El uso de sales de Epsom (sulfato de Magnesio) como fertilizante en el jardín

Aunque en nuestro país no es muy frecuente que los jardineros usemos las sales de Epsom, no es así en absoluto fuera de nuestras fronteras. El sulfato de magnesio (que en realidad es lo que son estas sales) viene usándose desde hace generaciones en jardinería y en concreto, se suele aplicar más a rosales, tomates y pimientos por infinidad de jardineros británicos y estadounidenses.
Es mucho más conocido el uso de estas sales para hacer baños de pies y para (dicen) curar ciertas dolencias que aplicadas en jardinería. Por cierto, en cualquier farmacia podréis encontrarlas  a la venta pero yo os aconsejaría que las adquiráis en distribuidores de productos de jardinería porque os van a resultar mucho más baratas.
Es cierto que resultan un tanto difíciles de encontrar en viveros y establecimientos del ramo, precisamente porque no son demasiado conocidas aquí. Por si alguno de vosotros ve imposible comprarlas en su zona os puedo facilitar el enlace a un establecimiento de renombre aquí en Madrid dónde no solo encontrareis sales de Epsom si no muchos otros productos difíciles de localizar. Se trata de Manuel Riesgo S.A. ahí las podréis adquirir al precio (a fecha de hoy) de 5,95 € el kilo. Como podéis comprobar, es un producto quizás algo difícil de localizar pero absolutamente asequible. Tienen servicio de envío a cualquier parte de España y no son nada caros en los portes. Por cierto, más rápido, imposible!!
Advierto que me temo que este será un artículo no muy divertido para alguno de vosotros jajajaja pero a riesgo de que alguno lo considere así, creo que el tema de hoy puede ser interesante para otros muchos jardineros.

Veamos antes de nada qué son las sales de Epsom.

