso doble que teníamos preparado
Y aquí está el Mme. Isaac Pereira ya extraído del lugar dónde se ha cultivado este último año. Como puede verse al ser el rosal jovencito y al estar la tierra en un estado estupendo para que no se deshiciera el cepellón hemos logrado sacarlo prácticamente intacto.

De hecho si se observa el hueco que ha dejado el rosal no vemos demasiadas raíces. Es decir, que no hemos cortado demasiado de las raíces gruesas que son las que anclan al suelo la planta y guardan en su interior las reservas que permitirán vivir al rosal hasta que brote de nuevo.

Podemos ver aquí las raicillas finas (Que son las que absorben el agua y las sales minerales del suelo y que son necesarias para que el rosal produzca su alimento) y las gruesas (Que son el soporte de la planta, es decir, su anclaje y fijación al suelo y que aún siendo importantes no lo son tanto como las finas a la hora de trasplantar y que el rosal sufra lo menos posible). Las raíces finas me importaba más que no se vieran afectadas, que se conservara la mayor cantidad posible de ellas porque en la medida en que esto fuera así será más fácil que le rosal se recupere del trasplante, que al fin y al cabo siempre trastorna a la planta un poco. Al no haber eliminado casi ninguna raicilla fina el rosal tendrá la posibilidad de comenzar enseguida a nutrirse y a volver a la actividad vegetativa sin demasiada merma y por tanto con casi normalidad.



Sin perder un segundo hemos envuelto el cepellón en el propio plástico anudando sus extremos para cubrirlo bien. 
El rosal Mme. Isaac Pereire conservaba la etiqueta del vivero de David Austin pero otros de los rosales que hemos desplantado esta tarde no la conservaban así que provisionalmente, con lo primero que tenía a mano (una bolsa de plástico de las que se usan en los archivadores y una brida de plástico para atarla al rosal) he confeccionado unas etiquetas con el nombre de la variedad escrito con rotulador indeleble (para que aunque se riegue no se diluya la tinta) para que luego, al plantarlos no hubiera problemas de confusión. 
Para asegurarme aún más de que hubiera la menor deshidratación posible hemos metido el rosal envuelto en plástico negro dentro de una bolsa de plástico también de las de basura, normales.

En estas condiciones creo que los rosales pueden permanecer perfectamente hasta el sábado que se planten. La tierra estaba totalmente hidratada y aún hace frío así que no tendrán falta de agua.
De haber tardado más en poder plantarlos hubiera sido necesario envolverlo mejor pero en mi caso creo que esta forma hay suficiente.
De otra parte si hubiera visto que el cepellón se deshacía al moverlo hubiera envuelto con cuerda la bolsa que lo envolvía para mantenerlo compacto pero tampoco ha sido necesario. El cepellón como dije antes, ha salido totalmente entero, como un flan...
Estoy muy, muy contenta de cómo se han extraído de la tierra los rosales. Creo que van a sufrir lo mínimo porque ni sus raíces gruesas ni las finas han sido prácticamente afectadas de manera que espero que no tarden mucho en recuperarse en su lugar de destino. 
Al final me he decidido a no podarlos más. Pienso que con el recorte que les he practicado antes de comenzar a extraerlos hay un equilibrio entre su parte aérea y el cepellón con raíces que he sacado.
Me ilusiona pensar que en breve puedan darme alguna rosa tan hermosa como las que me dieron el año pasado.
Mme. Isaac Pereire

Lady of Megginch

Sally Holmes

Perennial Blue

Rose de Rescht

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