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Los alrededores. Colmenar de Arroyo un pueblecito con un fortín de la Guerra Civil Española (El Blockhaus-13)

Hoy traigo en este artículo un tema que nada tiene que ver con jardines ni con la jardinería.
No deja de ser curioso como persisten formando parte del paisaje restos del pasado, como permanecen a veces en un jardín los troncos de los árboles muertos.
 

En su momento formaron parte de él, influyeron y condicionaron lo de alrededor y aunque hoy estén muertos, la huella que dejaron es indeleble, como lo fue en su día las consecuencias de la triste contienda que padeció nuestro país y que dio lugar a restos arqueológicos como el que os traigo hoy.
El otro día estuvimos dando una vuelta por los pueblos cercanos de la zona dónde vivimos, la Sierra Oeste de Madrid. No conocía Colmenar de Arroyo y la verdad es que me pareció un pueblecito lindo y bien cuidado de poco más de 1300 habitantes.
Nos acercamos allí ya por la tarde, cuando remitió un poco el calor. La idea era visitar una construcción militar bastante singular y que forma parte del Plan de Yacimientos Visitables de la Dirección General de Patrimonio Histórico.
Al paso por la carretera M-510 en dirección a Navalagamella lo habíamos visto muchas veces pero el otro día quisimos visitarlo por dentro.
Se trata del Blockhaus-13, un fortín que data de finales de 1938 construído por el ejército Nacional para hacer frente a posibles incursiones del ejército de la República en la zona en la que se había desarrollado la batalla de Brunete durante el terrible enfrentamiento de la Guerra Civil Española.

Es una construcción que deriva de modelos de arquitectura militar de la Primera Guerra Mundial y el planteamiento inicial fue la construcción de 22 fortines para controlar la zona de carreteras que comunicaban las localidades de Navas del Marqués, Santa María de la Alameda, Valdemorillo, Navalagamella, Robledo de Chavela y el Escorial pero la finalización de la Guerra paralizó la construcción de alguno más de los que se iniciaron sin llegar a terminarse ninguno salvo éste.
La sensación una vez dentro fue ambivalente. De una parte imaginé hombres y pertrechos amontonados allí mismo, sobre las paredes encaladas que estaba viendo en aquel mismo momento mientras recorría su interior.  Traté de crear el escenario: miseria, miedo y probablemente soledad infinita. Imaginé también el escenario de aquel entonces fuera, recorriendo las carreteras cercanas vehículos conducidos y abarrotados de otros hombres con la misma miseria, el mismo miedo y la misma soledad, los del bando contrario.
La realidad ya afortunadamente era otra bien distinta. Y no tardaron en desvaneceser mis pensamientos al escuchar las voces de un grupo de muchachos seguramente en los primeros años de Facultad, que debatían entre ellos, sentados sobre las cúpulas del fortín mientras merendaban.
Curiosamente atendí sus conversaciones y me pareció tan hermoso que devatieran sobre política sin enfrentamiento alguno que no fuera el fervor propio de la juventud!! No analizaban de la misma forma los últimas elecciones celebradas en nuestro país; sin embargo ello no impedía que disfrutaran amistosamente de sus bocadillos y unas latas de Coca-Cola. 
La edificación, como un árbol viejo y muerto ya, sostenía la vida fuerte y vigorosa de lo joven como lo hace un árbol viejo y muerto que deja crecer sobre sus ramas una clemátide o un hermoso rosal.  Puede que alguno de los bisabuelos de aquellos muchachos formaran parte del escenario en 1938. Hoy, sus biznietos con naturalidad en la discrepancia se relacionan en la más absoluta normalidad.
Una sesión de fotografía y regresamos a nuestro vehículo aparcado en una sombra. Al arrancar el motor sentí una estupenda sensación viendo alejarse a los chavales que seguían gesticulando por el camino, con vehemencia pero sin pertrechos!! ;)

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