Se trata de sulfato de magnesio heptahidratado altamente soluble en agua. Los primeros suministros subterráneos del sulfato de magnesio se descubrieron en una zona de Inglaterra, Epsom (de ahí su nombre) durante el Renacimiento. Y el que lleve la palabra sal en su nombre común no tiene nada que ver con su composición, no es químicamente en absoluto una sal, simplemente es por la semejanza física (pequeñas partículas blancas cristalinas) que se asemejan a la sal de mesa (Cloruro sódico).
Así su composición química es:
- 13% de azufre. Un elemento que difícilmente falta en los suelos.
- 10 % de magnesio
Es el momento de la poda en muchas zonas de España y lo normal es comenzar a poner en marcha nuestro calendario de nutrición para nuestros rosales. Recordemos que calcio, magnesio y azufre son los tres elementos que son considerados como nutrientes secundarios para las plantas. Y se llaman secundarios no porque tengan una importancia secundaria comparándola con los primarios (Nitrógeno, Fósforo y Potasio) si no porque las plantas los precisan de ellos en menor cantidad. Pero un déficit en cualquier nutriente secundario es tan importante como una carencia en uno primario.
El magnesio interviene en muchos procesos de síntesis proteínas, ayuda en la activación de muchas de las enzimas en las células e interviene en la síntesis de proteínas pero sobretodo, el magnesio formar parte del núcleo central de la molécula de clorofila (se trata del pigmento que da el característico color verde a las plantas y mediante el que se lleva a cabo el proceso de la fotosíntesis).
Algunos nutrientes se dice que tienen más y menos “movilidad” en las plantas. El magnesio es un nutriente con gran movilidad, de ahí que un cultivo deficitario muestre primero su sintomatología en las hojas más viejas primero. La planta, sometida a una carencia de este elemento, envía todo el magnesio disponible al tejido que en ese momento tiene activamente en crecimiento. Según van madurando las hojas cada vez más cantidad de magnesio se inmoviliza al incorporarse a la pared celular. Si en este momento no se hacen aportaciones de magnesio la clorofila se degrada dando lugar a los típicos amarilleamientos de las hojas. En tanto la carencia va en aumento, las zonas entre las venas tiende a presentar de forma más clara esas clorosis que comentamos mientras que las venas permanecen verdes.
En casos extremos y graves las hojas pueden llegar a presentar zonas de necrosis.
Hay que recordar también que la capacidad de absorción de un nutriente por las plantas, no está en relación siempre con su presencia o no en el suelo. En ocasiones, existiendo un elemento en él, la planta, debido a otros motivos, no tiene capacidad de absorberlo. Y no solo eso, la asimilación de un elemento está en estrecha relación con la presencia de otros en el suelo. De ahí que la química del suelo sea un asunto de difícil comprensión para quienes no  somos más que meros aficionados y que sea aconsejable toda la cautela del mundo a la hora de aplicar a tontas y a ciegas elementos que no tenemos seguridad que nuestro suelo necesite.
A veces es la demasía de un elemento lo que imposibilita a las plantas la asimilación de otro. El metabolismo de magnesio de las plantas está estrechamente relacionado con el metabolismo de otros nutrientes por parte de las plantas. En las plantas deficitarias en magnesio, sin embargo, no es inusual que las órganos vegetativos tengan más fósforo que los de plantas sanas. Al mejorar los niveles de magnesio se tiene un efecto positivo no solo en la extracción y transporte de fósforo sino que también en la concentración de fósforo en las hojas.
Así, si en ese suelo hay altos niveles de calcio, potasio o sodio, la planta tendrá más problemas en la asimilación del magnesio presente en el suelo. Es decir, que vemos cierta “competencia” en este proceso de su absorción por las raíces de las plantas.
Lo cierto es que un análisis de nuestro suelo sería en teoría altamente recomendable antes de hacer cualquier aplicación. Pero vamos a ser prácticos y realistas. Quien hace un análisis del suelo de su jardín? Francamente, salvo casos o situaciones muy concretas y problemáticas, muy pocos jardineros. Esa es la verdad.
Aún así, todos aplicamos fertilizantes sin tener la certeza de que nuestro suelo está carente de determinados elementos. Eso sí, si queremos no arriesgarnos demasiado en dañar a nuestras plantas, la prudencia y la mesura es en el caso de los abonos (como en casi cualquier tratamiento sobre las plantas) una buena forma de actuar. Dosificaciones más bien bajas serán siempre mucho menos perjudiciales y causarán menos daños que los excesos.
Y si lo que usamos en nuestro jardín son fertilizantes orgánicos (no químicos) será muy difícil que causemos daños por altas dosificaciones ya que este tipo de fertilizantes tienen en su composición niveles de nutrientes más bajos que los químicos.
Las consultas que he realizado no me han llevado a lugar alguno con solvencia en el que se sostenga que los rosales son plantas que requieran más cantidad de magnesio que cualquier otro cultivo. Igualmente pasa con los tomates o pimientos a los que se les suele aplicar. Es posible que haya algún estudio en este sentido pero yo, sinceramente, no lo he encontrado. Agradecería que si algún lector tiene conocimiento de estudios en esta línea lo comparta aquí mediante los comentarios.
En teoría, si el suelo es fértil, su pH es ligeramente ácido y el magnesio no es deficitario, no sería preciso más aportaciones. 
La deficiencia del magnesio puede ser un problema más frecuente en suelos arenosos (y por tanto que se lixivian fácilmente), ácidos, sometidos a alta precipitación. 
Precisamente por esa capacidad que tiene el magnesio de disolverse en el agua, también es fácil que con lluvias muy abundantes y en determinados tipos de suelos, se lixivie con cierta facilidad. Por ello, en zonas con alta pluviosidad debería aplicarse con mayor frecuencia pero en dosis precisamente con el fin de disminuir las pérdidas por lixiviación
El magnesio solo es necesario en plantaciones cuyo suelo sea deficitario del mismo. Generalmente en suelos con pH alto, muy arenoso, erosionados, con grandes dosis de potasio es más probable que haya carencia de magnesio. En suelos con buenas y continuadas aportaciones de materia orgánica probablemente no tienen carencia alguna de este elemento.
Resultado de imagen de Magnesium deficiency in leaves university
Imagen de. Virginia Polytechnic Institute and State University
Los síntomas de la deficiencia de Mg es la palidez en los márgenes de la hoja con anchas bandas de verde normal a lo largo de la vena central y varias de las grandes venas laterales. El verde normal forma una forma como un dibujo estilizado de un árbol de Navidad.
Clorosis en una rosa Rugosa.
Imagen de. University of Minnesota Extension
La clorosis que provocan las carencias de algunos elementos, para alguien como nosotros que no somos especialistas, son difíciles de distinguir en los síntomas que aparecen en las hojas por ser muy semejantes entre ellas. Así, seguramente para la mayoría de nosotros, nos parecerá una clorosis férrica algunas que realmente no lo son. Esta por ejemplo del magnesio se asemeja mucho a las que provoca la carencia de hierro.
El magnesio se puede lixiviar más fácilmente con respecto al calcio, haciendo que suelos arenosos ácidos sean particularmente vulnerables a la deficiencia del magnesio. 
Por otro lado, si tenemos que mencionar la principal ventaja del sulfato de magnesio como fertilizante sería su gran solubilidad.  En condiciones de humedad del suelo, esta capacidad favorece el hecho de que podamos poner de forma casi inmediata el magnesio a nuestras plantas.
Sabiendo que la seguridad de conocer verdaderamente nuestro suelo nos la proporcionaría un estudio del mismo, como decíamos antes, son pocos los jardineros que en nuestro país solicitamos a un laboratorio un estudio del mismo. 
La mayoría de nosotros hacemos aportes de nutrientes lo más completos posibles a nuestras plantas con la esperanza de poner  su disposición todo el abanico de los que precisan, guiados generalmente por la lógica y por un conocimiento mínimo de las características de nuestro suelo pero sin tener un análisis exhaustivo. 
De este modo procuramos incorporar a nuestras plantas fertilizantes que contengan todos los macro y micronutrientes. Al fin y al cabo nuestra afición es una actividad lúdica y el cuidado de nuestro jardín no lo planteamos como un laboratorio en el que la exactitud es de vital importancia. Sabiendo esto, la prudencia es la que nos suele guiar (o debería) en las dosificaciones.
Muy distinta es la rutina alimentaria en plantaciones industriales, viveros o especialistas en el cultivo de rosales con fines comerciales. Pero claro, ahí las condiciones de crecimiento están totalmente controladas y nada tienen que ver con el cuidado de un jardín doméstico.
Si actuamos con prudencia en la dosificación, al ser el sulfato de magnesio altamente soluble en agua y por tanto filtrándose rápidamente a través del suelo, es difícil que podamos dañar nuestras plantas (repetimos, con dosis prudentes).
Por lo que hace a la forma de aplicación son varias las maneras de su incorporación en el jardín. 
Las sales de Epsom suelen aplicarse igualmente directamente sobre el suelo alrededor de los rosales y en ocasiones un ligero escarbado de los primeros centímetros de terreno bastan para que el riego que se proporciona a las plantaciones facilite la disolución del sulfato de magnesio. Un riego posterior diría que es conveniente.

 También pueden disolverse previamente en agua e incorporar la mezcla como riego.


Digamos aquí para aquellos que sospeche de alguna carencia en este sentido o que quieran hacer alguna aportación de este elemento que una aplicación foliar de una cucharadita de sales de Epsom disueltas en cuatro o cinco litros de agua pueden constituir en algunos casos un buen tratamiento.

En todo caso, en el caso de los tomates, si hubiera carencia de magnesio indudablemente la aportación del mismo (como de cualquier otro elemento del que fuera deficitario el suelo) redundará en beneficio de la salud y crecimiento de la planta pero seguramente no tendrá efecto alguno sobre el rendimiento de los frutos.
Eso sí, de hacer aplicaciones en forma de pulverización, no deberíamos practicarlas en días soleados, ni con altas temperaturas o dando los rayos de sol mientras trabajamos con la mochila. Tengamos en cuenta que una pulverización con sales de Epsom mientras se están dando altas temperaturas pueden producir el quemado de las hojas.
Bien, hasta aquí, amigos!! He preferido hablar primero de qué son las sales de Epsom y aplazar para el siguiente artículo el comentar un consejo muy extendido (y controvertido)  de su uso entre algunos jardineros experimentados: Para favorecer los brotes basales de los rosales. Así el próximo no resultará tan largo.
Seguro que el próximo post os resulta más entretenido. Los temas polémicos siempre son mucho más jugosos !! :P
En fin, mis disculpas por los "peñazos" que en ocasiones cuelgo a modo de artículos. Sé que son temas áridos estos de los fertilizantes pero estoy igualmente convencida que "jardinearemos" mejor no solamente a base de experiencia si no también de conocimiento. De ahí que dedicar algún tiempo a temas que no son tan divertidos pero cuyo conocimiento resulta imprescindible, me parece necesario.
Que paséis un estupendo fin de semana...y que siga la bendita lluvia cayendo sobre nuestro país!! ;)



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6 comentarios:

  1. No conocía estas sales de Epsom ¡ay, hija, lo que sabes de estas cosas!
    Mil gracias y un beso grande.

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    1. jjajaja Montse. Por cierto, lo mismo sí has escuchado hablar de ellas para otros usos muy distintos, por ejemplo agregándolas al agua para los baños de pies. Dicen que ayuda a paliar dolores musculares y en el baño parece que proporciona bastante bienestar. Un abrazo, amiga.

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    2. Pues no, no suelo usar sales de baño, así que no las conozco tampoco por eso, soy más de ducha rápida, jaja.
      Mil besos.

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  2. Lo tendré en cuenta María. Besos.

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  3. Excelente articulo, muy enriquesedor. Cali Colombia.

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